La Agricultura de Vanguardia y su Impacto en la Producción de Alimentos en España y Canarias

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BLOQUE TEMÁTICO 6: LA AGRICULTURA Y LA PRODUCCIÓN DE ALIMENTOS. LA AGROINDUSTRIA ALIMENTICIA

6.1. La Agricultura Intensiva

La Agricultura Innovadora y de Vanguardia en España y Canarias. Sus Impactos Ecológicos, Económicos y Sociales

La agricultura de vanguardia mediterránea. Esta modalidad se ha implantado con una intención renovadora de avance y exploración en el proceso productivo: progreso en los territorios que se instala, nuevos paisajes en el campo y en las poblaciones de su entorno, al crecer demográficamente y urbanísticamente los municipios afectados. Acompañados de profundos cambios y mejoras en el bienestar socioeconómico por la doble vía de la rentabilidad del empresario y su alta demanda de mano de obra bien remunerada (media de 4 trabajadores / Ha. / Año), y al aumentar las exigencias de nuevas viviendas y mejores dotaciones de servicios.
La diferenciación con otras agriculturas peninsulares y europeas no sólo reside en la presencia de unos cultivos determinados y en el carácter forzado de los mismos (plantaciones hortícolas de riego localizado, sobre todo en hidropónicos en invernadero con calefactores), ya que también el rasgo que más personalidad otorga a esta agricultura es su elevada rentabilidad económica (cítricos, hortofrutícolas, flores, fresón, hortalizas tempranas bajo plástico o al aire libre - en retroceso -...).
De otro lado, las producciones hortofrutícolas se han tenido que adaptar a las pautas impuestas en especies y calidad por los grandes mercados centroeuropeos, de modo que no se produce aquello que se considera más óptimo desde un punto de vista de tradición agraria, sino que se produce lo que se demanda. Así, el campo de cultivo es dirigido indirectamente por los consumidores. Se establece, pues, una relación muy estrecha entre cultivo y mercado, de ahí que gran parte de estas explotaciones estén controladas directa o indirectamente por empresas exportadoras.
Los trabajadores reciben unos ingresos económicos similares a los obtenidos por los trabajadores empleados en la industria y en el sector servicios en la misma región. Los precedentes hay que buscarlos en los años sesenta en los cultivos protegidos del Campo de Dalías; el modelo ya existía, pero era necesario adoptarlo en otras comarcas del Sureste Ibérico de las provincias de Murcia y Alicante y en la costa granadina, donde la escasez de recursos hídricos exigía buscar cultivos y sistemas de producción de alta rentabilidad económica para poder afrontar no sólo el elevado precio del agua para riego, sino también el coste que supone contar con la abundante mano de obra que precisa este sistema de agricultura.
Así, en mayor o menor grado esta agricultura de vanguardia se propagó durante la década de los 80 por muchas comarcas litorales españolas (Maresme, Huerta de Valencia, Campo de Cartagena - 20.000 Has., Campo de Níjar, Campo de Dalías - 22.500 Has., Valle del Guadalentín y Águilas - 20.000 Has. - y Costa de Huelva, entre otras). Tres razones justifican su localización: 1) la escasa humedad ambiental y las más de 3.000 horas de insolación anuales - lo que implica la disponibilidad de elevados volúmenes de agua para el riego -, 2) la existencia de empresarios agrícolas que a la vez operan como intermediarios y que comercializan directamente sus frutos en los mercados europeos, o a través de asociaciones de cosecheros-exportadores, y 3) la proximidad a las zonas productoras de dos viales de penetración rápida en Europa, de modo que en 36 horas se sitúan los camiones en los mercados sin rupturas de carga, o en 48 horas los ferrocarriles de alta velocidad.
Bajo este modelo agrario de vanguardia del Sureste Peninsular se ha asistido en los años 70 y 80 a una extraordinaria mutación de los secanos tradicionales, reconvertidos en áreas de regadío. Algunos de los cultivos más representativos serían las variedades de lechugas como la Iceberg (Murcia y Almería), las variedades de pimientos: Italiana, Morrón y California (Campo de Dalías en invernaderos de cristal con instalación de aire caliente para su floración y crecimiento). Variedades de rosas como la Dallas, Costablanca y Cocktail en los muy tecnificados invernaderos del Campo de Elche, donde también se cultivan diversidad de ornamentales. Todos ellos bajo sistemas de gran intensividad, con gran interés social por su importante generación de puestos de trabajo, y de gran rentabilidad. Esta agricultura ocupa en la actualidad algo más de 100.000 hectáreas, casi la tercera parte de la superficie de regadío del Sureste Peninsular. Toda esta actividad agrícola de vanguardia ya no es una cuestión regional, sino de economía y planificación estatal.
El futuro de esta agricultura va a depender fundamentalmente de su rentabilidad; en cuanto ésta se reduzca a los términos normales de otras actividades agrícolas, aunque beneficiosa, podría desaparecer o limitarse a explotaciones familiares, pues los grandes empresarios no tendrán ningún atractivo en ella, si se contabilizan las fuertes inversiones a realizar y el elevado riesgo a asumir. Estos empresarios sólo la encuentran interesante por sus sustanciales beneficios en un corto periodo de tiempo. Desde luego, cuenta con factores muy favorables como los climáticos y los de buena accesibilidad a los mercados. Pero también cuenta con inconvenientes que se intentan mitigar, como la degradación del suelo con el uso de la “lana de roca”, los residuos líquidos con abonos químicos reutilizados en los cultivos hidropónicos, o los pesticidas mediante la pulverización automática en circuito cerrado o a través de la lucha biológica, y los plásticos que necesitan de plantas de reciclado. Terminaremos subrayando el de más graves consecuencias: el agotamiento de los acuíferos, al que se intenta hacer frente mediante: a) la explotación racional de los acuíferos, b) la aportación de aguas alóctonas, y mediante la desalación de aguas subterráneas y marinas. Aunque es justo señalar que los pioneros en la instalación de plantas de desalación por ósmosis inversa fueron estos agricultores.
A pesar de todos estos inconvenientes, son muchos más los beneficios que representa esta modalidad de agricultura: 1) demanda de numerosos efectivos de mano de obra, 2) favorecedor de la investigación agronómica, 3) efecto multiplicador (plástico, embalajes, transportes, banca, comercio...), 4) ha elevado el nivel de vida de los trabajadores y empresarios que viven de ella, igualando al sector de los servicios, y 5) el importante efecto generador de divisas se ha visto fuertemente limitado por las sucesivas ampliaciones en la Comunidad y por la generalización del euro. Consecuentemente, la actitud de los geógrafos ante el futuro y perspectivas de la agricultura de vanguardia, en conjunto, está evolucionando hacia posturas de aceptación y defensa, sobre todo cuando se destaca el papel tan decisivo que juega en un mejor desarrollo socioeconómico de las comarcas de implantación que ahora forman parte de la sociedad del bienestar. Solamente aquellos que mantienen posturas prioritariamente conservacionistas son los únicos oponentes a estos modos de productividad agrícola.
En lo que respecta a la Agricultura Innovadora de Exportación Canaria.
Se trata de una agricultura fuertemente capitalizada, en términos generales, lo que ha permitido un aumento sustancial de los rendimientos con una gran economía de agua y de mano de obra. No obstante, ha empleado terrenos a precios relativamente bajos en comparación con los elevados costes de instalación, situándose con bastante frecuencia en terrenos no aptos para cultivos de regadío al aire libre, que se han visto revalorizados tras la aparición de los “cierres”.
El otro factor esencial en la localización de estos cultivos especiales es el del transporte. Se hace imprescindible para este tipo de agricultura la existencia de una buena red de transporte que permita enviar sin demora la mercancía a los clientes europeos. Por ello, la mayoría de los invernaderos se localizan en las islas con las mejores comunicaciones: Gran Canaria y Tenerife. Ello es particularmente relevante para las producciones de flores y esquejes, ya que resulta básico colocarlas en los mercados a las pocas horas de la recolección; con lo que se imposibilitan los transbordos.
En términos más generales, esta mejora del transporte y sobre todo del aéreo hay que relacionarla con el auge económico de las islas, y en especial con el del turismo. Lo que ha posibilitado un progreso de las comunicaciones y, por consiguiente, una mayor accesibilidad de los mercados europeos. También, y a partir de la década de los sesenta, la notable mejora en el nivel de vida de estos países favoreció la demanda de flores y productos hortícolas fuera de temporada (de entre ellos, el que más ha permanecido es el tomate).
Los cultivos en que se especializó esta nueva agricultura han sido los siguientes: pepinos, pimientos, tomates, flores y plantas ornamentales en general. Por otra parte, las exigencias de capital y de tecnología avanzada han hecho que fundamentalmente el campo de la floricultura esté concentrado en manos de empresas con importantes recursos financieros y conexiones con los centros de mercado. Entre esos capitales foráneos predominan los europeos. Otro de los aspectos destacables es el predominio del plástico en los invernaderos de la región, a cuyas condiciones naturales se adapta bien, ahorrándose con ello las cuantiosas inversiones que significa el vidrio.
La Agricultura Ecológica. Una Reacción a los Impactos Económicos, Ecológicos y Sociales de la Agricultura Industrial.
En los últimos decenios, las nuevas técnicas de producción han dado lugar a la obtención de cosechas sin precedentes y al dominio de los recursos disponibles; todo ello con la finalidad de incrementar al máximo los rendimientos por unidad de superficie, y sin tener para nada en cuenta los impactos negativos, a veces de carácter irreversible, que esta forma de agricultura ejerce sobre la biodiversidad.
Como consecuencia de ello, la visión agrícola actual está separada en dos vías de actuación: una sigue las reglas de la denominada “Revolución Verde”, la otra vía plantea una tecnología alternativa, como respuesta a las consecuencias negativas de la agricultura convencional sobre la calidad de los alimentos y el medio ambiente. En este amplio movimiento encaja la agricultura ecológica.
La agricultura y la ganadería, tal y como se practican en el mundo industrial, son en la mayoría de los casos intensivas o productivistas, es decir, están encaminadas hacia la máxima rentabilidad y, como consecuencia, hacia la máxima explotación del suelo y de los animales, ignorando sus repercusiones sobre el medio y la salud de los seres vivos.
Los frutos de este enfoque fragmentario ya se han dejado sentir sobre los ecosistemas de diversas maneras: alto coste energético, pérdida de fertilidad y erosión del suelo, problemática del monocultivo, contaminación de los recursos naturales, pérdida de calidad natural de los alimentos, la degradación del medio ambiente, el problema de la ganadería, la repercusión social.
En síntesis, la agricultura ecológica es un sistema de producción que evita o excluye el uso de fertilizantes sintéticos, pesticidas, reguladores del crecimiento y aditivos en los piensos. Hasta donde es posible se utiliza la rotación de cultivos, adición de subproductos agrícolas, estiércol, leguminosas, desechos orgánicos, rocas o minerales triturados sin transformar, así como el control biológico de plagas. Todo ello para mantener la productividad del suelo y el cultivo, para proporcionar nutrientes a las plantas y para controlar los parásitos, las malas hierbas y las enfermedades.
En cuanto a los objetivos de la agricultura ecológica, ésta no persigue tanto maximizar la producción y los rendimientos, como hacerlos compatibles con la estabilidad del ecosistema implicado. Por lo tanto, las técnicas utilizadas deberían cumplir una serie de objetivos: construcción y mantenimiento de la fertilidad del suelo, freno a la degradación de la estructura del suelo, utilización de técnica de cultivo adecuada, no utilización de productos tóxicos ni contaminantes, control biológico de plagas y enfermedades de las plantas, producción de alimentos de calidad natural, utilización óptima de recursos y potencial local.
6.2. El Agrobusiness. El Desarrollo del Sistema Agroindustrial en el Mundo.
El Concepto de Sistema o Complejo Agroalimentario, creado en 1957 por Davis y Goldberg con el término agrobusiness, siendo introducido en Europa por Malassis, sirve para definir el conjunto formado por la agricultura e industrias relacionadas con ella, la industria de transformación y el comercio de productos alimenticios. De tal manera que el complejo agroalimentario está compuesto por tres subsistemas: el primero de ellos corresponde a la producción agraria de alimentos, el segundo a la industria transformadora de alimentos, y el tercero a la comercialización de alimentos, existiendo interrelaciones muy importantes entre ellos. Juan i Fenollar (1978) añade a esta definición que la formación del complejo agroalimentario es una consecuencia del proceso de industrialización y urbanización capitalista, ya que el crecimiento acelerado de la población y el proceso de urbanización han separado cada vez más al productor de alimentos del consumidor. También señala que en la sociedad actual se han producido cambios importantes en el comportamiento alimentario con una disminución del consumo de alimentos frescos frente a un consumo creciente de alimentos transformados. En definitiva, el sistema agroalimentario sería una adecuación del sistema agrario a las necesidades alimenticias de la población.
FORMAS DE INTERVENCIÓN AGROINDUSTRIAL EN LA ACTUALIDAD EN LOS PAÍSES DEL TERCER MUNDO.
El sistema agroindustrial está basado, esencialmente, en el control del mercado productivo (práctica oligopolística y monopolística) más que sobre la profundización de las relaciones de producción capitalistas, y lo consigue presentándose como comprador único. Es a partir de esta praxis como se definen los diversos grados de integración y de impacto sobre la agricultura, que se pueden agrupar en tres tipos: 1) el tipo de plantaciones, 2) el tipo de agricultura contractual y control indirecto de la producción, y 3) el tipo de relaciones triangulares (Estado, firmas, campesinado).
1) Tipo de Plantación en Propiedad.
La gran plantación es la forma de explotación más expresiva de la agricultura capitalista. Es el grado máximo de integración, pues la plantación y la producción agrícola en general están directamente unidas a la industria de transformación. Las tierras han sido objeto de compra, y su explotación es administrada directamente por la industria. El complejo americano de la Gulf and Western posee en la República Dominicana 113.200 Has. de plantaciones, dedicadas principalmente a la caña de azúcar y surtiendo a la primera industria azucarera del mundo. Este conglomerado con sede en Nueva York tiene diversos campos de actividad que van desde la producción de films cinematográficos (Paramount) hasta la distribución de piezas de automóviles.
Ella (la Gulf and Western) depende cada vez menos de un solo producto, pues intenta potenciar otras producciones como el plátano y diversos frutos tropicales, así como la cría de ganado para la obtención de carne en sus propias tierras. Se trata de un verdadero enclave de agricultura capitalista utilizando una tecnología modernísima y un proletariado agrícola esencialmente móvil. Como ya se ha señalado anteriormente, la forma antigua de la economía de plantación estaba generalmente especializada en un solo producto y sostenía unidades industriales de pequeño tamaño.
Los poderosos medios financieros de que disponen estos grupos industriales les permiten desempeñar un papel pionero agrícola incluso en los propios Estados Unidos, como sucede en las Marismas de Florida, dominio privilegiado de los grandes grupos alimentarios.
Por ejemplo, el conglomerado multinacional de la “Daniel Keith Ludwig” ha intervenido desde comienzos del decenio de los setenta en la Amazonía, sobre aproximadamente 1.500.000 Has. de tierras nuevas en las riberas del Jari y del Paru al norte de Belém, limpiando bosque y reforestando 100.000 hectáreas con la finalidad de producir 250 toneladas de papel por día. La D.K.L. se ha dedicado igualmente al cultivo de variedades de arroz de alto rendimiento, acondicionando 12.000 hectáreas de arrozales irrigados, también en las riberas del Jari, que le proporcionan dos recolecciones anuales. Ha plantado también 25.000 Has. de palmeras de aceite, y además se encuentra a la cabeza del Proyecto Saracura de producción intensiva de carne para la exportación. Como la Gulf and Western, la Daniel Keith Ludwig diversifica sus producciones sobre sus propias tierras y alimenta sus propias unidades industriales.
2) Tipo de Agricultura Contractual y Control Indirecto de la Producción.
Los monopolistas son muy fuertes, de modo que los pequeños productores “independientes” se encuentran en una posición vulnerable. Los productores agrícolas están unidos a la industria por un contrato escrito u oral, y tienen poca iniciativa en los procesos de producción y comercialización. Ellos reciben los insumos (simientes, abonos, pesticidas, etc.) de la industria de transformación, bajo la modalidad de adelantos a reintegrar en el momento de la recolección. Se les integra en los aspectos técnicos, mediante medidas de divulgación agrícola, y deben entregar su producción a la fábrica en función de normas precisas.
La unidad económica familiar campesina es la dominante, y se caracteriza por el empleo de mano de obra familiar, el retraso tecnológico, la escala reducida, y el estancamiento de la producción. Las relaciones de producción y el proceso de trabajo no son puramente capitalistas. En algunos casos, como el de la Carnation Gloria Milk, en el sur de Perú, una industria subordina la agricultura de toda una región, pues se encuentra en una posición de casi monopolio sobre el mercado interior peruano con una producción del 87% de la leche concentrada del país. Vendiendo el 70% de su producción en Lima, controla más del 50% de la distribución de todas las categorías de leche en la capital. Recolecta además un elevado porcentaje de la producción de leche fresca comercializada en los tres departamentos del sur (Arequipa, Moquegua, Tacna).
Se aseguró esta posición de monopolio, comprando la leche a precios relativamente elevados, recogiéndola en origen y brindando al ganadero la posibilidad de adquirir útiles y conocimientos técnicos para modernizar su unidad de producción. Las empresas artesanales de queso y de mantequilla han desaparecido carentes de materias primas, de tal modo que hoy día no queda más que una sola empresa peruana de fabricación de queso en toda esta región del sur.
Nestlé ha establecido de una manera análoga su dominio sobre los principales distritos lecheros de Colombia. Esmerándose en mantenerlo por todos los medios, impidiendo la creación de nuevas industrias que trataran de utilizar los excedentes de materia prima de sus distritos, gracias a los cuales los precios se mantienen muy bajos. Esta compañía suiza, que constituye la segunda empresa alimentaria mundial, tiene filiales en más de cincuenta países.
3) Dominio Territorial.
Las desiguales relaciones entre agroindustria y campesinado en la agricultura contractual son aún más acentuadas en la tercera forma de intervención agroindustrial, llamada de dominio territorial, donde el campesinado es aún más dependiente y está en vías de desaparición.
Poco después de 1937, la Corporación para el Desarrollo Nacional de Filipinas arrendaba 7.000 hectáreas de tierras en Mindanao a la transnacional Del Monte. En 1956, antes del vencimiento de este contrato, el gobierno se lo renovó por otro periodo de 25 años. El dominio territorial de Del Monte ha persistido gracias a la protección del poder político, y en particular al régimen del presidente Marcos. Del Monte, que es el más grande exportador de ananás y de bananas de Filipinas, se asegura el control de superficies cada vez mayores expropiando a los campesinos musulmanes.
El productor más importante de piña tropical en conserva, Castle and Cook (antes Standard Fruit), ha reducido, como Del Monte, sus actividades en Hawái, donde el coste de la mano de obra es más elevado a causa de un movimiento sindical activo, para invertir en 6.500 hectáreas de plantaciones en Filipinas y 800 hectáreas en la zona central de Tailandia, donde arrienda la tierra.
Los diferentes tipos de dominación territorial, sin apropiación directa, permiten a las firmas favorecer la constitución de unidades económicas capitalistas o de pequeña empresa capitalista, en colaboración con las burguesías nacionales, y a expensas del campesinado que es expropiado y proletarizado, o apremiado a emigrar hacia los grandes centros urbanos.
El control de la producción por la agroindustria se puede hacer a través de acuerdos con los estados, acuerdos en los que la agroindustria, por ejemplo, se encarga de acondicionar las tierras que serán cultivadas por los campesinos. Dichos convenios, denominados triangulares (Estado-Agroindustria-Campesinos) estipulan que estos últimos deben vender su producción a la firma que participa en el acondicionamiento previo. Estas relaciones más o menos coercitivas entre compañías del Estado y campesinado se localizan en bastantes países del tercer mundo (por ejemplo, y en el caso del azúcar en Tailandia, México y Túnez). En todos los casos, el cultivo ha sido impuesto, al menos parcialmente. De otra parte, el precio del azúcar es fijado cada año por el estado en un índice poco interesante para los pequeños explotadores que prefieren efectuar en su lugar cultivos de víveres.
Las relaciones triangulares permiten a las agroindustrias, bajo la autoridad o con el apoyo del Estado, controlar bastante estrictamente la producción de un conjunto de pequeñas unidades familiares, sin poseer la tierra ni correr los riesgos del cultivo. Esta agricultura contractual difiere de la examinada en el apartado anterior, en la que las relaciones eran bilaterales: agroindustrias-campesinos y en la que los precios dependían del mercado.
El sistema agroindustrial puede recurrir a estrategias totalmente diferentes para dominar la producción: ya asegurándose el usufructo de la tierra arrendándosela a hombres de paja o a campesinos más o menos coaccionados, ya por el contrario manteniendo al pequeño campesinado, pero constriñéndole a producir con un encuadramiento muy estricto, por un precio fijado con anterioridad, y en cantidad limitada (cuota de producción). Estas diferentes formas de intervención del sistema agroindustrial no son incompatibles, y pueden coexistir en el seno de una misma unidad, que puede así intervenir por medio de varios registros.
El impacto del sistema agroindustrial sobre el campesinado es muy variado, en función de las diversas estrategias de las transnacionales y del Estado. Y oscila entre dos formas extremas: conservación del pequeño campesinado, o su desaparición con la proletarización de los pequeños cosecheros. Pero incluso en el primer caso, el campesinado se diversifica y una clase de empresarios, una “élite rural” se desarrolla favorecida por el sistema agroindustrial. Generalmente, un proletariado de campesinos sin tierra, subempleados, tiene tendencia a formarse y acrecentarse, cuando antes no existía.

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