Velázquez: Evolución Artística y Etapas Clave de un Maestro Español
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Formación en Sevilla
Velázquez nació y se formó en Sevilla con Francisco Pacheco. En su época sevillana, realizó algunas obras religiosas y temas populares con composiciones sencillas y equilibradas, y figuras humanas realistas. En estas obras, utilizaba una pincelada densa y compacta y una reducida paleta de tonos pardos y rojizos. El fondo de las escenas es oscuro y escasamente profundo, y las calidades de los distintos objetos están reproducidas con gran maestría.
Primera Etapa Madrileña
En 1623, el Conde-Duque de Olivares lo llamó a la corte para trabajar junto al rey Felipe IV, del que llegó a ser primer pintor. En palacio conoció las obras venecianas. También fue decisivo su encuentro con Rubens, cuyas composiciones dinámicas y luminosas influyeron en su obra. No obstante, Velázquez definió su estilo elegante y contenido, carente de todo exceso.
Primer Viaje a Italia (1629-1631)
Obtuvo permiso y ayuda del rey para viajar a Italia y estudiar las obras de la Antigüedad y de los autores renacentistas y contemporáneos. Adquirió entonces la costumbre de aplicar los colores directamente sobre el lienzo con una pincelada suelta. Durante su estancia en Roma realizó La Fragua de Vulcano, obra en la que incorporó estudios de anatomía y logró un profundo sentido espacial gracias al dominio del color y de la luz, iluminando las figuras de manera que parecen recortarse en el espacio y dejan percibir entre ellas el aire que las separa, en una lograda perspectiva atmosférica.
Etapa de Madurez y Segundo Viaje a Italia (1631-1651)
Desde su regreso a España hasta su segundo viaje a Italia, Velázquez permaneció en la corte. En esta etapa realizó una notable serie de retratos ecuestres que expresaban la continuidad de la dinastía: los de los monarcas reinantes, sus antecesores, e incluso el valido, el Conde-Duque de Olivares. También son de esta etapa los célebres retratos de los bufones de la corte. En los retratos realizados al aire libre, incorporó un paisaje luminoso que envuelve a la figura de manera natural. Los retratos de los bufones, carentes de toda etiqueta cortesana, le permitieron experimentar con las posibilidades de la pintura y extraer la calidad humana de cada individuo.
Segundo Viaje a Italia (1649-1651)
Entre 1649 y 1651 realizó un segundo viaje a Italia con el encargo de adquirir obras de arte destinadas a la colección real. Durante su estancia en Roma retrató al papa Inocencio X en una obra maestra de penetración psicológica y pintó dos pequeños y exquisitos paisajes de la Villa Medici.
Última Etapa en Madrid (1651-1660)
Tras su regreso definitivo a Madrid y hasta su muerte, Velázquez retomó los retratos oficiales y realizó tres de sus obras cumbre: Las Meninas, la Venus del Espejo y Las Hilanderas. En ellas capturó de forma inmejorable la realidad visible e invisible de las cosas. Las composiciones son aparentemente equilibradas y sencillas, pero están enriquecidas con la inclusión de escenas secundarias, reflejos y el complejo juego de distintos planos de profundidad, que aportan múltiples significados alegóricos o poéticos.