Vida y obra de Descartes resumen
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Contextualización: “Obra u obras del autor”
Este fragmento comentado pertenece a la obra de Descartes el Discurso del método publicada de forma anónima en 1637. Está titulada como “discurso” y no como “tratado” para poner de manifiesto que no tenía intención de enseñar, sino sólo de hablar. Con ello, trata de alejarse de cualquier problema que pudiese surgir con sus contemporáneos por las ideas contenidas en la obra y, a su vez, se escapa de una condena eclesiástica como ocurríó poco tiempo antes con Galileo al publicar sus tesis copernicanas, con las que él también coincidía. Esta obra es una de las primeras de la Filosofía moderna, que defendía la ruptura con el viejo mundo medieval y la configuración de otro nuevo: el mundo de la Edad Moderna.
René Descartes nacíó en La Haye, Turena, en 1596. Estudió en el famoso colegio jesuita de La Flèche. Allí recibíó una sólida educación clásica, filosófica y científica. Los estudios, que incluían seis años de humanidades, tres de matemáticas y tres de teología, dejaron profundamente insatisfecho a Descartes, reconociendo que el mérito de agilizar el ingenio y el intelecto “no nos enseñan a descubrir la verdad”. En 1618, año en que comenzó la Guerra de los Treinta Años, después de graduarse en Derecho, decide “leer el libro del mundo” y se alista en el ejército. Ese mismo año trabó amistad con el matemático Beeckman, que lo animó a estudiar física. En 1619 tiene tres sueños a través de los cuales descubre “los fundamentos de una ciencia admirable”, que será el punto de arranque de su nuevo método. A partir de 1620 comienza un período de viajes que lo conducirán, entre otros lugares, a Italia, pero no conseguirá conocer a Galileo. En 1628 se establece en Holanda, donde permanecerá durante veinte años. En este período escribíó y publicó sus obras más importantes: en 1637, el ya nombrado Discurso del método junto con Dióptrica, obra en la que descubríó los fundamentos de la óptica moderna e intentó por primera vez fabricar algo que se asemejaba a una lente de contacto, además de dar las leyes matemáticas de la reflexión y la refracción; Los Meteoros, en la que usará esas leyes matemáticas para explicar el porqué del arco iris; y en la Geometría estudiará los óvalos que aplicará en óptica para fabricar lentes de corrección visual. En 1641 publica las Meditaciones metafísicas en las que elabora el mismo sistema filosófico que en el del Discurso, y rechaza todas las creencias de las que no está totalmente seguro para luego intentar establecer lo que se “puede” saber con seguridad. Tres años más tarde, en 1644, publicó los Principios de la filosofía, que versan sobre el conocimiento humano, sobre los principios de las cosas materiales, sobre el mundo visible, y sobre la Tierra. Y, por último, en 1650 se publica el Tratado de las pasiones humanas, obra en la que distingue el alma entre acciones y pasiones: las acciones dependen de la voluntad, y las pasiones son involuntarias, están constituidas por emociones causadas en el alma por espíritus vitales, es decir, las fuerzas mecánicas que actúan en el cuerpo.
El éxito de su obra le atrajo numerosas críticas, e incluso fue prohibida la enseñanza de la filosofía cartesiana en la Universidad de Leiden –Holanda–. En 1649 aceptó la invitación de la reina Cristina de Suecia y se trasladó a la Corte de Estocolmo. La débil constitución de Descartes, la inclemencia del tiempo y el horario inapropiado en que la reina exigía sus lecciones de filosofía hicieron que enfermara de pulmónía y muriera a comienzos de 1650. Tras su muerte, el embajador de Francia se hace cargo de sus escritos y se publicaron más obras como el Tratado del hombre, el Tratado de la mecánica o el Tratado de la música, junto con otras obras inéditas publicadas esporádicamente a lo largo de los siglos XVII y XIX. Descartes pertenece a la corriente filosófica del Racionalismo debido a que concede prioridad a la razón frente a los sentidos en el proceso de conocimiento. Esta corriente sostiene que el fundamento del conocimiento son unas ideas innatas indudables debido a su evidencia intuitiva.
2º Fragmento
Resumen
Este fragmento comienza en “Pero, inmediatamente después…” y termina en “…ser todo lo que es”. Pertenece al Discurso del método, de Descartes. En este fragmento, el autor llega a la conclusión de que, partiendo de la base de que todo es falso, ya que dudando ha conocido que tanto los sentidos como la razón, los sueños y la vigilia nos engañan y, por lo tanto, se rechazan, nadie puede dudar de que existe. Esta duda, incluso, escapa al escepticismo más radical, ya que aquel que niega que existe la verdad, tiene que admitir que es algo, una cosa. De este razonamiento surge la primera verdad o primer principio de filosofía: “Pienso, luego existo” – “Cogito, ergo sum”. Mientras estoy pensando, existo; y cuando dejamos de pensar, no sabemos si existimos realmente. Sólo conozco que soy “una sustancia cuya esencia o naturaleza no es sino pensar, y que, para existir, no necesita de lugar alguno ni depende de cosa alguna material”, o lo que es lo mismo: yo soy un alma que realiza todas las actividades intelectuales.
Nociones: “Alma y cuerpo –res cogitans y res extensa–”
Las dos nociones presentes en este fragmento son el alma –res cogitans– y el cuerpo –res extensa–. Descartes extiende el término sustancia a la res cogitans (sustancia pensando o alma) y a la res extensa (sustancia extensa o cuerpo). Las sustancias tienen un atributo, que es su esencia y se identifica con ella, y unos modos, que son las maneras en que aparecen.
Partiendo de que cuando Descartes dice “sé que soy pero, ¿qué soy?” y él responde que soy un sujeto, una cosa o una sustancia que piensa –res cogitans–, se afirma que a la sustancia pensante se le atribuye el pensamiento y las ideas, y lo que es objeto de conciencia: pensar, dudar, querer, imaginar… Mientras que a la sustancia extensa se le atribuye la extensión y el movimiento, y se corresponde con el mundo que percibimos con los sentidos.
3er Fragmento
Resumen
Este fragmento comienza en “Después de esto,…” y termina en “…son las que concebimos distintamente”. Pertenece al Discurso del método, de Descartes. En él, el autor admite como regla general que las cosas son verdaderas siempre y cuando sean claras y, a la vez, distintas. Este es el denominado criterio de verdad, que surge a raíz de la propia duda y de la primera verdad: “Pienso, luego existo”.
4º Fragmento
Resumen
Este fragmento comienza en “Reflexionando, a continuación,…” y termina en “…que fuera Dios (…)”. Pertenece al Discurso del método, de Descartes. Dudando afirma que su ser no es perfecto, pues hay mayor perfección en saber que en dudar, por lo que ¿de dónde viene la idea de “perfección”? Los pensamientos sobre las cosas exteriores a él venían, o bien unidas a su naturaleza, o bien porque de la propia imperfección que había en él surgían de la nada. Pero, en cambio, esta idea de perfección no puede surgir de la nada ni de su propio pensamiento, por lo que la única manera de que fuera puesta en su razón es mediante una naturaleza más perfecta que la suya propia: Dios. Por tanto, en este fragmento, establece su segunda verdad: “Dios existe” – “Deus ex machina”.