La Trayectoria Poética de Miguel Hernández: Un Viaje por sus Etapas Creativas
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Las Etapas de la Poesía de Miguel Hernández: Un Recorrido por su Obra
Poesía Pura
La primera etapa del autor se inicia con su primera obra, Perito en Lunas (1933). Se trata de un conjunto de 42 octavas reales que refleja la influencia de distintos poetas, pero el que destaca por encima de todos es Góngora. Se aprecia en la métrica del poema (la octava real) y en el gusto por la metáfora, para la que también bebe de las fuentes del simbolismo y las vanguardias. Aunque se aleja de lo sencillo y el léxico familiar, los temas pertenecen al patrimonio popular: cada uno de los poemas es una transmutación de la realidad circundante mediante acertijos poéticos, en un juego imaginativo que lleva de lo concreto a lo abstracto. La complejidad metafórica va conteniéndose poco a poco en los poemas que forman parte del ciclo de la que se ha denominado como 'poesía pura'. En este período también podemos destacar el signo neocatólico, que demuestra la influencia de Ramón Sijé.
Poesía Neorromántica
La segunda etapa se inicia con El Rayo que no cesa. Esta obra, paralelística y muy cuidada, es el resultado de la reelaboración de dos libros (Imagen de tu huella y El silbido que no cesa) y está integrada por 27 sonetos y tres composiciones poéticas largas. En la obra se aprecian los cambios que tuvieron lugar en la vida y obra del autor: apoyado en el núcleo temático del amor, se advierte el cambio de visión del mundo del autor, proporcionado por su contacto con la Escuela de Vallecas.
El cambio se manifiesta abiertamente en la serie de poemas sueltos posteriores a El rayo que no cesa. El poeta comienza la transformación de su poesía neorromántica en la 'poesía impura', que se afianzará más tarde con la literatura de urgencia. Estos poemas muestran ya la tremenda influencia escritural e ideológica de Neruda y Aleixandre, así como la vuelta a su mundo natural, liberado ya de represiones sexuales y del ideario conservador. Los poemas traslucen una visión neorromántica de la realidad poética, con un trasfondo existencial, manifestada mediante técnicas y elementos surrealistas.
Literatura de Urgencia
La tercera etapa comienza con Viento del pueblo (1937), motivada por la Guerra Civil. Con este libro, quiere expresar que la poesía es la esencia misma del pueblo y tiene su raíz en la tierra, y que el poeta devuelve su poesía a su destinatario: el pueblo. El contenido poético se mueve en cuatro direcciones: se trata de una poesía de sentido telúrico, poblada de motivos que remiten a las fuerzas naturales, y que defiende las palabras y los versos como arma de combate contra la injusticia.
Esos sentimientos optimistas ceden terreno poco a poco a la cruda realidad de la guerra, que se plasma en El hombre acecha (1939). En esta obra, la lucha por los ideales lleva a la aniquilación. Así, el himno se convierte en una llamada de advertencia, y el tono predominante es la amargura motivada por el dolor que le producen el odio, la crueldad y la muerte.
Exploración Interior
La última etapa del autor se inicia con el Cancionero y romancero de ausencias (1938-1941) y sus últimos poemas. Lejos del barbecho y el huerto, y ausente de su esposa y su hijo, es aquí donde su voz estará más próxima al hombre del campo, al marido enamorado y al padre amoroso, y donde fondo y forma estarán más hermanados que nunca entre sí. Es la etapa de la exploración interior, en la que emplea una métrica más sencilla, depurando el romance hasta privarlo de artificio y rescatando otras formas medievales (romancillos y el alejandrino del mester, con una clara influencia de Neruda) que, de tan viejas, se han hecho patrimonio del pueblo. Se aleja, pues, del verbo declamatorio propio del escenario y se acerca a la voz popular. Es aquí donde Miguel Hernández cantará con su voz más auténtica, más popular y, al mismo tiempo, más solitaria.