Al-Ándalus: Sociedad, Economía y Legado del Reino Nazarí de Granada
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El Reino Nazarí de Granada
En el año 1238, Muhamad I se proclama rey nazarí de Granada, estableciendo el último reino musulmán en la península ibérica. Este reino comprendía las actuales provincias de Jaén, Granada, Málaga y Almería. En 1246, el rey cristiano Fernando III conquista Jaén, y Muhamad I se ve obligado a aceptar el vasallaje a cambio de conservar sus tierras. El reino nazarí experimentó constantes luchas internas por el poder. Los benimerines, provenientes del norte de África, intervinieron en estas disputas, apoyando en ocasiones a los aspirantes al trono nazarí y en otras a los reinos cristianos. El último rey nazarí fue Boabdil, con cuya caída en 1492 finaliza el reino nazarí y la presencia política musulmana en la península.
El reino nazarí albergaba una gran población, y Granada se convirtió en su centro político y cultural más importante.
Sociedad de Al-Ándalus
La sociedad andalusí estaba jerarquizada, con una aristocracia en la cúspide conocida como jassa. Esta élite estaba compuesta por árabes y antiguos hispanovisigodos convertidos al Islam. Poseían las mejores tierras, ocupaban los cargos más relevantes y se dedicaban a actividades relacionadas con el mundo científico, artístico y religioso. Gobernaban las koras (provincias) y, en ocasiones, intentaban independizarse del poder central de Córdoba. Fueron los líderes de los reinos de taifas.
Por debajo de la jassa se encontraban los notables, un grupo heterogéneo formado por guerreros, propietarios de tierras, comerciantes, artesanos y jornaleros. Este grupo incluía a bereberes, muladíes (cristianos convertidos al Islam), judíos y cristianos, estos últimos considerados de menor rango.
Finalmente, en la base de la pirámide social se encontraba el pueblo llano o amma, dividido en dos grupos:
- Libertinos: antiguos esclavos que habían obtenido su libertad al convertirse al Islam.
- Esclavos: principalmente eslavos y africanos. Aunque no eran muy numerosos, desempeñaban diversas actividades. Los africanos se dedicaban a la guerra y al correo, mientras que los eslavos realizaban labores domésticas en la casa real. Entre los eslavos, se encontraban los eunucos, hombres castrados destinados a la custodia de las mujeres en los serrallos. El término "serrallo" se refiere al lugar donde los musulmanes tenían a sus esposas o concubinas, aunque también se utiliza para describir cualquier lugar donde se cometen grandes desórdenes obscenos.
Tras la conquista, los árabes confiscaron las propiedades de los visigodos muertos en combate, de los que huyeron y de la Iglesia, exceptuando a aquellos que habían pactado con los conquistadores. Una quinta parte de estas tierras, conocidas como Joms, pasaron a ser patrimonio del Estado. Los campesinos indígenas, llamados xaric, trabajaban estas tierras y pagaban un tercio de las rentas obtenidas al Estado.
Las cuatro quintas partes restantes de la tierra se repartieron entre los conquistadores mediante un sistema de aparcería. Los árabes de pura raza recibieron las mejores tierras. Aunque preferían la vida en el campo (previos), no las cultivaban directamente, sino que las cedían en aparcería a los hispanos. Estos aparceros pagaban a los árabes la misma proporción que al Estado (un tercio o un quinto). De esta manera, el latifundio musulmán sustituyó al visigodo.
Los bereberes también recibieron tierras, pero a diferencia de los árabes, las cultivaban ellos mismos. El propietario de una tierra era conocido como amir. Con el tiempo, surgieron dificultades económicas que llevaron a la parcelación de las tierras para aumentar la productividad.
Posteriormente, llegaron sirios y persas a Al-Ándalus, pero no se les concedieron tierras, sino solo el usufructo del tercio que pagaba el campesino. El campesino, además, debía pagar al Estado el Jarasch. El derecho del xaric era hereditario, pasando de padres a hijos.
La Familia en Al-Ándalus
La familia en Al-Ándalus se diferenciaba de la cristiana en la práctica de la poligamia. Un varón podía tener hasta cuatro esposas legítimas, siempre que la primera esposa autorizara las uniones posteriores. El varón tenía la obligación de mantener a sus cuatro esposas. Además, se permitía un número ilimitado de concubinas o mujeres ilegítimas. Los nobles solían tener un gran número de mujeres en su harén, lo que resultaba en una elevada cantidad de hijos.
A pesar de la poligamia, la mujer en Al-Ándalus gozaba de una consideración relativamente alta. Podía disponer de sus propios bienes, tenía la patria potestad de los hijos, podía acudir a los tribunales sin el consentimiento del marido y divorciarse por motivos justos. Las mujeres salían a la calle, visitaban y recibían visitas, e incluso podían participar en reuniones con hombres estando casadas. Algunas mujeres, insatisfechas con la educación disponible en la península, viajaban a Oriente para ampliar sus estudios. La mujer podía incluso casar a un hijo sin el consentimiento del marido. El hijo heredaba.
El Mundo Urbano en Al-Ándalus
Los árabes preferían la vida urbana. A su llegada a la península ibérica, reconstruyeron ciudades existentes y fundaron nuevas, ya que la región se encontraba muy ruralizada. La ciudad se convirtió en el centro económico, social, político, cultural y religioso. Córdoba fue la ciudad más importante, con una población estimada entre 100.000 y 150.000 habitantes.
Las ciudades estaban protegidas por murallas con puertas orientadas a los cuatro puntos cardinales, lo que facilitaba la comunicación. En el interior, se distribuían en barrios (como los de mozárabes y judíos) y arrabales (habitados por la población árabe). Más allá de las murallas se encontraban huertos, jardines y casas de campo. El núcleo urbano se denominaba medina y albergaba los edificios más importantes, como la mezquita mayor, los baños, el zoco (mercado) y las alhóndigas (almacenes de trigo). Las calles tenían un trazado irregular y eran poco iluminadas.
Economía de Al-Ándalus
La economía de Al-Ándalus se basaba en la agricultura, el comercio de productos agrícolas y artesanales, y el cobro de impuestos. La agricultura tenía como objetivo principal abastecer a la población urbana. El regadío fue un elemento fundamental para el desarrollo agrícola. Se mantuvieron las grandes fincas heredadas de los visigodos, pero los siervos que las trabajaban mejoraron su condición, convirtiéndose en aparceros. Los productos del campo se llevaban a las ciudades. Se introdujeron nuevos cultivos y se mejoraron los sistemas de regadío para aumentar la producción y satisfacer las necesidades de una población en crecimiento.
En las zonas de secano se mantuvieron los cultivos tradicionales de trigo, vid y olivo. En las zonas de regadío aparecieron las alquerías, fincas que incluían casas, cobertizos, tierras de labor, arboledas y granjas. Algunas alquerías estaban amuralladas y contaban con calles, baños e incluso mezquitas. Eran propiedad de pequeños y medianos propietarios, pero las explotaban los aparceros. La mano de obra esclava se utilizaba en muy raras ocasiones.
La agricultura experimentó un gran desarrollo gracias a la introducción de nuevos productos como el arroz, la morera, la caña de azúcar, los cítricos y el azafrán. También aumentó el cultivo de frutales como el cerezo, plantas textiles como el lino, el algodón, el cáñamo y el esparto, y plantas aromáticas, colorantes y medicinales. La miel se utilizaba ampliamente como edulcorante.
Los musulmanes desarrollaron avanzadas técnicas para la gestión del agua. Construyeron pozos, acequias y galerías subterráneas perforadas, e implementaron sistemas de irrigación por medio de terrazas. Aprovecharon las riberas de los ríos para sus sistemas de regadío. El agua era un recurso vital y su uso estaba regulado por ley. En caso de conflicto, un zabacequia (inspector de acequias) se encargaba de resolver las disputas en cada zona.
La artesanía se centraba en la producción de cerámica, vidrio, textiles, cuero y pieles. El comercio se desarrollaba a dos niveles: el comercio local en los zocos de las ciudades, donde se vendían productos agrícolas y artesanales, y el comercio internacional, que conectaba Al-Ándalus con el norte de África, Oriente, el resto de la península ibérica y los reinos cristianos europeos.
De Europa llegaban madera, pieles y metales. De Oriente se importaban oro, esclavos, especias y productos de lujo. Al-Ándalus exportaba excedentes agrícolas y productos de lujo como tejidos de seda, pieles, cerámica y arquetas. Las rutas marítimas fueron muy importantes, especialmente la que unía Al-Ándalus con el Magreb.
Este floreciente comercio fue posible gracias a una moneda aceptada por todos los reinos, incluidos los cristianos. Los reinos cristianos acuñaron su propia moneda, el dirham de plata, mientras que en Al-Ándalus circulaba el dinar de oro. Con el tiempo, estas monedas perdieron valor y apareció el felus, una moneda de cobre.
Impuestos en la Sociedad de Al-Ándalus
En la sociedad de Al-Ándalus, solo se pagaban impuestos al estado, que eran los siguientes:
- La limosna (zakat): Era el principal impuesto y lo pagaban los musulmanes. Constituía la principal fuente de ingresos del Estado y era el único tributo obligatorio para los musulmanes.
- Impuestos territoriales (jaray) e impuesto personal (yizya): Eran pagados por judíos y cristianos.
- Cabala: Era el impuesto sobre el comercio.
- Tributos de vasallaje: Los pagaban los cristianos para evitar ser atacados por los musulmanes. En caso de impago, se realizaban saqueos durante el verano.