El Apego en la Infancia: Desarrollo, Tipos y Factores Clave

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El Apego en la Infancia

Concepto de Apego

El apego puede definirse como el vínculo afectivo que el niño establece con una o varias personas del sistema familiar.

Está relacionado con la capacidad con la que nacen los niños para aprender, interesarse por los estímulos sociales y vincularse a algunas personas.

Es el vínculo emocional más importante, al menos en la primera infancia.

Componentes Básicos del Apego

  • Conductas de Apego: de proximidad e interacción privilegiada con esas personas, por ejemplo.
  • Representación mental: los niños construyen una idea mental de cómo son las personas a las que están apegados, qué pueden esperar de ellas, etc.
  • Sentimientos: se produce bienestar con la presencia de la figura de apego y ansiedad con su ausencia, por ejemplo.

Funciones del Apego

  • Adaptativa: para el niño, los padres, para el sistema familiar y, en último término, para la especie. Su función es garantizar la supervivencia manteniendo próximas a las crías y sus progenitores.
  • Seguridad emocional: el sujeto quiere a las figuras de apego porque con ellas se siente seguro. La ausencia o pérdida de las figuras de apego es percibida como amenazante, como pérdida irreparable, como situación de desprotección y desamparo, como situación de riesgo.

Cuatro Manifestaciones del Apego Fundamentales

Para cumplir estas funciones básicas (supervivencia y seguridad emocional), el vínculo de apego tiene cuatro manifestaciones básicas:

  • Buscar y mantener la proximidad con la figura de apego.
  • Resistirse a la separación y protestar si ésta se consuma.
  • Usar la figura de apego como base de la seguridad desde la que se explora el mundo físico.
  • Sentirse seguro buscando en la figura de apego el bienestar y el apoyo emocional.

Tal vez lo más importante es comprender que la especie humana somos mamíferos muy sociales que, para sobrevivir y desarrollarnos adecuadamente, dependemos del establecimiento de relaciones adecuadas con los demás. Estas suponen vínculos afectivos y sociales como el apego y la amistad.

El apego juega un importante papel a lo largo de todo el ciclo vital y, desde los 3/4 años hasta la adolescencia, los amigos van adquiriendo una importancia creciente.

Por ello, establecer vínculos de apego con personas adultas que nos cuidan y eduquen, así como vínculos de amistad con los iguales, es fundamental para el desarrollo.

Evolución de las Relaciones en el Primer Año de Vida

Para entender el desarrollo del apego en los primeros años conviene tener en cuenta cuatro sistemas relacionales. Dos de ellos están presentes desde el nacimiento (sistema exploratorio y sistema afiliativo), mientras que los otros dos hacen su aparición a partir de los 6 meses aproximadamente (sistema de apego y sistema de miedo y cautela ante los desconocidos). El cuadro siguiente recoge el contenido y significado de cada uno de estos sistemas relacionales.

Los Sistemas Relacionales Presentes desde el Nacimiento son:

  • Sistema exploratorio: es la tendencia natural a interesarse por el mundo físico y social y a conocerlo. Son verdaderos exploradores del mundo, para ellos enteramente nuevo.
  • Sistema afiliativo: es la tendencia natural a interesarse por las personas y a establecer relaciones amigables con ellas. Presente desde el nacimiento y se mantiene activo durante toda la vida.

Los Sistemas Relacionales que Aparecen Hacia la Primera Mitad del Primer Año de Vida son:

  • Vínculo de Apego: con una o varias personas, el bebé procura mantener la proximidad y una interacción privilegiada. Es el sistema relacional básico, que una vez formado va a regular a los demás y, hasta cierto punto, va a determinar el tipo de relación que el niño establecerá con las personas.
  • Miedo ante los desconocidos: o tendencia a relacionarse con cautela o incluso a rechazar a las personas desconocidas.

Evolución del Apego

La evolución del apego sigue una secuencia típica en la que caben destacar cuatro fases fundamentales:

  • La primera ocupa el primer trimestre de vida (0/3 meses).
  • La segunda ocupa el segundo trimestre de vida (3/6 meses).
  • La tercera se da durante el segundo semestre (6/12 meses).
  • La cuarta ocurre a partir del primer año.

Al nacer, el bebé manifiesta preferencia por los miembros de la propia especie, sin establecer diferencias entre quienes interactúan con él. Los niños ponen de manifiesto claras preferencias por estímulos sociales (rostro humano, voz humana, etc.) y pronto establecen asociaciones entre ellos. La mayor parte de los autores alargan esta fase hasta los 3 meses.

Poco a poco (hacia el tercer mes), el bebé empieza a preferir la interacción con los adultos que lo cuidan normalmente, pero sin rechazar a los desconocidos. Los niños discriminan con claridad entre unas personas y otras y manifiestan clara preferencia por interactuar con los que normalmente les cuidan. Esta habilidad para reconocer a las figuras de apego y diferenciar entre propios y extraños la adquieren entre los 3 y 5 meses.

El siguiente paso es la formación de los sistemas relacionales de apego y de miedo a extraños.

En la segunda mitad del primer año de vida (6 meses), los bebés manifiestan clara preferencia por las figuras de apego, a la vez que rechazan a los desconocidos. Las figuras de apego no sólo son reconocidas, sino que pueden ser evocadas gracias a la capacidad de memoria. La separación provoca reacciones de protesta y ansiedad, y el reencuentro produce alegría y sosiego. El sistema de apego en este momento está claramente formado: las conductas para mantener la proximidad de las figuras de apego, la reacción ante las separaciones breves y el rechazo ante los desconocidos no deja huella de ello.

A partir del primer año de vida, una vez establecido el vínculo de apego, el niño va conquistando cierto grado de autonomía de las figuras de apego, gracias a sus nuevas capacidades de locomoción, verbales e intelectuales. Las nuevas capacidades mentales y la propia experiencia del retorno de las figuras de apego permiten al niño aceptar mejor las separaciones breves; el contacto físico no necesita ser tan estrecho y continuo y la conducta exploratoria no necesita tanto de la presencia física de las figuras de apego.

Pero en los momentos de aflicción (enfermedad, por ejemplo) o de separaciones que pueden percibir como amenazantes (hospitalizaciones, ingreso en la escuela infantil, etc.) se activan sobremanera las conductas de apego, reaccionando de forma similar a como se hacía en el primer año de vida.

Tipos de Apego (según Mary Ainsworth)

Ainsworth, Blehar y Wall (1978) desarrollaron un procedimiento breve denominado “Situación extraña” (situación del extraño) destinado a evaluar la seguridad del vínculo de apego en la primera infancia.

Se trata de observar cómo reacciona el niño en relación con su madre a lo largo de ocho situaciones diferentes estresantes. Las tres fuentes principales de ansiedad son: un entorno desconocido, la presencia de una persona extraña y la separación de la madre.

Basándose en criterios como la ansiedad por la separación de la figura de apego, la reacción en el reencuentro y la utilización de la figura de apego como base de exploración, Ainsworth y sus colaboradores identificaron tres grandes patrones de apego, a los que recientemente se ha añadido un cuarto patrón:

  • Apego seguro: caracterizado por una exploración activa en presencia de la figura de apego, ansiedad en su ausencia, reencuentro con búsqueda de proximidad y vuelta a la situación de tranquilidad.
  • Apego ansioso-ambivalente: exploración mínima en presencia de la madre, ansiedad intensa en la separación y sentimientos ambivalentes en el reencuentro.
  • Apego ansioso-evitativo: escasa o nula ansiedad ante la separación, ausencia de preferencia por la madre y evitación en el reencuentro.
  • Apego ansioso-desorganizado: desorientación, aproximación a la figura de apego con evitación de la mirada. En el reencuentro pueden buscar proximidad y, repentinamente, huir.

En los niños con apego seguro se constata un tipo de interacción madre e hijo recíproca, mutuamente reforzante, en la que la figura de apego es eficaz a la hora de interpretar las necesidades del niño, responder de forma adecuada y mantener intercambios de atención conjunta frecuentes. Estos niños disfrutan de la interacción con la figura de apego, pero no necesitan un contacto continuo, pues mantienen un vínculo afectivo seguro con la figura de apego.

Las madres cuyos hijos son calificados como ansiosos-ambivalentes son afectuosas y se interesan por el niño, pero tienen dificultades para interpretar las necesidades del niño, son incoherentes, a veces reaccionan de manera muy positiva y otras se muestran insensibles. En este tipo de relación, el niño no sabe cuándo cuenta con la figura de apego, lo que genera ansiedad en la separación con la figura de apego.

En cuanto a las madres de los niños evitativos, su estilo de relación con el niño se caracteriza por la impaciencia y rechazo. Estas personas son poco pacientes y tolerantes con las necesidades de sus hijos, llegando incluso a impedir que se les acerquen.

Trabajos recientes sobre el apego desorganizado en la infancia sugieren que se trata de un estilo de apego frecuente en niños que han sido víctimas de episodios de negligencias y maltrato físico. En esta situación, el niño ha experimentado ciclos de protección y, a la vez, de rechazo y agresión, se siente vinculado a la figura de apego y, a la vez, la teme, lo que explica la combinación aproximación/evitación. Este tipo de apego se ha encontrado también en niños cuyas figuras de apego no han resuelto el duelo por la muerte de un ser querido y expresan un grado de ansiedad que genera temor en el niño.

Factores que Inciden en la Relación Madre-Hijo

Características de la Figura de Apego

El adulto que se relaciona con el bebé tiene su propia historia afectiva, su personalidad y expectativas y creencias acerca de la educación, la crianza, etc. Hay una intensa relación entre los modelos afectivos de los cuidadores y la seguridad del vínculo de apego en los niños.

El apego seguro es muy frecuente entre los niños cuyas madres valoran positivamente sus relaciones de apego infantiles, recuerdan una gran aceptación por parte de sus padres y no sienten rencor hacia sus padres. Las madres de los niños evitativos no valoran la importancia de sus relaciones de apego, muestran dificultades para recordar su infancia. En cuanto a la influencia del maltrato, muchos padres que han sufrido malos tratos afrontan la maternidad y paternidad con el firme propósito de tratar adecuada y afectuosamente a sus hijos, pero, en ocasiones, su historia de maltrato puede generar dificultades para empatizar. Sin embargo, sólo un 30% de los padres que han vivido una historia de malos tratos maltratan a sus hijos.

Características del Bebé

Es preciso analizar aquellas características del bebé que pueden incidir en la interacción. El temperamento del bebé parece incidir de forma directa o indirecta sobre el tipo de interacción que se establece con él. Resulta más difícil establecer una interacción con sincronía con aquellos niños de temperamento irritable o sobre los que es difícil influir. Sin embargo, la mayoría de los niños con un temperamento difícil establece vínculos seguros si la figura de apego es paciente y se adapta a las características del bebé.

Características del Contexto Social

La interacción madre e hijo no se da en vacío, sino enmarcada en un contexto social. Comenzando por el marco familiar, el niño es afectado por la madre y por el padre y por la relación de la pareja, a la vez que él incide en ambos. Aunque, generalmente, las madres se implican mucho más en la crianza, muchos niños establecen vínculos seguros con sus padres cuando éstos les dedican tiempo y responden sensiblemente a sus necesidades. Las dificultades en la relación de pareja tienden a disminuir las actitudes positivas hacia el niño. También el niño afecta a la relación entre la pareja. La paternidad es una experiencia estresante y la mayoría de los padres relatan un descenso en el grado de satisfacción respecto a las relaciones con la pareja.

Problemas Normales Relacionados con el Apego

Deseo de Participar en la Intimidad de los Padres

Cuando el niño comprende que los padres tienen una relación de la que él no participa, son frecuentes las conductas de deseo de intromisión en esa intimidad.

Es a partir del segundo año, cuando sus nuevas capacidades cognitivas le hacen darse cuenta de que los padres viven una intimidad que le está prohibida. Sus padres comparten una habitación, una cama y unas relaciones que no acaba de entender del todo.

Las Separaciones del Niño y su Figura de Apego

Existen diversas situaciones que pueden provocar separación durante la primera infancia del niño y que demuestran que el vínculo de apego continúa activo durante toda la etapa.

Un ejemplo de estas situaciones pueden ser las hospitalizaciones, abandonos en instituciones, pérdida de un familiar o ingreso en la Escuela Infantil.

Fases en las Separaciones del Niño y su Figura de Apego

  • Fase de protesta: comienza cuando el niño toma conciencia de la separación y termina horas, días o hasta una semana después. Consiste en conductas de búsqueda y llamada como llanto, intentos de huida, ansiedad, etc.
  • Fase de ambivalencia: si la separación se prolonga más de ocho días, el niño entra en una fase de aceptación de los nuevos cuidadores. Su protesta pierde vigor, aunque conserva la ansiedad.
  • Fase de adaptación: cuando la separación es larga, el niño supera la fase anterior y reestablece vínculos afectivos con los nuevos cuidadores, recuperando la alegría y seguridad.

Las Separaciones: Incorporación a la Escuela Infantil

La separación más universal para los niños en este periodo es la incorporación a la Escuela Infantil.

El eje organizador de la educación infantil es la seguridad emocional, que es la necesidad psicológica más importante a lo largo de la vida y, especialmente, en la infancia.

En relación a esta necesidad, la E.I. puede convertirse en una amenaza para ella o puede suponer una gran contribución.

La Incorporación a la Escuela Infantil Puede Suponer una Amenaza para la Seguridad Emocional de los Niños Porque:

  • Se trata de un lugar con el que no están familiarizados.
  • Puede que el ambiente físico no les resulte adecuado (ruido, etc.).
  • Los niños más pequeños pueden tener dificultades para interactuar con los iguales.
  • Las actividades propuestas pueden crearles inseguridad.
  • Para muchos, es la primera separación prolongada y repetida.
  • La falta de un concepto de tiempo no les permite predecir la vuelta de los padres.
  • La imposibilidad de hacerse un mapa cognitivo del lugar donde están.
  • La ruptura o el cambio de hábitos.
  • La pérdida de elementos de privacidad.
  • La fantasía sobre el trato preferencial de las educadoras.
  • La tendencia a empatizar con lo que les pasa a los demás, en este caso, lloros.

Medidas para Favorecer la Seguridad Emocional en la Incorporación a la Escuela Infantil

  • Familiarizar previamente al niño con el lugar, las educadoras y algunos compañeros.
  • Llevar a cabo un plan de incorporación progresiva de niños y de tiempo.
  • Permitir la compañía de algún familiar durante los primeros días.
  • Mantener contacto telefónico con las figuras de apego.
  • Formar grupos pequeños de actividad.
  • Evitar el exceso de ruido.
  • Proponer una organización cómoda del espacio, sin prohibiciones.
  • Crear un lugar para guardar algunos objetos personales.
  • Controlar los casos de abusos entre niños.
  • Procurar la continuidad de las educadoras.
  • Establecer relaciones fuera de la E.I. con los mismos niños.
  • Favorecer el intercambio constante de información con los padres.

Rivalidad y Apego Hacia los Hermanos

Cuando nace un hermano cambia el sistema de relaciones dentro del sistema familiar, provocando un aumento de las conductas de apego hacia los padres y conductas de rivalidad hacia el recién nacido.

Con el tiempo, la relación con el hermano se vuelve ambivalente: por un lado, de celos y, por otro, se crea una vinculación afectiva.

Cambios en la Relación Madre-Hijo Tras el Nacimiento de un Hermano

  • La madre dedica menos atención al hijo mayor.
  • Cambia la visión del hijo mayor que hasta entonces era “pequeño”.
  • Se exige y castiga más al hermano ahora mayor.
  • El hermano mayor cambia sus conductas de apego y tiene reacciones negativas con la madre.
  • Siente celos hacia el hermano.
  • Puede presentar síntomas sustitutivos como: no comer, vomitar, etc.

Los Hermanos Establecen un Verdadero Vínculo Afectivo

  • Con frecuencia se cuidan de forma similar a como lo hace la madre.
  • Entre hermanos pequeños se dan conductas de apoyo y cuidado en ausencia de la madre.
  • En situaciones desconocidas se usan como base de seguridad.
  • La ansiedad en las separaciones breves de las figuras de apego disminuye si están los hermanos.
  • El duelo es más fácil si hay hermanos.

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