Vida y Muerte: Claves de la Poesía de Miguel Hernández
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La dualidad vida y muerte en la poesía de Miguel Hernández
Un tema marcado por la tragedia
En la poesía de Miguel Hernández, la dualidad vida y muerte es uno de los temas fundamentales, muy influenciado por las desgracias que transcurrieron a lo largo de su existencia, como el fallecimiento de sus tres hermanas, su amigo Ramón Sijé y su primogénito.
La concepción filosófica: muerte-semilla
En su obra, donde se suceden todas las fases del crecimiento del individuo, se unen la vida y la muerte en el sentido existencialista del filósofo Heidegger (“El hombre es un ser nacido para la muerte”) y de Quevedo (“vivir es un ir muriendo a cada instante”), y en el sentido de la muerte-semilla. Este último concepto establece a la mujer como aquella que proporciona la vida, lo que se simboliza mediante el vientre materno, y como vencedor de la muerte a aquel que engendra una nueva vida.
Por lo tanto, la vida de los seres humanos se entiende como una semilla germinadora de una nueva existencia, en la que el cementerio, los muertos y los esqueletos se emplean como símbolo de permanencia y constancia de la especie humana.
Símbolos de la dualidad
Algunos símbolos relacionados con la dualidad vida/muerte, como los huesos y la lluvia, fueron empleados por Miguel Hernández para expresar el amor como síntoma de vida, luz y claridad —lo más elevado de la perpetuación de la especie—, y el amor como destrucción, muerte, sombra y oscuridad —lo más bajo de la degradación humana—.
Los huesos: evocación de vida y muerte
Los huesos, evocadores tanto de la vida como de la muerte, están presentes en las cuatro etapas de la evolución de su poesía:
- Primer período: Se citan cuando aparece la imagen de la muerte.
- Período amoroso: Se presentan como centros del impulso erótico.
- Período bélico: Se usa la metonimia hueso-ser humano y simbolizan el empuje de los combatientes republicanos, así como un valor implícito de germinación y resurrección.
- Período de las prisiones: Su significado se dirige hacia la muerte, además de convertirse en el centro de la ausencia erótica y la imagen de la atracción amorosa.
La lluvia: de la pena a la regeneración
Otro símbolo es la lluvia, la cual pasa de designar una mera realidad natural y representar al amor, a asociarse con la pena por la muerte de un ser querido, representada por el rayo. En esta asociación, la lluvia es salvadora frente al rayo, que no lo es, debatiéndose así entre la destrucción y la salvación. Finalmente, el poeta da a la lluvia un significado regenerador de vida mediante el mito de la muerte que florece.
Conclusión: el abrazo definitivo
Como conclusión, podemos decir que Miguel Hernández, tras numerosas elegías a amigos y familiares fallecidos, consiguió que vida y muerte se abrazaran definitivamente en los poemas de su obra Cancionero y romancero de ausencias.