Variedades Lingüísticas: Factores Socioculturales y Situacionales en el Uso del Español

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Variedades Lingüísticas: Factores Socioculturales y Situacionales

Se denomina variedad lingüística a cada uno de los conjuntos de rasgos peculiares que caracterizan el uso de una lengua por parte de un determinado grupo de hablantes en virtud de factores de distinto tipo. En el presente texto, nos vamos a centrar en los factores sociales y culturales, y en los factores situacionales que condicionan un uso determinado de la lengua por parte del hablante.

Variedades Socioculturales o Diastráticas

Las variedades socioculturales (o diastráticas) son aquellas que vienen determinadas por diversos factores presentes en el hablante y que están relacionados con la organización y estratificación de la sociedad, como el nivel cultural y económico, el sexo, la edad, la profesión, etc. Del estudio de este tipo de variedades, denominadas en general sociolectos, se ocupa la Sociolingüística. De hecho, los factores socioculturales del individuo, junto con su procedencia geográfica, determinan el uso de la lengua por parte del hablante, es decir, su idiolecto, o la realización particular de la lengua en cada uno de los hablantes que forman una comunidad lingüística.

Teniendo en cuenta los factores mencionados anteriormente, es habitual hablar de cuatro niveles de uso de la lengua. Estos niveles de uso de la lengua utilizan como criterio clasificador el mayor o menor respeto a las normas de corrección en el uso de la lengua, es decir, el mayor o menor acercamiento del hablante en el uso que hace de su lengua a la llamada norma lingüística.

Rasgos de los Niveles de Uso de la Lengua

A continuación, se describen los rasgos que caracterizan estos niveles de uso de la lengua:

  • Nivel culto: propio de las personas instruidas y de elevado nivel cultural. Funciona como modelo para los restantes niveles. Se caracteriza por la corrección en el uso de la lengua en todos los niveles: el fonético, con una pronunciación esmerada; el morfosintáctico, con un uso riguroso de las formas lingüísticas y las construcciones sintácticas; y el léxico, con la precisión en las designaciones por medio de un vocabulario rico y variado, y el rechazo de vulgarismos y barbarismos.
  • Nivel estándar: se sitúa en un nivel medio, pero formal, de uso de la lengua. Respeta la norma lingüística, aunque es menos rígida que la variedad culta. Sirve de modelo tanto en la comunicación oral como en la escrita no académica.
  • Nivel popular: se sitúa en un nivel medio de competencia lingüística y se usa en los intercambios cotidianos. Podemos señalar como rasgos peculiares de este nivel el uso frecuente de exclamaciones e interpelaciones al oyente (¡Hombre, eso no se hace!); la economía en el uso de la lengua: oraciones inacabadas, falta de precisión léxica, muletillas, frases hechas, etc. (¡Bueno, pues... como te iba diciendo!); continuas apelaciones al oyente (¡Ya me contarás!)...
  • Nivel vulgar: es utilizado por las capas menos escolarizadas de la sociedad. Es un uso de la lengua de léxico reducido y gramática sencilla. Se caracteriza por la alteración de la norma y el uso de vulgarismos de todo tipo (dotor, toavía, Grabiel, veste por ahí, haiga, contra más hagamos...).

Variedades Situacionales o Diafásicas

Las variedades situacionales (o diafásicas) son aquellas que vienen determinadas por diversos factores presentes en la situación de comunicación, es decir, el conjunto de circunstancias que rodean el proceso de comunicación en un determinado acto comunicativo: espacio y tiempo, características de los interlocutores que intervienen en dicho proceso (sexo, edad, relación jerárquica existente entre ellos), intención comunicativa...; todos estos factores provocan que el hablante acomode de forma continua su idiolecto a cada una de las situaciones comunicativas que tiene que afrontar en su comunicación diaria.

Teniendo en cuenta los factores mencionados anteriormente, se denomina registro lingüístico o registro idiomático al conjunto de características lingüísticas que resultan de la adaptación del uso de la lengua a una determinada situación comunicativa por parte de un hablante. Desde este punto de vista, se pueden distinguir, fundamentalmente, los siguientes registros:

  • El registro oral y el registro escrito: el primero de ellos es menos formal y vendría caracterizado por el uso de muletillas, estructuras sintácticas inacabadas (anacolutos), interpelaciones al oyente, etc. (¡Oye!; ¡Mira!; ¿Sabes?...)
  • El registro formal y el registro informal: el uso de uno u otro depende de la relación que se establece entre los interlocutores del acto comunicativo (jerarquía, intimidad, intención comunicativa...); los rasgos del primero se aproximan más a los usos establecidos en la norma lingüística, mientras que los del segundo se apartan de ella en mayor o menor grado en función de la naturaleza de la relación existente entre los interlocutores.
  • El registro coloquial: es el usado por los hablantes en las situaciones cotidianas de intercambio oral, y viene caracterizado por un cierto grado de informalidad. Sus principales rasgos lingüísticos serán la presencia en el discurso de modismos o frases hechas, la incorporación de voces de origen jergal y la tendencia por parte del hablante a una mayor relajación articulatoria en la pronunciación.

Origen Histórico del Léxico Castellano

El castellano es una lengua románica, es decir, deriva del latín. Por eso, la mayoría de las palabras que empleamos con más frecuencia provienen de voces de origen latino que a lo largo de los siglos han ido sufriendo una evolución lingüística, se trata de los denominados vocablos patrimoniales. No obstante, algunas de estas palabras heredadas no tienen un origen propiamente latino, sino que pasaron a este idioma por contacto con otros sistemas lingüísticos con los que el latín convivía, es el caso del griego (obispo, palabra, cada...), celta (camisa, álamo...), ibero (arroyo, carrasca, gordo...), etc. Las voces patrimoniales no deben confundirse con los denominados cultismos (términos como límpido, secular, frígido, septentrional, etc.), palabras en su mayor parte empleadas en el campo de las jergas científicas o humanísticas, que se incorporaron al castellano en determinados momentos históricos con especial protagonismo de lo grecolatino (por ejemplo, el Renacimiento o la Ilustración del XVIII). Aunque las palabras patrimoniales son las de uso más frecuente, suponen solo una cuarta parte aproximadamente del caudal léxico del castellano. El resto del léxico se ha ido incorporando al castellano como extranjerismos en diferentes momentos de la historia o bien se ha forjado por medio de los procedimientos de derivación o composición.

Préstamos Lingüísticos en el Español

La mayor parte del léxico español está formado por préstamos de otros idiomas:

  • Arabismos: infinidad de palabras pertenecientes en su mayoría a campos de conocimiento como la agricultura, medicina, ciencia, astronomía, comercio, orfebrería o de frecuente uso en la vida cotidiana (azúcar, almohada...); a lo que hay que sumar numerosos nombres en la toponimia (Guadalajara, Albacete...).
  • Germanismos: pese a la mínima influencia lingüística ejercida por pueblos como los visigodos, sí podemos consignar la presencia en nuestro idioma de algunos sustantivos comunes (guerra, jabón...) y algunos topónimos o antropónimos (Álvaro, Fernando...).
  • Galleguismos: (chubasco).
  • Catalanismos: (turrón...).
  • Vasquismos: (izquierda).
  • Galicismos: incorporados al léxico castellano en dos momentos históricos diferentes pero con una común supremacía de la cultura francesa: el periodo medieval (bastón, batalla, ciprés, coraje...) y el correspondiente a la Ilustración del S.XVIII (bayoneta, báscula, brillar, bufanda...).
  • Anglicismos: los extranjerismos que se introducen en la actualidad en nuestra lengua son fundamentalmente anglicismos, debido fundamentalmente a la poderosa influencia económica y cultural de los EEUU y al auge de las nuevas tecnologías (internet, chat, lobby, clic, cliquear, sheriff...).
  • Lusismos: (biombo, buzo, mermelada, caramelo...).
  • Italianismos: (piloto, centinela...).
  • Gitanismos: (menda, camelo...).
  • Indigenismos americanos: (cacique, tabaco...).
  • Latinismos: nombre general con el que conocemos a expresiones de esta lengua que hemos conservado en su forma original como ídem, currículum, memorándum, quórum, ipso facto...

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