El Amor y la Vida en la Poesía de M.H: Un Viaje a Través de la Emoción
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1. El Amor en la Poesía de M.H
La poesía hernandiana tendríamos que calificarla como poesía amorosa; ni un solo poema queda al margen del sentido amoroso: amor a la mujer, al hijo, al pueblo, a la amistad, a la vida. La herida amorosa de M.H se manifiesta en su producción poética. En una primera etapa se encuentran ecos románticos y postrománticos. En el ciclo de "Perito en lunas" aparece el tema amoroso como una intencionalidad de carácter sexual. En la mayoría de los poemas de El rayo que no cesa, el amor adquiere acento de pasión atormentada que aflige al poeta por la ausencia o la no correspondencia de la amada. A lo largo de todo el mosaico está presente la pena.
Otro de los elementos presentes en el libro es el toro como símbolo de un destino trágico y sangriento. Podemos decir que en su primer gran libro encontramos reminiscencias del dolorido sentir de Garcilaso y del desgarro afectivo y pesimista en su existencialismo de Quevedo, ya que el amor es vivido como una fatal amenaza y tortura.
Dentro del tema del amor encontramos amor-dolor, donde la amada es representada en tres musas: María Cegarra, Josefina Manresa y Maruja Mallo; y otro, el amor-esperanza. Este motivo se aprecia en el amor a Josefina Manresa como esposa y madre. La elegía a Ramón Sijé significa la expresión de amor por el amigo. En "Viento del pueblo" exalta la virtud del amor y solidaridad con el pueblo. "El hombre acecha" contiene un amor más maduro, acrisolado en la lucha y en la desesperación. El amor es sinónimo de muerte.
En su último libro, "Cancionero y romancero de ausencias", vemos el tema del amor bajo la visión del hijo fallecido de Miguel. Las herencias de la triple ausencia de su esposa, su hijo y de la libertad. Podríamos concluir diciendo que en la obra de M.H, el amor es un núcleo temático central.
La Vida y la Muerte en la Poesía de M.H
En todas las biografías de M.H, una de las mejores es M.H: Pasiones, cárcel y muerte de un poeta. Independientemente de los estilos y tendencias literarias, los primeros poemas contienen un soporte de cierta despreocupación consciente de vitalismo, despreocupado y de optimismo natural. Son muchos los poemas en los que rinde homenaje a la naturaleza; todo lo vivo es bello. En estos poemas, M.H nos presenta alborozado y vital. M.H percibe las cosas como si estuvieran vivas: la piedra amenaza, la luna se diluye en las venas. Aquí no hay muerte.
El rayo que no cesa e incluso Perito en lunas se trata de una pena más literaria que vívida. Tras la exaltación de la naturaleza llega la melancolía, que no es más que la interiorización de la vida circundante. Esa incorporación de la melancolía viene dictada por la enorme personalidad del poeta. En M.H hallamos unidas la vida y la muerte. M.H llena de vida y de muerte su producción. Todo es finalmente vida y muerte en la poesía de M.H. Ambos elementos configuran la imagen que tiene el poeta del mundo.
En El rayo que no cesa, el poeta consigue una maduración íntima del concepto del amor como destino trágico del hombre. El amor es muerte. No queda lejos de ese destino la sangre, tópico que llega a constituir uno de los soportes fundamentales de la propia biografía. La sangre es vida porque sale del corazón. En M.H, la sangre es pura materia sagrada. El poeta recoge la idea de la vida como una pena en el verso.
En El hombre acecha, el poeta ofrece la misma libertad: sus ojos, sus manos, sus pies, todo. Es característica esa lucha constante del poeta por conseguir la plenitud de cuanto va viviendo. Y el poeta absorbe todos los jugos de la naturaleza, vive todas las sensaciones, vive con pasión el amor como descubrimiento, el amor como ausencia. La vida y la muerte forman parte de un entramado sensual y arrebatado. Llegará la muerte cuando al poeta se le niegue el amor.
Sin embargo, de Ramón Sijé, sus versos se llenarán de rabia y dolor. En la elegía dedicada a Ramón Sijé aparecen términos que configuran un mosaico de dolor y de rabia. El tema del hijo muerto será una constante pena. En El hombre acecha, le escribe unas palabras a Pablo Neruda. Cuando pasa la guerra, los poemas se oscurecen con el desengaño y la tristeza. En la cárcel compone lo que podríamos describir como un diario de desolación. Es azotado por una enfermedad médicamente mal tratada y vive en la soledad. Ha llegado la hora de la resignación; no obstante, los últimos poemas son tal vez los más tiernos y melancólicos de toda la obra. Se cierra el ciclo volviendo al amor. Aparecen constantemente la amada y el hijo. Muchos de los acontecimientos definen al autor como un ser que casi desde siempre convive con la idea de la muerte.