Velázquez: Vida y Obra del Maestro del Siglo de Oro Español

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Primer Periodo Madrileño

Durante su primer periodo en Madrid, Velázquez pintó una gran cantidad de efigies de Felipe IV, el Conde-Duque de Olivares, Mariana de Austria, entre otros. También pintó en este periodo el cuadro de Los Borrachos, donde los bacantes son representados como campesinos ebrios que acompañan a un joven de torso desnudo.

Primer Viaje a Italia

Velázquez realiza su primer viaje a Italia. El contacto directo con las obras de los grandes maestros italianos influye notablemente en su ánimo y estilo.

La Fragua de Vulcano fue pintada durante este viaje. En esta obra, el dios mitológico se introduce en un taller para trabajar junto a los Cíclopes, quienes, debido al calor de la fragua, presentan el torso desnudo. Lo más interesante de esta obra es la reacción psicológica que el pintor ha captado en los personajes.

Segundo Periodo Madrileño

Cuando regresa a España, dando inicio a su segundo periodo madrileño, realiza diferentes pinturas. En ellas, resalta la inferioridad física de algunos personajes para darles toda su dimensión humana. Continúa su obra en la corte retocando algunos retratos y pintando la serie de retratos ecuestres. En estos, Felipe IV aparece de riguroso perfil a caballo con el paisaje del Retiro al fondo. También retrató a caballo al Conde-Duque de Olivares y al Infante Baltasar Carlos. Su obra maestra de este periodo será La Rendición de Breda. La composición de la tela se equilibra en dos grupos: el de los vencedores a la izquierda y el de los vencidos, que enarbolan las lanzas, a la derecha.

Segundo Viaje a Italia

Velázquez realiza un segundo viaje a Italia, donde es recibido con grandes honores. Pinta al Papa Inocencio X, obra en la que realiza un verdadero retrato psicológico del pontífice. También pintó en Roma a su criado, Juan de Pareja.

Obras Maestras y Legado

Posteriormente, pinta los Jardines de la Villa Médicis, donde la captación del efecto de la luz en el ambiente alcanza niveles no superados hasta entonces. Es la llamada perspectiva aérea.

Pintó la elegante Venus del Espejo, que presenta toda la figura gracias al ingenio del espejo. En esta obra, la transparencia de la pincelada velazqueña lo convierte en un precursor del Impresionismo.

Las Meninas es considerada su obra maestra. El juego de las entradas y salidas del cuadro es ingenioso: el bastidor lleva hacia dentro, la mirada del pintor hacia fuera, la escalera hacia el fondo y el personaje hacia afuera. Los reyes, fuera del cuadro, están reflejados en el espejo del fondo de la estancia. Se convierte así en un retrato de familia envuelto en el ambiente cotidiano de la corte. El pretexto es que la Infanta ha entrado a ver a sus padres que están siendo retratados, al mismo tiempo que el pintor pretende hacer un homenaje a su oficio.

Las Hilanderas, llamada en origen "Artemisa y Aracne", presenta a primera vista una escena de hilanderas en la fábrica de Santa Isabel, pero en realidad es un tema mitológico. La perspectiva aérea cobra aquí su dimensión definitiva al interponerse entre el primer y el tercer plano, luminosos, un segundo plano oscuro que da la idea del aire que se interpone en el espacio.

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