El Trienio Liberal (1820-1823): Reformas, Conflictos y el Fin del Primer Liberalismo en España

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El pronunciamiento de Riego supuso el comienzo del Trienio Liberal (1820-1823), un periodo en el que se aplicaron no solo las reformas aprobadas por las Cortes de Cádiz, sino que se reimplantó la Constitución de 1812. Es célebre la frase del rey en este momento, en la que afirmó: «Marchemos francamente, y YO el primero, por la senda constitucional», con la que, obviamente obligado por las circunstancias, contradijo de forma total lo hecho seis años atrás.

Medidas y Reformas del Gobierno Liberal

Entre las medidas tomadas por el nuevo gobierno liberal destacan:

  • La desaparición definitiva de la Inquisición.
  • La abolición del régimen señorial.
  • El intento de continuar con la desamortización iniciada en el periodo de la Guerra de la Independencia.
  • El proyecto para reducir el número de religiosos y la disminución de los fondos estatales destinados a la Iglesia.
  • El establecimiento de la libertad de prensa y la libertad de reunión.
  • La creación de la Milicia Nacional, un cuerpo armado al margen del ejército, formado por ciudadanos voluntarios afines al régimen liberal.
  • La elaboración de un nuevo Código Penal.
  • La primera ley española de educación (el Reglamento General de Instrucción Pública).
  • La reestructuración del mapa español, dividiéndolo por primera vez en 52 provincias.

Facciones Liberales: Moderados y Exaltados

Enfrentados por primera vez a tareas de gobierno en condiciones de normalidad (es decir, sin el telón de fondo de la guerra), los liberales vieron formarse diferentes facciones dentro de su seno. Así, se diferenciaron los doceañistas o moderados, partidarios de aplicar las reformas acordadas en 1812 sin más, y los exaltados, que pretendían realizar cambios más radicales. Los primeros gobernaron de 1820 a 1822, y los segundos de 1822 a 1823. Estos grupos fueron los embriones de los dos partidos políticos que regirían la vida española durante todo el reinado posterior (el de Isabel II, 1833-1868): moderados y progresistas.

Oposición al Régimen Liberal

El régimen liberal, obviamente, contaba con numerosos detractores: los grupos dominantes del Antiguo Régimen, una parte importante de la Iglesia y el Ejército, una mayoría del campesinado (que entendía el liberalismo como un movimiento urbano y burgués alejado de sus intereses), y, por supuesto, el propio rey, que veía su poder muy limitado por la Constitución. Hubo varios intentos de golpe de estado por parte de estos grupos. No fueron ellos, sin embargo, quienes consiguieron restablecer el absolutismo, sino que el régimen liberal acabó por la intervención militar extranjera.

La Conspiración Real y la Reacción Europea

El rey había conspirado para que se produjese una intervención de las potencias extranjeras en España que acabase con el régimen liberal. Asimismo, el pronunciamiento de Riego había tenido gran influencia en Europa y provocó revoluciones en Italia y Portugal que trataban de inspirarse en el modelo constitucional de 1812 para construir sus regímenes liberales. Esta expansión del liberalismo no podía ser consentida por las potencias absolutistas europeas.

Intervención Extranjera y Fin del Trienio Liberal

El Congreso de Verona (1822) decidió intervenir en España a favor del absolutismo de Fernando VII. Fue Francia la encargada de la acción. El 7 de abril de 1823, un ejército francés, los Cien Mil Hijos de San Luis, cruzaron la frontera al mando del Duque de Angulema. Previamente, el gobierno, en connivencia con los franceses, había preparado el terreno para evitar resistencias: se realizaron cambios en la cúpula militar y se desarmó a la Milicia Nacional. De esta forma, los franceses ocuparon el país sin apenas resistencia. El gobierno huyó de Madrid, llevándose al rey consigo, pero, falto de apoyo popular, se vio obligado a liberar al monarca y a capitular (noviembre de 1823). Numerosos liberales (entre ellos el propio Rafael de Riego) fueron ajusticiados, y otros muchos tuvieron que escapar del país. El absolutismo volvió a instaurarse en el país, dando lugar al periodo conocido como la Década Ominosa, que duraría hasta la muerte de Fernando VII en 1833.

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