Análisis crítico del Utilitarismo de Mill: Libertad, felicidad y dilemas morales

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La falacia de la felicidad deseable

El utilitarismo de Mill ha sido objeto de críticas al argumentar que la felicidad es deseable porque es deseada. Esta confusión entre "deseado" y "deseable" ha dado lugar a dos falacias:

  1. Falacia de la composición: Inferir que todos desean la felicidad general a partir del deseo individual de felicidad.
  2. Falacia naturalista (Moore): Derivar un juicio de valor (lo deseable) de un enunciado descriptivo (lo deseado).

Sin embargo, Mill matiza que lo deseable coincide con lo que desean los hombres moralmente desarrollados.

El utilitarismo y el mundo feliz

Algunos críticos argumentan que el utilitarismo llevaría a un "mundo feliz" distópico como el de Huxley. No obstante, Mill, al igual que otros pensadores reformistas, priorizaba las mejoras materiales sin sacrificar la libertad individual, esencial para la felicidad personal (Sobre la Libertad). En Consideraciones sobre el gobierno representativo, Mill rechaza la idea de un dictador benévolo, ya que la felicidad es una conquista humana basada en el autogobierno y la participación pública. Su preocupación principal no son las acciones útiles bajo un gobierno así, sino la condición infrahumana de los gobernados, cuyas capacidades intelectuales y morales se verían mermadas (a diferencia de Platón).

El cálculo utilitario y la experiencia

La objeción sobre la falta de tiempo para calcular las consecuencias de una acción sobre la felicidad general es respondida por Mill apelando a la experiencia acumulada por la humanidad, que proporciona principios subordinados para la acción (Utilitarismo de la regla).

Consecuencias inaceptables y reglas morales

Ante ejemplos como la mentira beneficiosa o el incumplimiento de promesas en situaciones excepcionales, Mill argumenta que las reglas morales son generalizaciones que pueden quebrantarse en casos excepcionales. A diferencia de las éticas deontológicas (como la kantiana), Mill no considera las normas como incuestionables, aunque reconoce la importancia del legado moral de la humanidad. En casos excepcionales, estas normas pueden reformarse, mejorarse o incluso suspenderse, atendiendo a consideraciones utilitarias.

La libertad individual y sus límites

¿Tiene razón Mill al sostener que un individuo adulto debe ser libre para vivir su vida como quiera?

Mill defiende la libertad individual siempre que no perjudique a otros. Sin embargo, su definición de "perjuicio" es imprecisa. Descarta la ofensa como perjuicio, argumentando que casi todos los estilos de vida ofenden a alguien. La falta de un criterio claro sobre el grado de perjuicio que justifica la intromisión social deja la aplicación del principio sujeta a factores subjetivos. Esto se evidencia en la contradicción de Mill al prohibir en público acciones permisibles en privado, y en su incertidumbre al tratar casos como la prostitución y el juego. Si bien considera que fornicadores y jugadores no dañan a otros, cuestiona la libertad de quienes los incitan por lucro, limitando su capacidad de decisión. Su argumento sobre la "madurez" de la clase trabajadora para justificar la regulación del alcohol, pero no otras actividades, revela la influencia de factores subjetivos en sus decisiones.

Educación, verdad y libertad

La defensa de Mill de una educación formativa y no condicionante es positiva, ya que la verdadera libertad se alcanza mediante el examen crítico. Sin embargo, la libertad individual no se logra solo eliminando obstáculos, sino garantizando los medios necesarios para ejercerla. Su argumento sobre la necesidad de discutir la verdad para fortalecerla es acertado, aunque innecesario, dado que nadie es infalible. Su defensa de la no intromisión estatal en tribunales no políticos es válida, pero es crucial garantizar la independencia del poder judicial en asuntos políticos para un verdadero funcionamiento democrático.

Intervencionismo estatal y libertad económica

Contrario a la postura de Mill, el intervencionismo estatal en el ámbito laboral y económico protegió a Europa del capitalismo explotador, justificado por algunos liberales apelando a la libertad individual y al derecho a participar libremente en contratos.

Libertad de expresión y la paradoja de la tolerancia

Finalmente, Mill se equivoca al permitir la libertad de expresión siempre que no incite a la violencia. La tolerancia a la intolerancia y la democracia con los antidemócratas pueden llevar a la violación de derechos minoritarios si estas ideas, inicialmente inofensivas, ganan poder e influencia.

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