Vida, Muerte y Compromiso en la Poesía de Miguel Hernández

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Además del amor, la vida y la muerte son los tres grandes temas de la obra de Miguel Hernández. Se resumen muy bien en unos versos del Cancionero y romancero de ausencias. Ambas, vida y muerte, aparecen como indivisibles y ello se interpreta desde dos puntos de vista:

  • Sentido existencialista (filósofo Heidegger): “el hombre como un ser nacido para la muerte”, idea que recogen en la literatura española, por ejemplo, Jorge Manrique (“Nuestras vida son los ríos”) o Quevedo (“vivir es un ir muriendo a cada instante”).
  • Sentido solidario: la muerte como semilla, como esencia del hombre que muere y que permanece en la especie.

En sus primeros libros había sobre todo un canto entusiasta a la vida, a la naturaleza, al amor; luego, durante la guerra y, sobre todo, en las elegías, aparecerá la idea fatalista de la muerte como tragedia. Finalmente, en sus últimos poemas de Cancionero y romancero de ausencias, la vida y la muerte se abrazan, intermediados siempre por la fuerza del amor.

En alguna ocasión, la muerte se enfrenta de manera decidida e incluso aguerrida, sobre todo en la época de la guerra y en los poemas de arenga a las tropas. El amor y la muerte aparecen unidos para que la vida se perpetúe. La procreación a través del amor de una nueva vida vence a la muerte: el hijo como esperanza tras la muerte.

Por tanto, su visión de la muerte, finalmente, no conduce al nihilismo (a la nada) sino que se relaciona con la continuidad del ser en la especie.

Las Elegías

Miguel Hernández escribe numerosas elegías a familiares y amigos. No se trata de una inclinación hacia un subgénero literario sino más bien una respuesta a la realidad en que vivía: muchas muertes, sobre todo, prematuras. Ejemplos:

  • Tres hermanas del poeta
  • Su amigo y mentor oriolano, Ramón Sijé
  • El poeta amigo y admirado, Federico García Lorca
  • Su primer hijo, que muere antes de cumplir un año

Símbolos de Vida y Muerte

Los temas del amor, la vida y la muerte que recorren toda su poética se expresan a través de símbolos o imágenes reiteradas. Por ejemplo, el amor y la vida como luz, claridad… y la muerte como sombra y oscuridad.

Miguel Hernández tiene una cosmovisión primitiva y orgánica: la vida como un fenómeno cíclico y regenerador “Es preciso matar para seguir viviendo” (“Canción del esposo soldado”); “Los muertos, con un fuego congelado que abrasa, / laten junto a los vivos de una manera terca” (“Hijo de la luz y de la sombra”).

Dentro de esta cosmovisión, emplea dos símbolos fundamentalmente: los huesos y la lluvia.

Los Huesos

El símbolo aparece en las cuatro etapas poéticas del poeta, pero su significación evoluciona. Simbolizan tanto la muerte (imagen tradicionalmente asociada a la muerte) como la vida.

La Lluvia

La lluvia es símbolo de vida, elemento que nutre a la naturaleza. Eso se aprecia en sus primeros poemas: “No llueve, y son los montes calaveras…”

En su poética amorosa, la lluvia simboliza el amor frente a la vida “seca” del poeta: “Ay, llueve, amor, sobre mi vida seca!”

La lluvia como tormenta, asociada también con el rayo, se convierte en destrucción: “y sobre mí dirige la insistencia /de sus lluviosos rayos destructores”. La lluvia se asocia también al llanto: “Por otro lado, la lluvia alimenta esa muerte que florece”. Finalmente aparece la lluvia como esperanza a pesar de todas las tragedias.

El Compromiso Social y Político en Miguel Hernández

Su primera etapa es un período conformista y reaccionario que se encuentra en la estela del pensamiento católico y conservador y donde se entiende que el trabajo y la abnegación son los caminos para llegar a Dios. En su primera obra teatral publicada, Quién te ha visto y quién te ve y sombra de lo que eras, llega incluso a condenar los actos revolucionarios y las posturas anarquistas y comunistas de los obreros.

Antes de la guerra encontramos su segunda etapa (período de protesta social). Tras su segunda visita a Madrid, el cambio se produce a partir de los avatares políticos y sociales (revolución de Asturias, disturbios en Cádiz) y de las nuevas amistades del poeta. Ahora se decanta hacia el lado del más débil: el obrero y comienza una nueva poesía social.

Declarada la guerra, se alista en el bando republicano, que identifica con los pobres, en contra del rebelde, el asesino, el rico… Considerará la poesía como un arma y la utilizará como propaganda y aliento de las tropas en las trincheras.

En un tercer momento, encontramos por parte del poeta de Orihuela un compromiso real y militante, lo cual contrasta con la postura mantenida por los poetas del 27, que se muestran socialmente alienados. Son hombres de ciudad que recogen lo popular y los problemas del pueblo como algo folclórico. Sólo García Lorca y Alberti se ocupan de presentar una poesía para el pueblo. Miguel Hernández va más allá, se funde y se asimila con el pueblo. Utiliza su poesía para dignificar al hombre, al jornalero del campo y al obrero de la ciudad y para concienciarlos de sus derechos y las posibilidades de conseguirlos.

Tanto Vientos del pueblo como El hombre acecha son libros que podemos considerar de compromiso social y político pero presentan dos posturas distintas:

En Vientos del pueblo, escrito en 1937, el tono es optimista, alentador y entusiasta. Canta la esperanza en la victoria. Sin embargo, El hombre acecha, publicado en 1938, es la visión pesimista de la guerra. Canta la angustia de la derrota inminente.

Vientos del Pueblo

Es un libro de un espíritu combativo, pero con un aliento de fraternidad, libertad y comunión con el pueblo. El poeta es sobre todo “viento”, aire, aliento que da vida a través de la comunicación y la palabra. Su poesía se nutre de contenidos éticos de solidaridad con el desvalido, exaltación del amor a la tierra, el heroísmo y la libertad.

Ha pasado del “yo”, de lo individual, al “nosotros”, a lo colectivo. El estilo se hace claro, transparente y directo para ser comprendido por la “inmensa mayoría”, la métrica también es popular (el romance) y la metáfora se simplifica.

Aparece un tono épico dirigido a un protagonista colectivo (sangre, sudor, trabajo). Sin embargo, en ningún momento abandona lo lírico, y su hondo calado humano es lo que perdura y soporta con grandeza el paso del tiempo.

El Hombre Acecha

Se escribe cuando la derrota republicana es inminente. El poeta hace balance de muertes, cárceles, heridos y odios y siente la tragedia humana. Es una poesía desalentadora, de versos amplios y dolorosos, casi prosaicos.

Imágenes y Símbolos en la Poesía de Miguel Hernández

Miguel Hernández crea un mundo poético propio y de intertextualidad interna. Sus imágenes y símbolos tienen una gran fuerza expresiva. Muchos de ellos se repiten pero varía su intensidad o significado según la etapa creativa y vital del poeta.

Hay dos fuentes esenciales que nutren la simbología hernandiana. Ambas proceden de la naturaleza: la primera lo conecta con lo telúrico, la otra se relaciona con lo cósmico.

Símbolos según la etapa creativa:

  • 1ª etapa: el poeta se fija en la naturaleza, la describe como objeto real y sus metáforas remiten a lo material y a lo humilde. Destaca como símbolo la luna.
  • 2ª etapa: los objetos se convierten en metáfora del lamento amoroso. Destacan como símbolos el rayo y el toro.
  • 3ª etapa: las imágenes magnifican el valor del pueblo y el aliento para la guerra. Destacan los símbolos del viento y la tierra.
  • 4ª etapa: todo queda reducido a ser símbolo de lo destruido y de la ausencia de libertad, de amor, de justicia… En esta etapa, la luz y la sombra son trasuntos de lo elevado y lo descendido, de la alegría y de la esperanza frente a lo trágico y funesto.

Luna

La luna es un elemento central en su universo poético, que queda definido claramente en la primera etapa aunque representa una constelación de significados. Representa la naturaleza inmediata y real.

En Perito en lunas, se erige como centro de su universo. El poeta se declara “experto en lunas” en dos acepciones: una, la natural, por su contemplación como pastor; la otra artística, pues todos los objetos de su entorno son descritos como formas lunares. Los objetos redondos se identifican con la luna llena pero, también otros, como los cuernos, se representan como lunas crecientes o menguantes. Sirve para describir objetos cotidianos: la sandía, el huevo, la hogaza de pan, el sombrero… Pero también se refiere con humor a elementos impúdicos, como ocurre en “Retrete”.

En el desarrollo de su poesía, este símbolo adquiere dos amplios significados:

  • La luna como paradigma del comportamiento de la naturaleza
  • La luna como modelo del proceso creativo del escritor

a) La luna como paradigma del comportamiento de la naturaleza

Representa los ciclos de cambio de la naturaleza: las fases lunares (nueva, creciente…), las estaciones del año (primavera, verano…) y, finalmente, etapas de la propia vida (infancia, adolescencia…).

Se identifica con la noche y con la muerte y se opone así al sol, que se relaciona con el día y con la vida.

La luna aparece como infortunio. En Vientos del pueblo simboliza la fatalidad de la esclavitud y la tristeza por la tragedia de la guerra.

La luna, a veces, se convierte en símbolo de fecundidad salvadora (“A la luna venidera / te acostarás a parir”). La luna se asimila con la luz, metáfora central de la salvación final:

b) La luna simboliza el modelo del proceso creativo del escritor

Para Miguel Hernández, el poeta de la nada, la luna nueva, alcanza la plenitud: la luna llena.

Las fases lunares representan la evolución poética, el ascenso del creador, cada vez más luminoso: luna nueva, luna creciente y luna llena.

Lo redondo de la luna es símbolo de la perfección. El círculo, como máxima expresión de lo armónico llega a ser, en su primera etapa, la definición de Dios.

Rayo

En la segunda etapa la simbología de lo redondo desaparece y se presenta lo punzante como manifestación del destino sangrante y de dolor (por el amor, por la injusticia social…).

Son frecuentes las imágenes de cuchillos, puñales, espadas…y, sobre todo, la del rayo.

El rayo tiene dos acepciones: el rayo de luz, procedente del sol, y el rayo de la tormenta. De estas dos ideas nacerán sus valores connotativos.

Como elemento negativo:

  • El rayo da nombre a su poemario El rayo que no cesa. En un contexto amoroso, el poeta busca el goce carnal y tropieza con las reglas sociales o con el rechazo de la mujer. El rayo surge como símbolo de angustia por no ser correspondido. El rayo es el deseo no satisfecho (“No cesará este rayo que me habita”).
  • En la etapa bélica es imagen negativa, una fuerza destructora:

Como elemento positivo:

  • El rayo significa fuerza, garra, incluso en un contexto amoroso se carga de valor positivo (“Ascienden los labios / eléctricamente / vibrante como rayos”).
  • También aparece como metáfora social que recoge la fuerza y el valor de los hombres, que son como rayos en defensa de su trabajo, su casa…

Toro

Es uno de los símbolos más hernandianos. Toma la referencia de su propio entorno pero también de la tradición y de la fiesta nacional, pues trabajó para José Mª Cossío en la confección de la enciclopedia Los toros.

En sus primeras composiciones se identifica con la muerte. En “Citación final”, en homenaje al torero Ignacio Sánchez Mejías fallecido por la cogida de un toro, representa la muerte real.

En el contexto amoroso tiene dos acepciones:

  • El toro bravo, en libertad, simboliza la virilidad y los instintos naturales.
  • El toro de lidia, en la plaza, simboliza el destino fatal del amor, abocado al dolor y a la muerte.

En su poesía épica el toro representa la fuerza y la garra. En poemas como “Vientos del pueblo” la acumulación de animales configura un bestiario caracterizador de héroes.

El toro se opone al buey, símbolo peyorativo de hombre que es socialmente humillado o vejado en el trabajo.

Viento

Es el símbolo por excelencia de la poesía épica de Miguel Hernández, quien se define como “Viento del pueblo”.

Es símbolo del compromiso social y político, aunque a lo largo de su trayectoria poética ha ido teniendo distintos significados:

  • En su primer período alterna su valor natural de fenómeno atmosférico con el viento místico y purificador de su poesía religiosa.
  • En el segundo período, el viento se identifica con la imagen de la mujer deseada:
  • En el tercer período, el de la guerra, el viento se concibe como la fuerza del pueblo. El poeta es viento, cuya fuerza nace del pueblo y sirve llevar la semilla de la solidaridad y para luchar contra las injusticias:
  • En el cuarto período, el carcelario, se produce una inversión en su significado. Se transforma en odio, en rencor. Es algo negativo: el viento del encono que hace imposible el amor.

Tierra

Se concibe como madre porque da la vida y porque es la que acoge tras la muerte: la tierra es cuna y sepultura.

Es un motivo que recoge toda la cosmovisión del poeta. Por ello, se le ha llegado a denominar “el poeta de la tierra”.

Representa el ciclo de la naturaleza: vida-muerte-vida.

Luz y Sombra

En la última etapa se impone una dialéctica de los símbolos de la luz, como la vida, la esperanza y la sombra, es decir, la muerte y la frustración.

Inicialmente aparece una referencia mística: la luz divina, por influjo de San Juan de la Cruz.

En su poesía amorosa aparecen contrastes de luz y sombra.

Al final de su vida y su poesía aparecen los versos de la victoria de la luz sobre la sombra. Es el triunfo de la esperanza: Este triunfo conecta con la alegría por el futuro del hijo, identificado con el sol y la luz en “Hijo de la luz y de la sombra”.

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