Absolutismo monárquico: derecho divino y transformaciones agrarias

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Absolutismo monárquico: derecho divino

La monarquía era el eje central, la autoridad del monarca venía de Dios.

El monarca controlaba todos los poderes. Existían instituciones que lo asesoraban, como el consejo de estado, cuyos miembros eran elegidos por el monarca y secretarios de estado.

La justicia era administrada por funcionarios designados por el monarca.

El monarca tenía ley divina y no rendía cuentas, solo los parlamentos podían votar y ocupar su puesto en algunas situaciones.

En Inglaterra, en el siglo XVII, Carlos I intentó gobernar sin parlamento, pero Carlos II tuvo que poner el habeas corpus y convertir a Inglaterra en una monarquía parlamentaria con poderes separados, aunque con limitaciones, ya que solo algunos podían votar y existía la esclavitud.

Transformaciones agrarias

La agricultura cambió aumentando la producción de alimentos gracias a la modificación de los sistemas de cultivo y el uso de máquinas. Las tierras se cercaron y se privatizaron, lo que hizo subir los precios y los señores se quedaron con las tierras colectivas para su beneficio. Muchos pequeños propietarios vendieron sus tierras porque no podían cercarlas.

El aumento de la población se debió a la mejora en la alimentación, lo que llevó a una disminución de las enfermedades y a avances médicos. Las personas empezaron a vivir más tiempo, llegando hasta los 50 años.

Consecuencias sociales

La urbanización fue una de las consecuencias, ya que los trabajadores se trasladaron a las ciudades. Casi 2 millones de ingleses, aproximadamente el 80% de la población, se mudaron a las ciudades al iniciarse la industrialización.

La segregación urbana se produjo, ya que la burguesía se instaló en la ciudad con oficinas, edificios comerciales, etc., mientras que los obreros vivían en condiciones precarias en las calles embarradas y en viviendas compartidas.

La nueva sociedad industrial provocó la ruina de los artesanos, que se convirtieron en jornaleros. La tierra dejó de ser una fuente de ingresos hasta la Revolución Industrial, cuando surgió la burguesía con banqueros y empresarios. Las viviendas familiares mejoraron, pero muchas personas vivían en una misma vivienda y surgieron nuevas profesiones.

La vida de las mujeres se centraba en el hogar y según su posición económica podían tener criadas o no. Solo algunas podían aprender a leer y escribir, pero en el campo era diferente, ya que trabajaban y se unían a las labores. Con la industrialización, el salario de los obreros no era suficiente y las mujeres se convirtieron en obreras, trabajando muchas horas y encargándose del cuidado de la casa, pero recibiendo un salario mucho menor.

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