Alta comedia escenario
7. EL TEATRO DE 1939 A 1975. Antonio BUERO VALLEJO
Los años cuarenta
En los primeros años de la posguerra se utilizó el teatro como medio de propaganda política e ideológica al servicio del régimen. Pero es el teatro comercial, de evasión, el que domina en los escenarios españoles. Dentro de esta línea se suele distinguir la llamada “alta comedia” o “comedia burguesa” y el teatro humorístico.
* La alta comedia se caracteriza por el cuidado en la construcción de la obra, la dosificación de la intriga para mantener la atención del espectador y la transición brusca entre escenas cómicas y sentimentales. Los personajes suelen pertenecer a la burguésía acomodada y los temas más reiterados son los relacionados con el matrimonio (infidelidad, celos…), a veces con una cierta actitud crítica o satírica, pero sin rebasar los límites que impone el gusto del público. Destacan en este sector autores como José María Pemán, Juan Ignacio Luca de Tena, Joaquín Calvo Sotelo o Víctor Ruiz Iriarte.
* La línea humorística está dominada por la ordinariez, la pobreza imaginativa, el chiste fácil y el mal gusto. Sin embargo, hay dos autores que merecen destacarse por su intención de hacer un teatro de humor inteligente: Enrique Jardiel Poncela (que da entrada a la imaginación, lo inverosímil, lo fantástico y el absurdo) y Miguel Mihura, que gozará del gusto del público en la década de los cincuenta a partir del estreno (1952) de Tres sombreros de copa (escrita en 1932).
Los años cincuenta
Aunque sigue predominando el teatro comercial, se estrenan dos obras fundamentales: Historia de una escalera (1949) de Antonio Buero Vallejo y Escuadra hacia la muerte (1953) de Alfonso Sastre.
Con ellas se abre el período de la llamada “generación realista” a la que pertenecen José María Rodríguez Méndez, Carlos Muñiz, Lauro Olmo y José Martín Recuerda.
La presión de la censura hizo que estos autores se agruparan en torno a dos posturas enfrentadas: por una parte, los que defendían la necesidad de plantear una crítica abierta y directa aun a riesgo de no ser representados; esta es la postura de Alfonso Sastre -cuyas obras eran siempre prohibidas por el régimen (fue incluso encarcelado en varias ocasiones)- quien funda en 1950 el TAS (Teatro de Agitación Social) y en 1960 el GTR (Grupo de Teatro Realista). Por otra parte, quienes creen fundamental dosificar la carga crítica y “disfrazar” el lenguaje teatral para poder llegar al público (posibilistas), postura mantenida por Buero Vallejo.
El teatro realista (o social) tiene una temática social y política, centrada sobre todo en las clases trabajadoras (explotación, falta de libertad), personajes presentados como víctimas. La estética es cercana al Realismo naturalista o al expresionismo (influencia de Valle Inclán), y el lenguaje, directo y provocador, con frecuentes elementos coloquiales e incluso vulgares.
Años sesenta
Como en la década anterior, sigue dominando el teatro comercial en los escenarios y se sigue escribiendo teatro social, pero a mediados de esta década surgen intentos de renovación, en dos frentes:
* Una serie de autores opuestos a la estética realista que conciben el teatro como un
“espectáculo total” en la línea de Antonin Artaud.
Dan relieve a los aspectos no textuales (escenografía, luces, música, efectos especiales) y pretenden que el espectador tome parte activa en la representación, para lo que eliminan la separación entre
escenario y público. Siguen desarrollando la crítica social y política contra el régimen y para salvar la censura tienden a utilizar la parábola o la farsa. Son autores como José Ruibal, Manuel Martínez Mediero, Luis Riaza, Miguel Romero Esteo y Francisco Nieva.
* Los “grupos de teatro independiente”, que actúan fuera de los circuitos comerciales, a imagen de los “teatros de bolsillo”, de cámara o experimentales del resto de Europa y América. Su máximo desarrollo viene después de los años setenta con grupos como Els Joglars, Els comediants, La fura dels baus, el Teatre Lliure (Cataluña);
La Cuadra (Andalucía), Tábano y Los Goliardos (Madrid).
Además, hay que destacar el trabajo de dos autores “especiales”:
Antonio Gala, que cultiva un teatro poético, con un lenguaje muy cuidado y un cierto tono moralizante o didáctico; y Fernando Arrabal y su “teatro pánico”: crítico, “antirrealista” y con elementos vanguardistas.
Antonio Buero Vallejo
Buero Vallejo es el autor clave de la generación realista. Su producción está marcada por el compromiso con los temas humanos más universales, ya sean de carácter existencial o social. Su género preferido es la tragedia, con ella pretende la “catarsis” del espectador, que debe conmoverse ante lo representado y luchar para labrarse su propio destino. Se trata de un teatro “problemático”, porque el dramaturgo se limita a plantear los problemas y el espectador debe encontrar sus propias soluciones. Entre sus obras destacan los dramas históricos, en los que un hecho del pasado sirve como modelo para hechos o conductas actuales (Un soñador para un pueblo) o los dramas en los que los personajes sufren algún tipo de limitación física (ceguera) que simboliza las limitaciones humanas para enfrentarse con la realidad (El concierto de San Ovidio, La Fundación, El tragaluz).
En cuanto a los aspectos técnicos y literarios, destaca la dimensión simbólica del espacio y el tiempo; la oposición entre personajes “activos” y “contemplativos”; el mantenimiento de la intriga; el empleo de signos e indicios; la síntesis entre Realismo y simbolismo; y el empleo de un diálogo denso, hondo y preciso.