El Amor y la Educación: Actitudes, Religión, Razón, Disciplina y Corrección

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El Amor

Se refiere a una actitud cotidiana. Racimo de virtudes, relaciones, actitudes y conductas, que se demuestran en palabras, gestos, ayudas, dones, sentimientos de amor, de gratitud y cordial disponibilidad. Deseo de compartir la vida y de acompañar prudentemente dejando que el joven se exprese y, al mismo tiempo, ofreciéndole estímulos para que enriquezca su mentalidad. El joven se siente inmerso en una relación positiva y favorable con los adultos que él considera significativos. El amor se traduce en dedicación del educador como persona entregada totalmente al bien de sus educandos, dispuesta a afrontar sacrificios y fatigas.

Actitudes del Amor Educativo

  • Sincero afecto hacia el joven.
  • Dar el primer paso.
  • Aceptación incondicional del educando: genera en el joven seguridad en sí mismo, lo hace persona y sujeto activo de su propia formación.
  • Comprensión: que genera familiaridad y confianza.
  • No sólo amar, sino demostrar perceptiblemente que se ama (“No sólo querer a los jóvenes, sino que ellos se den cuenta de que son amados”)
  • Actitudes de búsqueda, de disponibilidad al encuentro, de acogida y de diálogo, de paciencia, de familiaridad y confianza, de reconciliación.
  • Intencionalidad: Lo orienta hacia un proyecto de vida de realización personal.
  • Pedagógica: acompaña los procesos de crecimiento.

La Religión

“La religión por sí sola es capaz de comenzar y realizar la gran obra de una auténtica educación”. La trascendencia hace que los jóvenes descubran el sentido de la vida y la alegría de vivir. Señala la santidad como meta posible de alcanzar, a través del cumplimiento fiel de sus propios deberes. La religión debe brotar de convicciones personales, sin imposiciones, pero estimulada por continuas sugerencias. Los jóvenes deben encontrar respuestas más allá de lo material a los problemas que les interesan (integración trascendencia-vida). La religión no se enseña para obligar las conciencias, sino para permitir a cada uno elegir su sistema de valores: el educando no es libre si no puede elegir entre referencias que conoce. Así, es percibida como elemento de liberación y promoción del individuo y la sociedad.

La Razón

Busca persuadir y corregir, más que reprender y castigar. Usa la persuasión, en su función preventiva y motivadora. Implica claridad de ideas y culto de la verdad. Dominio de la impulsividad de los sentimientos y las pasiones. Educar para la crítica, no vacía, sino con objetivos concretos y anclada en una experiencia diaria de los hechos, juzgados y valorados.

La razón: Controla la afectividad para que no se desborde. Impregna de sentido común el ambiente educativo. Busca lo esencial y lo simple. Favorece la capacidad de juicio y el formarse convicciones personales para gobernar la vida. Pide, según Don Bosco: Racionalidad de la presencia del educador. Racionalidad de las normas y disposiciones.

La Disciplina

Disciplina interior: una pedagogía liberadora supone constantes “llamadas” al educando para que se autodiscipline, creando mecanismos de equilibrio moral y autocontrol, y posibilitando que interiorice y depure sus intenciones y motivaciones. Disciplina exterior: herramienta de trabajo, de organización, que permite el crecimiento del muchacho haciéndole ver, ante la falta, la necesidad de su reparación y superación. No es algo mecánico, sino que implica un proceso de ir asumiendo la responsabilidad personal y grupal dentro de la comunidad: La norma debe ir perdiendo fuerza, en la medida en que la fuerza del amor va adueñándose de la conciencia del individuo.

La Corrección

Las prescripciones no bastan para impedir las faltas, y cuando se cometieron es menester el aviso y la corrección. El aviso: mensajes a todos los jóvenes para prevenir que cometan faltas; mensajes al oído para prevenir que se equivoquen. La corrección: no corregir por corregir, sino corregir para que el chico mejore. Corregir con claridad. No dejarse llevar por la ira.

Sanciones

Tienen como finalidad estimular el bien, supliendo provisionalmente la inmadurez del joven. Sanción positiva (Premio): estímulo, recompensa, aliento ante una meta lograda. Debe dosificarse en relación a cada etapa del proceso y a cada educando. Es importante premiar y exaltar la buena conducta, la intención más que el éxito material, el esfuerzo y la mejora de quienes no logran resultados apreciables. Sanción negativa: es imponer una pena o castigo por la violación de una orden legítima y conocida. Su meta es provocar un juicio crítico que inicie un proceso de rectificación desde el interior del educando. El ideal es llegar a que el alumno se sancione, acepte su error y se imponga una reparación que será a la vez estímulo.

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