Las travesías europeas de Bolívar: Un crisol de ideas y convicciones
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Mientras esto sucedía, tuvo la suerte de formarse con los mejores maestros y pensadores de la ciudad; figuraban entre ellos Andrés Bello, Guillermo Pelgrón y Simón Rodríguez. Fue este último, sin embargo, quien logró calmar por instantes el ímpetu nervioso y rebelde del niño, alojándolo como interno en su casa por orden de la Real Audiencia, lo cual sería la génesis de una gran amistad. Pero ni el apego al mentor ni el ingreso en la milicia fueron suficientes para aquietar al muchacho, y sus tíos decidieron enviarlo a España a continuar su formación.
El primer viaje a Europa lo realizó cuando apenas era un adolescente, a la edad de 15 años y medio. Este viaje de estudios, que culmina con su matrimonio, le permite, al encontrarse con su tío Esteban, recibir una cultura general de diferentes maestros hasta que los problemas políticos dieron como resultado la desgracia de su tío. Entonces, fue a vivir a la casa del Marqués de Ustariz, allí el conocimiento general le dio poco a poco paso al conocimiento profundo, fundamentado en un intenso e interesado estudio, lo que lo convirtió en el ansioso lector que fue durante toda su vida.
Pasa por México y Cuba, se queda en España y conoce Francia. Tiene la oportunidad de asistir a la coronación de Napoleón y sentirse asqueado por la actividad tan grande y el deseo de poder.
El segundo viaje se ocasiona debido a un motivo de distracción a la viudez que lo había atacado, dura tres años. Fue un viaje de aprendizaje junto a Simón Rodríguez, visita España, Inglaterra, Portugal, Italia y parte de Austria y Alemania; a su regreso desembarca en los Estados Unidos. Fue de interés político y obtuvo una gran fortuna por medio de él.
Al estar en Europa y ver la visión de distintos pueblos europeos, esto lo hace reflexionar con respecto a su pueblo. Europa lo incita a la reflexión al hallarse a sí mismo. Puso especial atención a la relación de veneración que había logrado Napoleón con el pueblo francés en esos días de gloria. De Francia, Bolívar pasó a Italia, y en Roma, rodeado de los recuerdos de la época republicana, se consolidó su convicción plena de que debía luchar por la libertad de los pueblos americanos y de que esta tarea la ejecutaría de allí en adelante. Esto culmina en el Monte Sacro y en el juramento definitivo.
El tercer viaje a Europa lo realiza como diplomático a la Gran Bretaña, como intérprete de una de las primeras embajadas venezolanas. Bolívar le encuentra cierto atractivo a la vida inglesa y algunos aspectos de los cuales le faltan a América y él sería el encargado de difundirlos, como lo son la estabilidad, el respeto, la dignidad, la sensatez y el sentido práctico. Estas sencillas virtudes le hacen a Bolívar solicitar cuantas veces puede una alianza con la vida británica.
Al comienzo de 1799 viajó a España. En Madrid, bajo la dirección de sus tíos Esteban y Pedro Palacios y el Marqués de Ustariz, se entrega a los estudios. Amplió sus conocimientos en las áreas de historia, de literatura clásica y moderna, y de matemáticas. También quiso ampliar sus conocimientos en otras áreas como idiomas al estudiar francés, y aprendió también la esgrima y el baile.