Unificación Alemana e Italiana: Historia, Factores Clave y Protagonistas

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Unificación Alemana

Unificación Alemana: El Congreso de Viena restableció el dominio del Imperio Austriaco sobre la zona e impuso la Confederación Germánica, asociación de 34 estados soberanos y 4 estados libres, presidida por el emperador de Austria. Los estados tenían en común un parlamento que no pasaba de ser una simple reunión de delegados de los estados sin capacidad legislativa. En Alemania, las fuerzas económicas y culturales se unieron para favorecer el despertar de un poderoso movimiento nacionalista. Fichte y Herder fueron los inspiradores del nacionalismo alemán, ya que manifestaron la necesidad de crear un estado alemán y de asentar la idea del pangermanismo. El motor de la unificación fue Prusia y el motivo económico. Prusia alentó la formación de un mercado único y la supresión de la multitud de fronteras y aduanas que separaban los Estados alemanes. La creación de un mercado único de carácter nacional libre de trabas, fortaleció el desarrollo del comercio, fomentó la industrialización, consolidando con ello el poder de la burguesía y ayudó a la expansión de la red ferroviaria.

El Primer Intento de Unificación Política

El primer intento sería en la revolución de 1848 y precisamente con la creación del parlamento de Fráncfort. El parlamento crearía una constitución en 1849 dirigida a la nueva Alemania. Acto seguido le ofrecieron la corona del nuevo reino al rey de Prusia, Federico Guillermo IV. Agotada la vía diplomática, decidió disolverse, recayendo en manos de Prusia el papel de lograr la unificación. El impulso definitivo llegaría con el nombramiento del canciller en 1862 de Otto von Bismarck, de carácter antidemocrático. Este político conservador confió en la vía agresiva para lograr la unificación alemana. El canciller prepararía tres guerras sucesivas: la primera contra Dinamarca, la segunda contra Austria y la tercera contra Francia.

Unificación Italiana

Unificación Italiana: Italia quedó dividida en 8 estados. El norte comprendía los reinos de Lombardía y el Véneto que se hallaba bajo el control del Imperio Austriaco, y el de Piamonte-Cerdeña, ligado a Francia tras la revolución de 1848 y que contaba con la monarquía de la casa de Saboya de corte liberal. En el centro, 4 estados independientes sometidos a la influencia austriaca. Los estados pontificios, gobernados por el papa y opuestos a ideas liberales. Quince años más tarde tomaría cuerpo un poderoso sentimiento nacionalista organizado en el movimiento Risorgimento (renacimiento), corriente cultural de carácter conservador que agrupaba a personas dedicadas a la escritura como Leopardi a la historia.

Factores Económicos de la Unificación Italiana

Uno de los factores que motivó la unificación fue el desarrollo económico. Estos mostraban realidades económicas muy dispares, mientras que en los del sur el sistema feudal seguía vigente, junto a una agricultura tradicional, los estados del norte habían iniciado un proceso de transformación agrícola y desarrollo industrial, frenado por la multiplicidad de aduanas y dificultad de intercambios entre estados.

La burguesía rica de los estados del norte, y el reino de Piamonte, se convirtió en el motor del movimiento nacionalista italiano, ya que la unidad política y territorial conllevaría la unidad económica y, por tanto, el mejor desarrollo de negocios de tipo comercial. El proceso de unificación italiano se opusieron dos proyectos nacionalistas: uno de carácter monárquico-liberal, dirigido por Cavour y otro de carácter republicano-demócrata, dirigido por Garibaldi e inspirado en las ideas más progresistas del nacionalismo. Solo el primero contaría con ayuda internacional y apoyo militar. Cavour y Garibaldi, aunque con métodos diferentes, fueron anexionando territorios italianos a su causa. Cavour conseguiría con ayuda francesa derrotar a los austriacos en 1859 y anexionarse Lombardía; y Garibaldi, por su parte, ocuparía buena parte del sur de la península italiana, derrocando a los Borbones e imponiendo un gobierno provisional de carácter democrático hacia 1860. Para no dividir al movimiento nacionalista, Garibaldi cedió ante Cavour, reconociendo a Víctor Manuel II, rey de Italia. La tarea unificadora quedó completada con la anexión de Véneto en 1866, tras la derrota austriaca gracias al apoyo de Prusia y la ocupación de los estados pontificios en 1870, a pesar de la negativa del papa.

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