Apreciación y valoración del patrimonio cultural

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TEMA 2 LOS VALORES DEL PATRIMONIO CULTURAL: IDENTIFICACIÓN Y SELECCIÓN

1 ¿Cómo definimos los valores del Patrimonio Cultural?


Un elemento de un repertorio patrimonial lo valoramos porque nos interesa y sobre todo porque identificamos aspectos que nos atraen, y esa afinidad se transforma en unos parámetros de valoración.
A veces, esos aspectos entran en el campo del análisis, el reconocimiento de una estética; las formas austeras de una arquitectura defensiva; el encanto y la belleza de unos jardines, pero también hay otros valores, como los emocionales en el patrimonio.
El estado de ánimo influye mucho en la percepción de un patrimonio determinado o la vinculación que sintamos hacia determinados elementos patrimoniales, aunque a veces tendemos a no valorar motivado por aquello que no nos gusta. Sin embargo, un legado cultural no puede quedar sometido a la exclusividad de me gusta o no, ya que podría provocar una desafección grande y llevar a su destrucción.

Si partimos de la base de que el Patrimonio Cultural es una herencia, tendríamos que pensar que el patrimonio se hereda de forma generacional. Aunque esto sea una realidad hasta hora incuestionable, sí que es cierto que cada sociedad o cada generación ha ido poniendo el acento en determinados patrimonios con los que se identificaba más, y esto ha llevado a su selección y posterior protección. Uno de los retos actuales que se le presenta a la sociedad en relación con el Patrimonio Cultural se encuentra en trabajar y decidir sobre la ingente herencia de Bienes Culturales sobre los que no hemos participado en su proceso de identificación y selección. Puede suceder que no sintamos especial atracción sobre algunos objetos seleccionados. En otras ocasiones, valoramos sólo cuando estamos atraídos por la monumentalidad o la rareza de un bien patrimonial. El valor patrimonial implica al mismo tiempo una responsabilidad social. Los valores del Patrimonio Cultural se construyen generacionalmente.

Es importante señalar que si el proceso de valoración se construye a base de emociones y sentimientos, también hay que incidir que dichos valores son parte de un proceso que pocas o rara vez se cuestionan por parte de la sociedad, y se configuran de forma sumativa.

La valoración del patrimonio no está considerada como una acción básica de la tutela, sin embargo, cualquier acción de la tutela si está condicionada por su reconocimiento. Si queremos proteger, conservar o comunicar un elemento del repertorio patrimonial, la valoración es fundamental para llegar a buen puerto. La valoración produce un conocimiento deseado sobre un elemento del patrimonio. Este paso desemboca en la identificación plena que lleva aparejada una investigación, cuyos resultados permitirán la selección.

2 ¿Qué valores han identificado las legislaciones en materia de Patrimonio Histórico? Pasado y presente

El valor patrimonial no siempre ha sido el mismo a lo largo del tiempo, sino que ha ido cambiando conforme lo hacían las mentalidades, los contextos históricos y sociales que los han rodeado.

En España el Siglo XIX estuvo fuertemente marcado por las numerosas desamortizaciones de bienes eclesiásticos, pero también de bienes comunales. Por definición desamortizar es la acción legal para liberar los bienes de manos muertas (pertenecientes a la iglesia, nobleza y municipios) de manera que pudieran ser vendidos. Se buscaba principalmente el saneamiento económico de una maltrecha hacienda. Fueron varias las desamortizaciones:

  • José I en 1809
  • Cortes de Cádiz en 1812
  • Trienio Constitucional
  • Mendizábal de 1835 y Espartero en 1841(Supuso la exclaustración definitiva y supresión de todos los bienes rústicos, urbanos e incluso culturales.)
  • Madoz 1855
  • Gloriosa 1868

Ante este panorama, la dispersión, destrucción y desaparición de numerosos bienes inmuebles y muebles fue de grandes dimensiones, y la administración central creó en Junio de 1844 las Comisiones de Patrimonio Histórico, que estuvieron marcadas por la intermitencia política y la realización de los primeros catálogos. Los antecedentes hay que encontrarlos en una Real Orden de 1840 que amparaba a los “templos en que existan sepulcros que por serlo de reyes o personas célebres o por belleza o mérito de su construcción, merezcan conservarse cuidadosamente, entendíéndose lo mismo respecto de cualquier otro monumento no cinerario que sea digno de conservar.

Las Comisiones de Monumentos Históricos y Artísticos, se encargaron de recopilar y custodiar el patrimonio artístico.
En este período, la legislación que surge va configurando una nueva forma de actuar basada en la valoración de los restos monumentales. Una de las primeras declaraciones de un Monumento Nacional se realizó en tiempos ya de Alfonso XII y se escogíó el Monasterio de la Rábida (Huelva).

En un breve repaso legislativo sobre la identificación de los valores patrimoniales destacamos:

  • Ley 7 de Julio de 1911 sobre Normas, excavaciones artísticas y científicas, y la conservación de ruinas y antigüedades, en dónde se identificaba exclusivamente el valor histórico, independientemente del artístico.

  • Ley de 4 de Marzo de 1915 sobre Monumentos arquitectónicos artísticos, reconocíéndose sólo los valores histórico y artístico, sin discriminar el estilo.

  • Real Decreto de 9 de Enero de 1923 sobre enajenación de obras

    …se identifican los valores artísticos, histórico y de antigüedad.

  • Real Decreto de 9 de Agosto de 1926 sobre Protección y conservación de la riqueza artística, identifica el valor artístico y cultural, así como el valor de lo típico (peculiar de un país o grupo) y lo pintoresco (escenas o imagen de lugar).

  • Ley 10 de Diciembre de 1931 sobre enajenación de bienes artísticos, arqueológicos de más de cien años de antigüedad
  • Constitución Española de 1931 reconocían como valores principales, el artístico, el histórico y el de belleza natural.

Hasta 1931 sólo se habían identificado en todo el territorio nacional 400 monumentos

  • Ley 13 de Mayo de 1933 sobre la Defensa, conservación y acrecentamiento del Patrimonio Histórico Nacional identificó los valores o interés: artístico, arqueológico, paleontológico o histórico que estuviesen incluidos en el Inventario del Tesoro Artístico, de Bienes etnológicos o Folklórico.

En 1933 se habían identificado 897 monumentos

  • Decreto de 22 de Junio de 1958 se crean los Monumentos Provinciales y Locales, y los valores que se identifican son: el histórico y el artístico.

Si hacemos un repaso por los bienes declarados en nuestra Comunidad Autónoma en el período 1939 – 1981, obtenemos el siguiente dato:

Almería


: 9 Monumentos Nacionales Cádiz:
41 M. Nacionales 1 M. Provincial 8 Conjuntos urbanos Córdoba:
46 M. Nacionales 1 M. Local 3 Conjuntos urbanos Granada:
67 M. Nacionales 1 M. Provincial 1 M. Local Huelva:
16 M. Nacionales 1 M. Provincial 1 M. Local 2 Conjuntos Jaén:
34 M. Nacionales 2 M. Local 8 Conjuntos urbanos Málaga:
34 M. Nacionales 1 M. Provincial 1 M. Local 8 Conjuntos Sevilla:
90 M. Nacionales 3 M. Local 7 Conjuntos

Los valores histórico, de antigüedad y artístico fueron fundamentales, mientras que el valor de lo tópico y lo pintoresco generaron imágenes tópicas de los monumentos. En cuanto al panorama actual, las Comunidades Autónomas oscilan entre los valores tradicionales y otros más innovadores. El valor histórico se postula como el más reconocido, le sigue el artístico, arqueológico y arquitectónico, mientras que el científico es escasamente representado y el que menos el paisajístico (concepto más reciente y aún está en fase de asimilación).

Tradicionalmente se valoraba en base a unos parámetros clásicos, como la Historia y la Estética, manteniéndose esta situación hasta la actualidad -al menos a nivel social- aunque con modificaciones y nuevas incorporaciones a los que la administración en materia de cultura ha sido más receptiva. Es el caso de dos conceptos claves: la identidad y el territorio. Esta nueva clave en la forma de valorarlos repertorios patrimoniales permitirá justificar en mayor medida alguna de las acciones tutelares, así como dar un impulso definitivo y un sentido más equitativo al objeto del valor.
El patrimonio no es un valor en sí mismo, si no es algo que heredamos. Eso es de aplicación a los patrimonios más y mejor reconocidos por la sociedad. Pero no todo el patrimonio que tiene unas claves históricas o estéticas va a conservarse para las generaciones futuras.

3 Los valores del Patrimonio Cultural

3.1 Valor de antigüedad


Es el valor asociado incuestionablemente con los bienes adscritos al período de la antigüedad, de aquellas civilizaciones cuyos testimonios están asociados a una metodología como el estudio arqueológico.

3.2 Valor histórico-artístico


Es el valor por antonomasia, y el que la sociedad reconoce con mayor facilidad. La uníón de la cronología y la estética es lo que refuerza este valor. Nos indica un acontecimiento, un período representativo de la historia. El valor artístico  del repertorio de los bienes muebles, inmuebles, elementos de una fiesta ha sido muy apreciado por la sociedad, entre otras razones, por su adscripción a una cronología, lo que permite su fácil reconocimiento. En este valor van implícitas muchas carácterísticas: su descripción formal, la técnica, los materiales, autores, etc.

3.3 Valor tipológico


Incide especialmente en la estructura del edificio o en la clasificación de un bien mueble. Su análisis es fundamental para comprender su naturaleza. Este concepto es básico en la valoración, si bien es cierto que con el paso del tiempo y la reutilización del patrimonio para salvarlo de su destrucción ha llevado a una interpretación de su tipología que fluctúa bastante.

3.4 Valor urbanístico


Es fundamentalmente de aplicación a la estructura de las ciudades y cómo se configuran éstas en relación con su espacio natural. Destaca esencialmente la relevancia de su ubicación y la correlación que ha establecido con los edificios de su entorno. Lo interesante de este valor es poder identificar la forma carácterística de su trazado urbano y la peculiar ubicación del inmueble. La adaptación tipológica del inmueble al espacio urbano dado es realmente interesante de analizar, sus curvas de nivel, las soluciones que afectarán a la tipología de vivienda.

3.5 Valor de imagen


. Pretende sobre todo documentar el valor presencial de los repertorios patrimoniales a través de la evolución de las imágenes que se han conservado: bienes muebles, cartografía, urbanismo. Este valor permite averiguar las vicisitudes históricas por las que han atravesado los bienes. Ej: Gibralfaro.

3.6 Valor simbólico


Es uno de los más representativos para conocer el significado/s último que pretende ofrecer un bien determinado. Ese valor se pone en relación con los objetos del pasado y sus significados, poniendo en contacto sociedades del pasado con las actuales. Asumir su valor simbólico es asumir su mensaje.

3.7 Valor económico y de recurso


Tiene que ver con la relación entre el Patrimonio Cultural y la economía, así como su impacto en el desarrollo territorial. Teniendo en cuenta que la conservación del Patrimonio Cultural es un deber de todos su mantenimiento implica una partida presupuestaria importante, pero al mismo tiempo es generador de beneficios sociales y económicos. Una localidad que tenga un patrimonio representativo es una forma de distinción. Lo fundamental es la planificación del recurso para convertirlo en un producto y ofrecerlo a múltiples usuarios para su consumo sostenible. Para ello necesitamos priorizar una serie de acciones, comenzando por realizar un DAFO y a partir de ahí tomar una serie de decisiones completamente estructuradas.

4 ¿Para qué sirve la identificación y selección de los valores del Patrimonio Cultural?


La identificación del patrimonio cultural permite priorizar y organizar las acciones tutelares de un bien determinado, ya sea su protección, conservación, investigación, difusión o la gestión. Puede que un bien cultural necesite simplemente de la protección ante un deterioro acelerado; también puede suceder que sean varias las acciones tutelares a tener en cuenta. La mayoría de los bienes adolecen de investigación, conservación, comunicación, pero sobre todo de un plan de gestión. Para todo ello es fundamental justificar sus valores. En el caso de los Planes Generales de Ordenación Urbanística o los Planes Especiales de Protección es habitual encontrar catálogos que carecen de una valoración patrimonial y de forma contradictoria todo tipo de intervenciones posibles. Si no se valora previamente difícilmente podremos establecer las prioridades de su intervención. Su aplicación al segmento del turismo también es altamente relevante. Si previamente una administración como la de Cultura o un Ministerio de Cultura no hubiera identificado y seleccionado los valores patrimoniales que portan los repertorios patrimoniales, difícilmente éstos se hubieran convertido en activos para el Turismo. El Turismo Cultural es una división dentro del turismo muy interesante por la cantidad de beneficios que conlleva. La recuperación o rehabilitación de un edificio abandonado puede significar para los estándares de una empresa que quiere introducirse en este mercado, una estrategia determinante, ya que al mismo tiempo que interviene en el patrimonio, genera una imagen y actitud empática en la ciudadanía.

5 Conclusiones

A veces el Patrimonio como metáfora del pasado no llega en las mejores condiciones de conservación. Se confunde mal estado de conservación y se opta por dejar que se destruya con la ausencia de valores patrimoniales. Existe la restauración y, por lo tanto, su recuperación. Cualquier esfuerzo por parte de la administración y de la sociedad será fundamental para preservar los valores que porta ese patrimonio. Respecto a los agentes que intervienen en los procesos de valoración señálamos:

  • La tradición: Administraciones e Instituciones consultivas
  • La actualidad: Lo anterior más la sociedad que de forma genérica muestra un interés legítimo.

Hay que saber contar y poner el acento en el análisis de los valores patrimoniales. Una arquitectura religiosa, militar, doméstica y civil, industrial no puede ser contada e identificada de la misma manera. Hay que seleccionar los valores que las representan.

No debemos olvidar que los valores que porta un determinado repertorio del patrimonio cultural están entrelazados. No son análisis sectoriales, y deben estar motivados.

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