Wassily Kandinsky: Orígenes y Legado de la Abstracción en el Arte Moderno
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Autor: Wassily Kandinsky (1910 y 1913)
Tipo de obra: Óleo sobre lienzo
Estilo: Abstracción lírica
Descripción de la Obra y Contexto Artístico
En 1910, cuando en París el cubismo revolucionaba las artes plásticas, Wassily Kandinsky pinta en Alemania una acuarela donde no existe referencia figurativa alguna. Esta obra, pionera del arte abstracto contemporáneo, anuncia un nuevo camino en la pintura del siglo XX. Conocedor de la teoría de Worringer sobre la libertad total del artista, Kandinsky quedó fascinado ante un cuadro que no era otra cosa que su propio lienzo colocado al revés: carecía de tema y solo mostraba manchas multicolores.
Junto a sus compañeros Franz Marc, August Macke y Klee, formó el segundo movimiento expresionista alemán, Der Blaue Reiter (El jinete azul), de carácter más lírico y menos figurativo que el anterior.
Su obra Composición IV muestra una serie de líneas, colores y formas sin ninguna relación con la realidad exterior. El lienzo, dominado por colores muy vivos, expresa un estado emocional. Cada color comunica un sentimiento y equivale a un sonido. Música y pintura están vinculadas, como escribe Kandinsky en su libro Sobre lo espiritual en el arte (1911).
Los colores surgen en hermosas mezclas de límites completamente inverosímiles. Todo es como una explosión de fuegos artificiales; no hay ni la más remota idea de paralelismo, ni de simetría, y por supuesto es casi imposible encontrar una ligera similitud con cualquier tipo de pintura figurativa. El artista necesita exteriorizar una necesidad interna, y lo hace mediante la abstracción. Busca un arte espiritual, imaginativo, intuitivo. El cuadro es una realidad autónoma sin conexión con la naturaleza.
Aspectos Técnicos y Estilísticos
Kandinsky fue el iniciador de una nueva tendencia artística: la abstracción, que solo a partir de la Segunda Guerra Mundial se extenderá por Europa y EE. UU. Su pintura eruptiva y lírica también prefigura el informalismo de los años cincuenta, y su nueva experiencia influirá en la historia del arte al liberar el color de la servidumbre del objeto.
Kandinsky considera los colores y las formas en sí mismos como los medios más puros para la expresión pictórica de una emoción. Para alcanzar esta esencia del arte, se situó, como la música, ante la búsqueda de formas inmateriales. Para ello necesitó buscar el ritmo, la construcción abstracta, el dinamismo del color.
Las obras de esta época, que, en contraste con la evolución posterior hacia una abstracción más geométrica, se suele denominar su «período dramático», conservan muchas veces resonancias figurativas que se relacionan todavía con sus primeros temas de leyendas, con jinetes, montañas, batallas y temas religiosos.