VIH y Sífilis: Comprensión Integral de su Patogenia, Transmisión y Diagnóstico
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VIH: Virus de Inmunodeficiencia Humana
El Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) se caracteriza por provocar una disminución progresiva de las defensas del organismo, lo que se traduce en una reducción de las barreras inmunológicas. Cuando el virus está libre, no puede reproducirse hasta que ingresa a una célula específica.
Pertenece a la familia de los retrovirus que, cuando infecta a la célula, no se multiplica directamente, sino que su ARN viral se transcribe a ADN. Este ADN viral se incorpora al material genético de la célula huésped. Puede permanecer así durante mucho tiempo hasta que toma el control de la célula para replicarse. Cuando la célula se llena de copias del virus, su membrana se rompe, liberando nuevas partículas virales que invaden otras células.
Se distinguen dos tipos de personas afectadas:
- Portadores asintomáticos: Cuando el virus está latente en las células y no manifiesta síntomas.
- Enfermos (SIDA): Cuando el virus entra en actividad y el sistema inmunológico está gravemente comprometido.
Impacto en el Sistema Inmunológico
El sistema inmunológico está integrado por células especializadas, principalmente los linfocitos. Existen varios tipos, pero los que actúan de manera crucial son los linfocitos T CD4+, que participan en la creación de una alerta para el resto del sistema sobre la presencia de agentes extraños. El VIH utiliza estas células como hospedadoras para su replicación.
Cuando se llega a una etapa crítica del VIH, el portador comienza a ser incapaz de reponer los linfocitos T CD4+ que pierde debido a la replicación viral. Esto reduce drásticamente la capacidad del organismo para responder a infecciones y aumenta el número de infecciones oportunistas, tales como:
- Infecciones bacterianas (ej. tuberculosis).
- Micosis (producidas por hongos).
- Afecciones virales.
- Otras patologías.
Estas infecciones oportunistas pueden ser mortales para una persona con SIDA (Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida).
Transmisión del VIH
El VIH está presente en los fluidos corporales de las personas portadoras. La transmisión se produce en situaciones en las cuales estos fluidos, que contienen el virus, ingresan en el cuerpo de la persona que se infecta. Los principales modos de contagio incluyen:
- Contacto sexual: Prácticas sexuales en las que los fluidos del infectado (semen, fluidos vaginales, sangre) entran en contacto con las mucosas del individuo sano, debido a su permeabilidad.
- Contacto sanguíneo: Situaciones en las que los fluidos del infectado toman contacto directo con la sangre de otro individuo, por ejemplo, a través de:
- Lesiones abiertas en la piel.
- Uso compartido de jeringas o agujas.
- Elementos para afeitar o cualquier otro objeto cortante contaminado.
- Transmisión vertical (madre a hijo): Durante el embarazo (a través de la placenta), el parto y el amamantamiento.
Diagnóstico del VIH
El diagnóstico del VIH se realiza a partir de una extracción de sangre en un laboratorio clínico. Las pruebas más usuales para la detección son:
- ELISA (Enzyme-Linked Immunosorbent Assay): Prueba inicial que detecta la presencia de anticuerpos anti-VIH en el suero del paciente.
- Western Blot: Técnica confirmatoria que permite identificar los anticuerpos específicos contra las distintas proteínas del virus en el suero del paciente.
Sífilis
La sífilis es una enfermedad de transmisión sexual (ETS) causada por la bacteria Treponema pallidum. Esta enfermedad se presenta en varias etapas, siendo las principales:
- Sífilis Primaria: Se caracteriza por la formación de una úlcera redondeada u oval, generalmente no dolorosa, conocida como chancro sifilítico. Esta lesión aparece 2 o 3 semanas después del contagio en la zona genital, anal o bucal, dependiendo de las prácticas sexuales. Aunque la lesión inicial desaparece espontáneamente, es crucial entender que la enfermedad permanece latente, lo que puede llevar a una falsa sensación de curación.
- Sífilis Secundaria: Aparece aproximadamente 3 meses después del contagio. Los síntomas son variados y pueden manifestarse en todo el cuerpo, a menudo confundiéndose con otras enfermedades eruptivas. Durante ambas etapas (primaria y secundaria), la sífilis es altamente contagiosa.
Las bacterias de la sífilis pueden permanecer en latencia en los tejidos por hasta 30 años, lo que puede llevar a complicaciones graves si no se trata.