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La crisis finisecular del siglo XIX, agravada en el caso español por el desastre del 98, provocó un cambio de rumbo artístico que se inició con el Modernismo y la Generación del 98 radicalizándose con el Novecentismo, el Vanguardismo y  sobre todo con la Generación del 27. Esta última corriente se dio a conocer en 1920. Su denominación tuvo su origen tras la asistencia a los actos del tercer centenario de la muerte de Góngora, en 1927.

         A pesar de la dificultad de establecer una caracterización formal de un grupo que posee tantas individualidades y unas influencias tan variadas, podemos enunciar una serie de características generales al frente de las cuales podría situarse una sólida cultura, proporcionada por su profundo conocimiento de los clásicos y, al mismo tiempo, de la literatura coetánea extranjera.

A lo anterior (su amplia formación) hay que sumar un hecho significativo como elemento aglutinante del grupo: el papel de las revistas literarias. Las revistas fundamentales del grupo son Índice que impulsó Juan Ramón Jiménez acogiendo los textos de los poetas y Revista de Occidente que apoyó Ortega y Gasset publicando entre otras obras Romancero gitano de Lorca, Cántico de Guillén, Cal y canto de Alberti, y Seguro azar de Salinas.

Su nota más característica es la fusión entre vanguardia y tradición, al conjugar la práctica de las innovaciones de las vanguardias europeas con las formas de tradición castellana de todos los tiempos. Los poetas del 27 se interesan por el Poema de Mio Cid, la lírica tradicional, el romancero, Berceo, San Juan de la Cruz, Fray Luis de León, Cervantes. Los homenajes son, en muchos casos, explícitos: el título de La voz a ti debida, de Salinas, está tomado de la tercera égloga de Garcilaso; el poema "Con él" en Sobre los ángeles de Alberti está dedicado a Bécquer; Cernuda toma el título de su libro Donde habite el olvido del penúltimo verso de la rima LXVI del poeta romántico.

Góngora, trescientos años después de su muerte, se trataba de un poeta prácticamente olvidado, por la oscuridad de su escritura. Los poetas del 27 lo redescubrieron. De él admiran su hermetismo y valoran su habilidad para manejar la imagen.

El llamado neopopularismo se transmite por una doble vía: la oral y la literaria. La primera, derivada de las canciones y romances del pueblo, se advierte en Lorca. La literaria procede de autores como Lope.

Del siglo XX, el modelo español es Juan Ramón Jiménez del que les atrae la búsqueda incesante de la belleza y del conocimiento. Rubén Darío despertó la admiración de Gerardo Diego, que cerró con este autor su Antología poética en honor de Góngora.

La Generación del 27 fue el grupo más influenciado por la estética vanguardista. Con la vanguardia creacionista y ultraísta mantuvieron contacto como se observa en las obras de Gerardo Diego. A fin de cuentas, el 27 y el ultraísmo comparten el mismo deseo de superar lo cotidiano a través de la imagen y de la metáfora.

No obstante, será el surrealismo el que mayores conexiones con el grupo del 27 presente como se observa en: La destrucción o el amor de Alexandre, Sobre los ángeles de Alberti, Los placeres prohibidos de Cernuda o Poeta en Nueva York de Lorca.

La temática de la generación del 27 está dominada por los grandes asuntos del ser humano (el amor, el universo, el destino, la muerte). Aún así, se observan los motivos temáticos relacionados con los avances técnicos, con el desarrollo urbano, con el florecimiento de las artes vanguardistas: La ciudad aparece unida a la visión futurista, impregnada de optimismo, en unas ocasiones y de negatividad por el desarrollo urbano.

El amor se presenta como la plenitud del individuo y admite todas las manifestaciones posibles (homosexual, heterosexual), con un sentido de libertad. Sin embargo, el choque entre esta actitud y la realidad en que vivían llevó muchas veces al dolor.

El lenguaje de los poetas del 27 no se caracteriza, sin embargo, por su dificultad léxica. Salinas y Jorge Guillén son los ejemplos más notables de esta depuración, en busca de la sencillez expresiva.

En un plano estrictamente textual, el rasgo más notable de la poesía del 27, es el uso de la imagen y la metáfora como recursos literarios. Al poeta del 27 le interesa crear una nueva realidad a partir de otra distinta, y la imagen le parece el recurso idóneo para poner en contacto los elementos distintos.

La métrica del 27 es variada, con una cierta tendencia al verso libre, aunque no falten estructuras tan tradicionales como el soneto, empleado por Alberti en Marinero en tierra y Lorca en los Sonetos de amor oscuro, el romance o la décima, cultivada de forma singular por Cernuda y Guillén.