Un análisis de la obra "desnudo azul" de matisse.

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Casa Milá (la Pedrera) 1906-10. Barcelona. Antoni Gaudí.
A finales del Siglo XIX y comienzos del Siglo XX, surge el Modernismo como movimiento que aspirará a una renovación total de las artes. Así, veremos como su carácter se extenderá por la pintura, la escultura y, sobre todo, la arquitectura, el diseño y las artes gráficas (siendo muy importante en el desarrollo del cartelismo y la publicidad). No podemos olvidar que se trata de un estilo espiritualmente burgués, puesto al servicio de esta clase social y buscando agradarla por medio, entre otras cosas, de su gusto por lo decorativo (que se dará con profusión y de modo bastante aleatorio). Podríamos decir también que el Modernismo es un estilo decorativo.
La arquitectura modernista se caracteriza por su decorativismo. Utiliza todo tipo de materiales, incluido el hierro, pero en vez de utilizarlos radicalmente en una arquitectura que, explotando las posibilidades de estos, resolviera las nuevas necesidades sociales, los utilizarán de modo artesanal, aprovechando sólo sus posibilidades plásticas. El movimiento recibe distintos nombres según el país: Art Nouveau en Francia y Bélgica, Modernismo en España, Modern Style en Inglaterra y Jugendstil o Sezesion stil en Austria, en los tres primeros países sus formas se caracterizarán por el empleo de líneas curvas creando arabescos de inspiración vegetal y de planos y espacios curvos que, en algunos casos, parecerán desarrollarse de un modo casi orgánico; en Inglaterra y Austria se caracterizará por una mayor pureza formal, un mayor geometrismo, utilización de planos rectos y Racionalismo en la concepción de volúMenes y espacios .
Aunque el Modernismo es un estilo del que podemos observar ejemplos por toda España, la zona dónde éste va a alcanzar más desarrollo es Cataluña, y dentro de ésta, especialmente Barcelona, lo que es lógico si tenemos en cuenta que el Modernismo es, como hemos dicho, un estilo ligado a la burguésía industrial y que el desarrollo de esta clase social en Barcelona era muchísimo mayor que en el resto del estado.
Los arquitectos más importantes de este estilo son Puig i Cadafalch, Doménech i Muntaner, que realizó el Palau de la Música Catalana en Barcelona, y sobre todos destaca la figura de Antoni Gaudí.
Nacido en Reus (Tarragona), las primeras obras de Gaudí recogen el eclecticismo de la época, con formas inspiradas en el gótico, el mudéjar, y la arquitectura islámica. De esta época podemos destacar la casa
Vicens en Barcelona o el palacio episcopal de Astorga.
Posteriormente su estilo evolucionará hacia propuestas más fantasiosas creativas y personales, plenamente modernistas en las que además de los aspectos más decorativos y de procedimientos constructivos en los que lo artesanal tiene mucha importancia (tallado de piedra, forjados,..), desarrollará estructuras y sistemas portantes y de estructuras absolutamente novedosos y de gran pericia técnica (para lo cual se ayudaba de ingeniosas maquetas dónde ensayaba dichas estructuras). De este periodo son obras como la reforma de la casa Batlló, el parque Güell, la casa Milá o la que, a pesar de encontrarse inacabada, es su obra más conocida: La Sagrada Familia, todas ellas en Barcelona.
La Casa Milá es un típico ejemplo de proyecto modernista en el que confluyen arquitectura y artes decorativas. Gaudí diseñaría y supervisaría todo, incluidos puertas, y balcones de hierro forjado, garitas de portero, carpintería de puertas y ventanas, muebles y lámparas. Cuando un industrial de Barcelona, el señor Milá le propuso a Gaudí la construcción de un edificio de viviendas Gaudí tuvo la oportunidad de desarrollar un ambicioso proyecto en un enorme solar de 1000 m2, en una de las esquinas dónde confluyen el paseo de Gracia y la calle de Provenza situada en una zona habitada por la alta burguésía barcelonesa,
Gaudí decidíó crear una fachada en chaflán en la esquina del edificio que, en vez de cortar oblicuamente las fachadas del Paseo de Gracia y la Calle Provenza, parece la continuación lógica y fluida de éstas. Habitualmente, los patios de los edificios de viviendas eran grandes espacios cuadrangulares. En la casa Milá, sin embargo, los patios tienen los contornos redondeados y se van ensanchando a medida que aumentan en altura, a modo de grandes embudos que además absorben la luz y mejoran la ventilación natural de las viviendas abiertas a ellos .Las plantas de los pisos de la casa son todas distintas. Las paredes en ángulo recto desaparecen; las formas interiores son también fluidas y orgánicas y las habitaciones tienen distintas alturas y parece que la casa ha sido concebida de dentro hacia fuera ya que la fachada es una superficie ondulada que se convierte en la continuación orgánica de dicho interior.
Para conseguir esto, Gaudí realizó una innovadora estructura de columnas, vigas y jácenas interiores que permitían cualquier transformación del espacio interior del edificio y que eliminaban toda función portante de la fachada. Ésta fue realizada en piedra y sus formas fueron talladas in situ, basándose en maquetas que precisaban la forma exacta de cada bloque de piedra que la compónía, creando esas ondulaciones en los miradores y balcones que le dan el aspecto de acantilado pétreo que le valíó el sobrenombre popular con la que es llamada (la pedrera significa la cantera en catalán). Los balcones de hierro forjado, también de minuciosa realización artesanal imitan formas vegetales, como si se tratara de plantas que brotasen entre las piedras. Toda la fachada, con sus formas fluidas y rotundas a la vez, tiene un aspecto que prefigura las formas expresionistas. La gruesas columnas inclinadas que flanquean el portal parecen gruesas patas de elefante que avanzan hacia la acera.
En la buhardilla o sotabanco, Gaudí emplea una bellísima estructura de arcos parabólicos (aunque ya había empleado arcos semejantes en el colegio Teresiano y los utilizaría también en la sagrada Familia).
Otros elementos destacables del edificio son la cubierta y las chimeneas con sus caprichosas formas y sus revestimientos de azulejo partido e incluso vidrios rotos que crean en la azotea un misterioso y sugerente paisaje presurrealista.
Una innovación más fue el espacio subterráneo que prefigura el de los garajes que años más tarde se edificarían en otros bloques de viviendas.
Gaudí abandonaría el proyecto de la casa Milá poco antes de su finalización ya que quería decorar el edificio con una serie de esculturas dedicada a la Virgen y los Arcángeles y ver que el modelo que propónía al promotor, el señor Milá que dio nombre al edificio, no gustaba a éste.
Desde entonces, y a pesar de la incomprensión inicial de algunos, la casa Milá ha sido admirada como uno de los proyectos dónde aparece el genio creador de Gaudí en las innovadoras estructuras y formas que, como ya hemos dicho, prefiguran estilos arquitectónicos y artísticos posteriores.
En la primera década del Siglo XX surgirán en Europa los movimientos expresionistas. El término de expresionista se empleará para designar esas formas artísticas en las que la imagen sacrificará el parecido verista respecto al modelo, para potenciar la transmisión de los sentimientos del propio autor, por medio de recursos plásticos como el gesto de la pincelada, la textura de la superficie pictórica, el empleo expresivo de la línea y la simplificación formal.
Evidentemente, el expresionismo no surge de la nada. Ya en 1861, el poeta simbolista Stéphane Mallarmé propónía que el artista debía de ocuparse menos del objeto que representaba que del “efecto que producía”.
Podemos considerar a Van Gogh, Gauguin y al simbolista Redon como predecesores de estas tendencias. Pero además, las influencias de las llamadas artes primitivas, que provenientes de las colonias africanas y de Oceanía llegaban a la metrópoli, así como el interés por la pintura de la alta Edad Media fueron determinantes en la aparición del estilo.
Aunque la expresión de un estado emocional intenso no exija inevitablemente la eliminación de la representación objetiva, lo cierto es que para 1909, el deseo de la expresión de éste y el acercamiento a un estado espiritual, abocará al expresionista Kandinsky a eliminar todo vestigio de referencia al mundo natural, de modo que podemos decir que en los presupuestos expresionistas se contendrá el germen del arte abstracto.
“Fauve” significa en francés “bestia “y éste es el epíteto con el que un crítico calificó despectivamente a un grupo de pintores que expónían en el Salón de Otoño de1905, entre los que se encontraban Matisse, Dérain y Vlaminck. Estos pintores partían en algunos aspectos de los pintores postimpresionistas: la pincelada gestual y las distorsiones de Van Gogh, el color no descriptivo y el decorativismo de Gauguin ,el puntillismo de Seurat y Signac y el modelado por planos de color de Cézanne. El expresionismo Fauve buscará investigar los problemas formales del diseño pictórico.
Entre todos los pintores fauve destaca Henri Matisse quien es junto con Picasso, uno de los pintores más importantes del Siglo XX. Su aportación al arte ha sido fundamental, no sólo por su propia obra, sino por la influencia que ésta ha ejercido en numerosos artistas posteriores.
En sus primeras obras como” Lujo, calma y voluptuosidad”, combinó una factura puntillista de pinceladas más gruesas con una interpretación del color más libre. Paulatinamente, éste, el color, irá distribuyéndose en la superficie en planos más grandes, jugando con los contrastes violentos de complementarios, los gruesos empastes de pintura, y la ausencia de contornos precisos. Posteriormente, su obra evolucionará hasta adquirir una sutileza y elegancia sin par, en imágenes que nos hablan de cierta alegría de vivir, de un mundo placentero, ordenado, reposado ( y , ¿porqué no? Burgués), dónde las formas se irán desnudando de todo lo accesorio, jugando con la elegancia de la línea y las masas de colores planos ordenadas siguiendo un ritmo casi “musical”.
De su obra podemos destacar cuadros como” La raya verde ( Retrato de Mme. Matisse)”, “ La alegría de vivir”, “ La Musique”,“ La danza” que vamos a comentar a continuación, “ La Lección de Piano”, “ Puerta ventana en Collioure”, “La blusa rumana” o los extraordinarios collage finales de la serie “ Jazz”.
La danza.1909-1910. De este cuadro Matisse realizó dos versiones. Se trata de un gran óleo sobre lienzo de 260x 391cm. El gran formato empleado por Matisse busca crear una imagen monumental que dote a lo representado de un carácter casi sagrado.
En él Matisse emplea sólo cuatro colores: el verde y el azul del fondo y el color carne y el marrón del contorneado de las figuras.
Matisse parece resolver en ésta y otras obras la cuestión acerca de la primacía del dibujo sobre el color o viceversa. Aquí parece conciliar el dilema entre la línea (a la que se le relaciona con las tendencias más racionalistas del arte) y el color ( que se emparienta generalmente con las más” emocionales”) en una imagen que es razón y emoción, línea y color a la vez.
En la imagen Matisse parece desembarazarse de todo lo superfluo. Si el tema es clásico y habitual en la pintura más académica del Siglo XIX, el tratamiento no lo es en absoluto.
Desaparecen la corrección anatómica, la convencional representación del volumen por medio del claroscuro al igual que la del espacio por medio de la perspectiva.
Matisse, guiado por un extraordinario y lírico sentido del ritmo así como por un instinto infalible para las armónías de colores convierte el movimiento de la danza en un ritmo de elegantes y expresivas líneas onduladas dónde todo lo superfluo: matices de color, corrección anatómica y verismo, se sacrifica buscando evocar por medio de la pintura ese ritmo musical y sensual de la danza. El éxito de Matisse es total; nunca una pintura con semejante economía de medios pictóricos había evocado con tanto poder el ritmo sensual, seductor y casi sagrado de la danza. Las figuras se convierten en gesto y balanceo; el movimiento de la línea es lo primordial. El cuadro evoca todas las danzas, las más trascendentes y las que afloran en la memoria de Matisse como las de las fiestas populares de su juventud y las sardanas que veía en sus estancias en Collioure.
Matisse realizó este cuadro para un aristócrata ruso que era uno de los grandes coleccionistas de su arte. Tras la revolución la maravillosa colección de este noble fue requisada y pasaría a manos del estado soviético que expondría ésta en el museo Ermitage de San Petersburgo. La obra de Matisse, ya conocida antes de la expropiación, tendría así una enorme influencia en artistas rusos como Malevich que diría haber aprendido de Matisse que línea y color debían ser liberados de todo mimetismo naturalista.

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