Arco lambrequines

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El Alcázar de Sevilla y la Torre del Oro

En el conjunto de edificaciones del Alcázar de Sevilla, realizadas en diferentes épocas, corresponde al periodo almohade el Patio del Yeso y la bóveda del Patio de Banderas. El primero, del Siglo XII, es de pequeñas proporciones, casi cuadrado, con una alberca en el centro y un pórtico en uno de sus lados integrado por siete arcos, el central, más grande que los restantes, agudo y festoneado, con lóbulos verticales, descansa sobre pilares, mientras que los otros, lobulados, lo hacen sobre columnas que fueron aprovechadas de otro edificio del Siglo X. La bóveda del Patio de Banderas sigue el modelo de crucería califal con cupulilla de mocárabes en el centro.La arquitectura militar tuvo entre los amohades un especial desarrollo y contó con recintos fortificados. Uno de ellos fue el de Sevilla que estuvo reforzado por numerosas torres, siendo la Torre del Oro, del Siglo XII, una de ellas. Es de planta dodecagonal, con un cuerpo hexagonal en su interior donde se aloja la escalera que conduce a una plataforma con almeas, a partir de la cual este cuerpo se hace visible al exterior, transformándose en dodecagonal.

Las artes suntuarias en la época de los almorávides y almohades

Destacando en primer lugar los trabajos en madera, como el mimbar de la mezquita mayor de Argel (1096) y especialmente el de la Kutubiyyade Marrakech, del Siglo XII, realizado en Córdoba. También de procedencia andaluza es el cerramiento de la macsura de la Gran Mezquita de Tremecén (1138).Con respecto a la industria textil, una obra muy significativa de la época almohade es el pendón de Las Navas de Tolosa, del Siglo XIII, realizado con seda de diferentes colores e hilos de plata y labrado por ambas caras. La decoración se desarrolla en torno a una estrella de ocho puntas envuelta en un círculo que a su vez está inscrito en un cuadrado con inscripciones referidas al Corán.Muy destacables también son unos manuscritos coránicos, realizados en pergamino entre los siglos XII y XIII en talleres de Valencia, Córdoba, Sevilla y Málaga, adornados con magníficas miniaturas.

La actividad constructiva del reino nazarí: el protagonismo de la decoración

La actividad constructiva del reino nazarí, que corresponde al último periodo del arte hispano-musulmán, se caracteriza por una arquitectura en la que predomina la ornamentación.Desde el punto de vista artístico, el periodo nazarita se encuentra dentro de la tradición hispano-musulmana, con influencias, por lo tanto, de los omeyas junto a las recibidas de los reinos Taifas, de los almorávides y almohades, sin olvidar, por otro lado, su relación con el arte mudéjar.Sus edificios fueron construidos con materiales pobres, tales como la mampostería y el tapial, de ahí la necesidad de ocultar las estructuras arquitectónicas bajo una exuberante ornamentación. En este sentido, se utilizó la decoración vegetal de forma estilizada denominada ataurique, la integrada por complicados lazos geométricos que se cruzan sin solución de continuidad o lacería y la epigráfica. También es frecuente un complejo tipo de decoración geométrica, a veces calada, que se deriva de los paños de sebka, junto al empleo de cerámica, estucos y yesos que cubren las paredes con diferentes motivos ornamentales.Se utiliza nuevamente la columna de mármol, siendo carácterística de la arquitectura nazarita la de fuste cilíndrico, muy fino y liso, con basa ática, es decir, con una gran moldura cóncava, y capitel de dos cuerpos que reposa sobre varios collarinos o molduras anulares. Se siguen utilizando los arcos empleados en el arte hispano-musulmán, pero de manera especial el de medio punto peraltado y angrelado. El arco de mocárabes de tipo angular, que semejan las caídas de los cortinajes, también es frecuente. A lo largo de este periodo las cubiertas cobran también una especial importancia, distinguíéndose entre las llamadas apeinazadas, que dejan ver las maderas que las integran, y las ataujeradas, que las ocultan por medio de tablillas que forman lacerías.


El arte Hispano-Musulmán. Las invasiones africanas y el arte del reino nazarita

Introducción: las invasiones de los pueblos africanos

La rivalidad entre los diferentes reinos de Taifas (1031) desencadenó las invasiones de los pueblos africanos. En primer lugar llegaron los almorávides (Marrakech-Sevilla, 1061-1147). Tanto ellos como los almohades, sus sucesores, impulsados por su espíritu reformador e ideal religioso, reaccionaron contra la relajación de las creencias islámicas que se había producido en los reinos de Taifas.

Los almorávides: las grandes mezquitas de Argel, Tremecén y Fez (Al-Qarawiyyin)


Desde el punto de vista artístico, los almorávides no tuvieron una especial relevancia. En sus construcciones emplearon la mampostería y el ladrillo, y como soportes la columna o el pilar de ladrillo, además del arco túmido o de herradura apuntada y el lobulado, con lóbulos a veces verticales. El alfiz, o encuadramiento del arco, se separa de éste por su clave (pieza superior del arco), siendo tangente por los laterales. Con respecto a las bóvedas, se utiliza la de gallones, a la manera de los gajos de una naranja, la esquifada, formada por la intersección de dos bóvedas de cañón, con cuatro paños triangulares esféricos y aristas entrantes, la de mocárabes, con elementos prismáticos colgantes, similares a las estalactitas. En cuanto a la decoración, se origina la sebka, formada por una red de rombos que está compuesta por arcos entrelazados lobulados o mixtilíneos, estos últimos constituidos por líneas mixtas, con elementos policromos de cerámica esmaltada. La decoración vegetal, epigráfica y de lacería se hace más rica y compleja.Las construcciones de los almorávides fueron fundamentalmente fortalezas y mezquitas. Entre las segundas, las más destacadas son las grandes mezquitas de Argel, Tremecén y Fez (Al-Qarawiyyin), en las que se sigue el modelo de las mezquitas de Occidente.Entre los escasos restos conservados en España de esta época figuran el conjunto fortificado de Niebla (Huelva) y las ruinas del Castillejo de Monteagudo, en Murcia.

Los almohades: las mezquitas de Tinmal, Kutubiyya y Sevilla

Desde el punto de vista constructivo recurrieron a la mampostería y al ladrillo, y como soporte utilizaron el pilar de ladrillo, mientras que la columna fue un elemento decorativo; emplearon especialmente el arco túmido o de herradura apuntado, el lobulado con varios lóbulos verticales y el llamado de lambrequines, con el intradós recortado y lóbulos en distintas posiciones; recurrieron al alfiz separado de la clave del arco unido a sus laterales, además de emplear diferentes tipos de bóvedas ya utilizadas, siendo frecuente la de mocárabes. Además de la cerámica vidriada, los paños de sebka, decoración integrada por una red de rombos a base de arcos entrelazados lobulados o mixtilíneos, fue un motivo ornamental muy difundido por la arquitectura almohade.Las mezquitas más representativas de este periodo se encuentran en el norte de África. La de Tinnal en el Alto Atlas (1153-1154). La primera mezquita de la Kutubiyya de Marrakech (1147). En 1172 se inició la construcción de la mezquita de Sevilla, las más importantes de las levantadas en Al-Ándalus después de la de Córdoba, pero fue demolida para construir en su lugar la catedral gótica, por lo que no se conserva nada de ella, salvo su alminar, conocido por el nombre de la Giralda.

Los alminares almohades

El alminar o minarete, torre desde la que el almuédano o muecín llama a los fieles a la oración, destaca por su verticalidad en conjunto de la mezquita. El alminar de la mezquita de Kutubiyya, considerada por los almohades la principal de Marrakech, está inspirado en el de la mezquita de Córdoba. Otros alminares almohades semejantes al de la Kutubiyya son el de la mezquita de Hassán (1195-1196), en Rabat, y el de la Giralda, en la mezquita de Sevilla.La Torre de la Giralda guarda una estrecha relación, como se ha dicho, con los alminares de otras dos mezquitas almohades: la Kutubiyyade Marrakech y la de Hassan en Rabat. Mientras el alminar de esta última nunca llegó a terminarse, el de la Kutubiyyaes el único que se ha mantenido intacto, ya que la Torre de la Giralda fue destruida a partir de la plataforma por un terremoto, en 1355, y reconstruida durante el Renacimiento, entre 1560 y 1568, por Hernán Ruiz.

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