La Vivienda en la Europa Medieval: Características y Vida Cotidiana

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Contexto Histórico: La Europa Medieval

El período medieval abarca desde la caída del Imperio Romano en el año 476 d.C. hasta la caída de Constantinopla en 1453.

Carlomagno (742-814) unificó los reinos europeos en un intento de restauración del Imperio Romano bajo el signo de la cruz. Representa el crisol de la Europa medieval. Fue rey de los francos desde 768 y emperador de Occidente desde 800.

Tras la muerte de Carlomagno, su Imperio se disgregó, dando lugar, después de diversas vicisitudes, a la formación de los reinos de Alemania, Francia, Borgoña e Italia.

La historia medieval está repleta de conflictos entre reinos, señoríos rivales y vecinos.

Consolidación del Sistema Feudal

Las rentas de un señor feudal se obtenían de la explotación de su territorio. Los campesinos pagaban tributos entregando productos necesarios para mantener al señor y a sus allegados, además de aportar cantidades por el uso de servicios señoriales como molinos, puentes y bosques.

La Ciudad Medieval

Características generales:

  • Generalmente amurallada.
  • Trazado irregular ("de plato roto").
  • Crecimiento espontáneo y orgánico.
  • Espacio limitado que fomentaba el crecimiento vertical.
  • Escasas condiciones de higiene.

Las deficientes condiciones sanitarias favorecían la difusión de epidemias y pestes, especialmente en las aglomeradas ciudades, donde las ratas propagaban los agentes transmisores.

El caserío urbano presentaba vanos abiertos al exterior. La calle era un importante lugar de convivencia, fomentando la existencia de espacios públicos como pequeñas plazas, iglesias y plazas porticadas.

En la sociedad medieval existía una profunda división entre dos tipos de vida: la rural y la urbana.

Organización Interior y Aspectos Formales de la Vivienda

Los hombres y mujeres de la Edad Media sufrían las consecuencias del medio físico; el invierno era especialmente difícil para todas las clases sociales. El refugio principal durante los largos y fríos inviernos eran las casas.

Los habitantes disponían de viviendas que podían rondar los cien metros cuadrados.

Las casas urbanas solían tener dos pisos. La planta a pie de calle se destinaba a la tienda o taller, granero y la zona de cocina, donde también se comía. Al fondo de la planta baja solía ubicarse un patio con un pozo. En la planta superior se encontraban las recámaras o dormitorios, comunicadas con la planta baja mediante una escalera. En el subsuelo se localizaba la bodega.

Otro tipo de vivienda urbana eran los típicos corrales de vecinos (comunes en Castilla, con posible influencia islámica), donde gente de condición modesta organizaba sus casas alrededor de un patio central con un pozo común. Estas viviendas solían ser pequeñas y contaban con letrinas de uso colectivo.

La chimenea era un elemento fundamental, representando el hogar (en su doble sentido de fuego y centro familiar) y, a menudo, la unidad de percepción fiscal. Gracias a la leña o el carbón vegetal, el frío podía combatirse en mayor medida, e incluso surgieron rudimentarios sistemas de calefacción.

Los documentos de la época a menudo contabilizan la población por fuegos (hogares), lo que genera debate en los estudios demográficos al estimar el número de personas que correspondía a cada fuego.

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