El Viaje Inesperado: Solitud, Amistad y el Renacer de un Expresidente
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Buen Viaje, Señor Presidente
En un parque solitario, se encontraba sentado un viejito de 63 años, que solo esperaba la muerte porque sus años de gloria y poder habían quedado atrás. Había vuelto a Ginebra después de dos guerras mundiales, en busca de una respuesta terminante para curar un dolor que nadie le podía curar.
La Consulta Médica y el Presagio
Hasta que un día, un médico lo citó a las nueve de la mañana en el pabellón de neurología. El presidente salió del consultorio médico muy preocupado y se dirigió a una cafetería a tomar un café, pese a tener prohibido tomarlo. Quiso ver su destino volcando la taza de café, donde vio que su vida era una incertidumbre. Salió del lugar y sintió la mirada de aquel hombre que lo seguía.
El Inesperado Encuentro con Homero Rey
El hombre le dijo: "Señor presidente". Este, muy sorprendido, conversó un momento con él y lo invitó a almorzar. Era el chofer de la ambulancia, se llamaba Homero Rey, quien había seguido al presidente durante varios días. El presidente le contó que siempre estuvo solo y que su mayor victoria era lograr que lo olvidaran.
Las Verdaderas Intenciones de Homero y la Percepción de Lázara
Homero lo invitó a su casa, pero su propósito no era tan inocente, pues como chofer de ambulancia tenía arreglos con funerarias y compañías de seguros para vender servicios dentro del mismo hospital. Sin embargo, poco a poco se dio cuenta de que el presidente no tenía dinero, ya que vivía en un hotel de cuarta categoría en un barrio muy alejado y comía en fondas muy pobres. Lázara, la mujer de Homero, pensaba que se trataba de un avaro, pues para recibirlo el día de la cena, arregló su casa con todo prestado para demostrar lo mejor de sí. El presidente, muy humilde, habló con el corazón; sin embargo, a Lázara no la convenció.
Apoyo Incondicional y Recuperación
Cierto día, el presidente pidió a Homero que lo ayudara a vender sus joyas porque no tenía dinero para sus gastos del hospital. Lázara salió a vender las joyas y el dinero se lo entregó al presidente. Le devolvió los lentes de oro y un reloj que no habían sido vendidos. El presidente fue operado durante cinco horas. A los cinco meses le dieron de alta. Homero era el administrador meticuloso del dinero del presidente, pagó la cuenta del hospital y lo llevó en su ambulancia.
El Legado y el Renacer del Presidente
Después de un tiempo, el presidente se fue de la casa de Homero, dejando una carta de despedida y, debajo, un anillo de oro de su esposa junto al reloj de oro. Después de mucho tiempo, Homero recibió una carta del presidente donde le contaba que los dolores habían vuelto, pero él había decidido comer de todo e ignorar lo que le dijeran los médicos. Tenía muchas ganas de volver a su país para ponerse al frente de un movimiento renovador por una causa justa y una patria digna, aunque solo fuera por la gloria mezquina de no morirse de viejo en su cama. Así concluía la carta.