La Vegetación en España: Influencia Topográfica y Características Regionales

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Factores topográficos

La altitud explica la distribución de la vegetación en diferentes pisos bioclimáticos, y la exposición a los vientos determina contrastes entre las plantas situadas a barlovento o sotavento. En los valles, ocurre lo mismo entre las vertientes de solana (más cálidas por la mayor insolación) y las de umbría (más frescas y húmedas). En las llanuras también se producen diferencias entre áreas encharcadas y otras bien drenadas.

Distribución de la vegetación en España

España atlántica

Vegetación muy rica por la humedad y las temperaturas suaves; también se la conoce como la España verde.

Predomina el bosque atlántico caducifolio con tres variantes:

  • Bosques cerrados altos (de unos 20 metros) formados por robledales y hayedos (adaptados a la humedad y las nieblas), con escasez de matorrales y otras especies herbáceas al no entrar la luz.
  • Formaciones extensas de abedul, arce, castaño, roble melojo, tilo, acebo, etc.
  • Cerca de los ríos aparece el sauce, fresno, aliso, avellano, mostajo, etc.

También aparecen especies de repoblación como eucaliptos y pinares, por razones económicas (especies de crecimiento rápido), landas (matorral denso) y praderas dedicadas a pastos.

En la zona de transición con el bosque mediterráneo aparecen los bosques subhúmedos continentales, con especies como el rebollo, quejigo y el pino albar.

España interior y mediterránea

Vegetación reducida por la acción humana a lo largo del tiempo (agricultura muy extendida y barbechos, ganadería-pastoreo, explotación maderera, etc.).

Aunque se dice que predomina el bosque mediterráneo, en realidad, las formaciones boscosas son escasas, apareciendo en zonas montañosas (roble melojo y pinares originarios o de repoblación) y en las riberas de los ríos (olmos, sauces, alisos y fresnos).

Las especies predominantes son de tipo xerófilo, con raíces profundas que les permiten resistir la sequía y el calor estival, y las heladas del invierno. Destacan los matorrales mediterráneos (de hojas pequeñas, perennes y coriáceas —oscuras, tonos grises—), con diferentes tipos, como el maquis (en suelos silíceos) con especies como el madroño, acebo y brezo; la garriga (en suelos calcáreos) con el acebuche y la coscoja; además de zonas esteparias (áridas), donde se desarrollan especies aromáticas (tomillo, espliego, lavanda y romero).

Las especies predominantes son de tipo xerófilo, con raíces profundas que les permiten resistir la sequía y el calor estival, y las heladas del invierno. Destacan los matorrales mediterráneos (de hojas pequeñas, perennes y coriáceas —oscuras, tonos grises—), con diferentes tipos, como el maquis (en suelos silíceos) con especies como el madroño, acebo y brezo; la garriga (en suelos calcáreos) con el acebuche y la coscoja; además de zonas esteparias (áridas), donde se desarrollan especies aromáticas (tomillo, espliego, lavanda y romero).

También aparecen árboles bajos (no más de 15 metros), que no llegan a formar bosques, como la encina carrasca (dehesas: bosques abiertos), el alcornoque (en suelos silíceos: Extremadura) y la sabina.

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