Análisis de la Cúpula de Santa María del Fiore de Brunelleschi

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Cúpula de Santa María del Fiore

1. Identificación

Esta obra arquitectónica, la Cúpula de Santa María del Fiore, fue diseñada por el arquitecto Filippo Brunelleschi (1377-1446). Presenta un estilo renacentista (Quattrocento) y su construcción se llevó a cabo entre 1418 y 1446. Se encuentra en Florencia (Italia).

La imagen que se presenta es una fotografía tomada desde el frente de la cúpula. Sus dimensiones son de 114m de alto y 41.7m de diámetro.

2. Análisis

Materiales: Ladrillo, piedra y mármol.

La cúpula presenta un aspecto singularmente esbelto gracias a su perfil ojival –apuntado-, conseguido a partir de la inteligente curvatura de los ocho nervios de mármol blanco (de 4 m de espesor) que ascienden hasta la cúspide. Los nervios se unen y dan paso a una estilizada linterna, diseñada por el propio Brunelleschi.

La cúpula, cuyas ocho caras están recubiertas de tejas rojas, se alza sobre un tambor octogonal de piedras revestido de mármol (blanco, verde y rosado) con una gran ventana circular en cada uno de sus lados, a la manera de un ojo de buey.

Su construcción supuso un acontecimiento excepcional porque se realizó sin cimbras (armazones de madera de forma curva que sirven de soporte a una bóveda o arco mientras se construye) ni andamios que partieran de tierra. Brunelleschi ideó un método autoportante para alzarla. En primer lugar, planteó la cúpula como un doble cascarón octogonal con un espacio vacío en medio. El cascarón interno (de ladrillos y piedra) debía ser más resistente que el externo para sostenerlo.

El espacio vacío central fue calculado para que, entre ambos cascarones, pudiera trazarse una esfera virtual. Este detalle no era gratuito; Brunelleschi había estudiado con detenimiento las cúpulas anteriores y sabía que de esta manera su cúpula (aunque fuera octogonal) se beneficiaría de las cualidades de una cúpula esférica. Así, compensó la presión que se generaba hacia el interior (aunque no hacia el exterior) y dio el paso definitivo hacia la auto sustentación.

La catedral era de estilo gótico y tenía la genuina decoración bicromía de la arquitectura románica toscana; desde su inicio, en 1296, estaba planificada la construcción de una cúpula gigante sobre el crucero y, en 1418, cuando se convocó el concurso para adjudicar las obras, ya se habían prefijado los pilares y el tambor octogonal.

Brunelleschi presentó una maqueta (en la cual colaboraron los escultores Donatello y Nanni di Banco) tan innovadora que, aun antes de acabarla, ya fue elegida. ¿Por qué ganó el concurso tan rotundamente cuando contaba con competidores tan válidos como Ghiberti? Porque fue el único que suscribió una propuesta de construcción sin cimbra. El resto de concursantes realizaron maquetas con versiones a escala de carísimos y casi imposibles andamios que sabían sustentar la cúpula desde el suelo.

Para completar la auto sustentación de la cúpula, mientras se construía se sirvió de las hiladas de ladrillos que la conforman. El artista las concebía como círculos perfectos colocados sucesivamente unos sobre otros; en cada hilada situó, a tramos regulares, series de ladrillos verticales; su número y emplazamiento respondía a un cálculo para que los ladrillos verticales soportaran a los horizontales dispuestos entre ellos. Así, cada hilada resultaba autoportante y, una vez concluida, sustentaba a la siguiente. Quedaban pendientes, sin embargo, algunas presiones, como por ejemplo, el empuje centrífugo que se producía en la base de la cúpula, formada por bloques de piedra que unían los dos cascarones. Esta y otras tensiones fueron contrarrestadas desde el exterior por los propios nervios visibles, muy reforzados, y por diversas semicúpulas de descarga; y desde el interior, por una serie de costillas horizontales concéntricas y por nervios ocultos en cada una de las caras octogonales.

Las soluciones del artista eran ingeniosas y sin precedentes: el peculiar diseño octogonal de doble emparedado. La cúpula se eleva sobre un tambor octogonal, lo que permitía que la cúpula entera fuera construida desde la superficie, sin necesidad de andamios, que suponían un elevado costo.

3. Comentario

El sistema de auto sustentación ideado por Brunelleschi era una novedad excepcional. No en vano, Brunelleschi es considerado el primer arquitecto plenamente renacentista y moderno, que superó los modelos constructivos clásicos (especialmente romanos) partiendo de su análisis crítico y de una postura cercana a la ingeniería.

Para proyectar la cúpula se había basado tanto en los sistemas de construcción romanos como en la tradición gótica de abovedamientos en piedra; de ahí que fuera preciso esperar a que Alberti (libre de influencias medievales) afirmara la madurez renacentista.

La cúpula de la catedral reivindicaba indirectamente el que sería elemento básico del arte del Renacimiento: la perspectiva. En el ámbito urbanístico, sobresalía por encima del resto de las construcciones y se convertía en punto de fuga por excelencia; en su propia estructura, el hecho de que sus nervios, visibles desde el exterior, se unieran para dar paso a la linterna, subrayaba su carácter de composición mono focal y centralizada.

El éxito de la cúpula fue tan grande que este elemento se convirtió en distintivo de las iglesias renacentistas. Miguel Ángel, al proyectar la de San Pedro de Roma, afirmó que “quería hacer su hermana mayor pero no más bella”. Durante casi cinco siglos, los arquitectos, tanto de Europa como de América, reprodujeron las soluciones propuestas por Brunelleschi y su concepción espacial de las iglesias.

Alberti consideraba la cúpula de la catedral de Florencia “amplia como para cubrir con su sombra todo el pueblo toscano”. Esta cúpula, concebida para convertirse en la mayor y la más alta de las iglesias de Italia, cambió totalmente la imagen de Florencia y le confirió la grandiosidad que la ciudad reclamaba. Florencia, considerada durante años como la “nueva Roma”, vivía entonces su máximo esplendor artístico y mercantil.

El artista de esta obra arquitectónica tan maravillosa se hizo con la ejecución del proyecto más ambicioso de su tiempo: la finalización de la catedral de Florencia. Versado en matemáticas y geometría e inventor de máquinas y técnicas constructivas, había recibido una formación (aprendiz de orfebre) atípica en un arquitecto, que lo ayudó a emanciparse de las tradiciones arquitectónicas locales y a convertirse en un innovador.

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