La voluntad de poder en la filosofía de Nietzsche

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Schopenhauer afirma que cada ser individual es manifestación de una única voluntad de vivir: un impulso ciego que se esfuerza por afirmar su propia existencia a expensas de los demás seres, y es la sexualidad la que esclaviza al individuo para reproducir su ciclo de dolor hasta el infinito. De este modo, Nietzsche propone una alternativa, la voluntad de poder, alejándose de esa enferma cultura occidental.

De lo anterior se sigue que Schopenhauer propone dos caminos para negar la vida: la experiencia estética (contemplación de la belleza) nos aleja de todo aquello que es voluntad de vivir, descargándonos por un instante de las miserias humanas. No obstante, sobrepasada esta, vuelve a accionar nuestros instintos primarios, de manera que la única solución duradera es la santidad o el ascetismo, renunciando a la voluntad de vivir. Contrariamente, el suicidio es solo la manifestación de la voluntad de vivir ante la incapacidad de soportar el mal.

Nietzsche se inspirará en Schopenhauer y la voluntad de poder nietzscheana es la energía vital que no nos lleva a actuar con el fin de afirmamos, el entusiasmo, la fuerza o pasión que nos empuja a realizar determinadas acciones, crecer y fortalecernos. Es potencia, baño, ímpetu. No es querer el poder, sino adquirir poder sobre uno mismo. Aunque emana del cuerpo, no se puede reducir solo a un instinto biológico: es el resultado irrepetible de una multitud de elementos combinados por azar. Expresa todo aquello en lo que nos hemos convertido y desde donde crearemos nuestros propios valores.

Características de la voluntad de poder

Puede añadirse que la voluntad de poder presenta varias características:

  • Es inconsciente: es irreflexiva, ni obligación ni deba racional, sino un impulso ligado al cuerpo, una función más del organismo. Empuja al cuerpo a autoafirmarse, a ejercer una fuerza y a detenerse de fuerzas que actúan sobre ella.
  • Es previa a la razón: cuando la conciencia cree dar órdenes, es realidad está ejecutando lo que le dicta el cuerpo. Los cambios de razones que experimentamos a lo largo de nuestra existencia no dependen de las reflexiones que realizamos, sino de los cambios fisiológicos que padecemos.
  • Es peculiar: aunque su función sea siempre afirmarse a sí misma, como no hay dos fisiologías idénticas, difiere constantemente en su grado de actividad de acuerdo a parámetros como la edad, la dieta, el clima…
  • Exige resistencia: la voluntad de poder siempre está insatisfecha y su permanente pasión de autoafirmación le obliga a superarse y buscar fuerzas que se le opongan. Su potencia se fortalece gracias a la fuerza del oponente al que se enfrenta. Necesita del dolor, es siempre ruptura de equilibrio. Necesita de la sensación desagradable para crecer, de igual forma que el héroe trágico planta cara al oblar por se la bastante fuerte para afrontar la vida a cualquiera de sus formas. Por eso, los griegos clásicos ejemplifican una cultura más sana, pues la voluntad de poder busca la actividad y afirmación permanente. Así, se aleja Nietzsche tanto del estoicismo como de Schopenhauer, imperturbables es su ataraxia, y también del hedonismo.
  • Es carente de finalidad externa: se quiere por sí misma, se reduce a su actividad. No se busca ni para conseguir placer ni felicidad: el goce acompaña pero no mueve. El placer y el displacer son fenómenos secundarios en relación a la tendencia hacia el aumento de fuerza. De nuevo nos separamos del hedonismo.
  • Es creativa, voluntad de crear: ya que la mejor manera de afirmarse es marcando las diferencias. Quien se esconde en la masa anónima se anula, ahora bien, imponer nuestra propia visión del mundo nos exige ser diferentes y crear modelos de vida singulares.
  • Es libre, es libertad: Defiende hace lo que nos pide el cuerpo. Al "si debo puedo" de Mant se le opone ahora "'si puedo debo". La conquista de la libertad se manifiesta en la potencia de nuestra voluntad de poder, es el amor activo hacia nosotros mismos.
  • Es diversa: es sobreprenitud, exceso. Tiene manifestaciones múltiples, no sólo entre individuos diferentes, sino en cada individuo y cada momento. Hay pulsiones diversas dentro de cada individuo que se resuelven según el resultado del combate.

Voluntad de poder y vida

En otro orden de cosas, interrelacionada con la voluntad de poder aparece la noción nietzscheana de vida es energía, potencia, fuerza; calificativos ya utilizados al referirse a la voluntad de poder. Ambas nociones se igualan: la voluntad de poder aspira a afirmar y elevar la vida, es un instinto de vida. Tiene como objetivo la intensificación de la pasión y los sentidos, la búsqueda del riesgo y peligro como muestra de una enorme confianza en uno mismo.

De lo anterior se desprende que la voluntad de poder es como un músculo de la vida. A la voluntad de poder más fuerte le corresponde una vida ascendente, mientras que a una voluntad de poder débil le corresponde una vida descendente. Nos encontramos, pues, con dos formas diferentes de afrontar la vida que podemos diferenciar de tres mancas.

Formas de afrontar la vida

  1. Por su afán de superación: su capacidad de ganar a las fuerzas que se le resisten. La vida descendente actúa de forma reactiva. Se encuentra débil, agotada, sin fuerzas, quiere paz, descanso (felicidad del nihilismo), de modo que rebaja el sentimiento vital al mínimo. Es una voluntad de poder que se vuelve contra sí misma; más que autoafirmarse se niega. Retrocede en la medida a que hay una aveña fisiológica y más que vive, sobrevive. Así pues, las alternativas son la negación de la vida, la represión de la sensibilidad, el miedo ante el más mínimo obstáculo; o la afirmación de la vida, la potenciación de la pasión.
  2. Por su relación con el dolor: que puede ser visto de forma diferente según la fisiología que se posea. Para la vida descendente, es insatisfacción, depresión, tristeza, no motivo de estímulo, por lo que propone aliviarlo a costa de negar la vida: no sufrir a cambio de no gozar.
  3. Por su trato con los instintos: fuerzas de energía muy potentes que pueden destruir al ser humano, pero que también pueden dar más potencia. Ante esto, la vida descendente opta por eliminar toda opción peligrosa o moderar su potencia (opción racional), mientras que la vida ascendente asume el riesgo, el peligro, aglutina toda la fuerza pulsional y la reconduce a la autoafirmación. Todos los seres humanos excepcionales se han beneficiado de una gran pasión que han sabido reconducir, aprovechándose de su energía. Antagónicamente, los frígidos no sirven para nada.

Conclusión

En suma, la vida, marcada por la voluntad de poder, se convierte en el criterio para valorar las acciones humanas. Es la energía vital la que permite diferenciar y establecer jerarquías entre los seres humanos, la que explica los motivos de las Construcciones espirituales humanas. En efecto, Nietzsche tiene un concepto inmanente de la vida: el sentido de la vida no es trascendente, sino que se encuentra en el cuerpo mismo, en las propias e intransfeibles vísceras desde donde experimentamos nuestro contacto directo con el mundo caótico y cambiante que ya Heráclito había detenido tiempo atrás. A modo de síntesis podemos decir que el vitalismo es la Conclusión que se deriva de un pensamiento que propone como premisa la voluntad de poder

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