Transición Demográfica en España: 1900-Actualidad

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2 La Transición Demográfica (1900-1975)

En comparación con otros países de Europa Occidental, la transición demográfica en España se inició más tarde, pero duró menos y fue más intensa. Se caracteriza por la disminución suave de la natalidad, un brusco descenso de la mortalidad y, en consecuencia, un elevado crecimiento natural.

Natalidad

La natalidad descendió de forma suave y discontinua, alternando periodos de mayor decrecimiento con otros de recuperación.

  • En la década de 1920, la natalidad se recuperó del descenso gracias a la prosperidad económica.
  • Entre 1930 y 1956, se reanuda el descenso. Las causas fueron la crisis económica de 1929, la inestabilidad política de la Segunda República, la Guerra Civil y la posguerra, que causó el exilio de miles de personas y dificultades económicas derivadas de la política autárquica y del bloqueo nacional. La política pro-Franco, que instituyó premios de natalidad y prohibió los anticonceptivos, no fue suficiente para compensar esta tendencia.
  • Entre 1956 y 1965, tuvo lugar una recuperación de la natalidad, interpretada como el «baby boom» posbélico retrasado.
  • Entre 1965 y 1975 (últimos años del desarrollismo), disminuyó el tamaño de la familia. La causa fue la consolidación de un modo de vida industrial y urbana, con graves problemas de vivienda, que redujo el valor económico de los hijos.

Mortalidad

La mortalidad general descendió de forma acusada y continua durante la transición demográfica, excepto en dos momentos de mortalidad catastrófica: la gripe de 1918 y la Guerra Civil. Las causas del descenso de la mortalidad fueron:

  • El incremento del nivel de vida: se manifestó en la mejora de la dieta, que durante la década de 1960 superó la malnutrición y la escasez de la posguerra, y en el crecimiento del nivel educativo y cultural, que permitió intensificar la prevención y abandonar costumbres tradicionales nocivas para la salud.
  • Los avances médicos: destacaron las vacunas y los antibióticos, que eliminaron la mortalidad catastrófica por epidemias (a partir de la gripe de 1918) y redujeron la incidencia de las enfermedades infecciosas. También tuvieron efectos positivos los nacimientos en clínicas, que disminuyeron la mortalidad femenina en el parto y el posparto, y la extensión de la sanidad pública (seguridad social).
  • Los avances sanitarios: consistieron en la mejora de la higiene privada y pública (servicios urbanos de agua potable, alcantarillado y recogida de basuras).

La mortalidad infantil también decreció debido a los progresos de la pediatría y de la alimentación infantil, y la mejora del cuidado materno. La esperanza de vida se elevó, primero, por la reducción de la mortalidad infantil y materna, y luego, por el descenso de la mortalidad en adultos.

Crecimiento Natural

Como consecuencia, el crecimiento natural durante la transición fue alto, especialmente entre 1920 y 1965, cuando la mortalidad descendió fuertemente, mientras que la natalidad pasaba por dos máximos separados por la Guerra Civil. Desde 1965, el crecimiento se recortó, al estabilizarse la mortalidad en cifras bajas y restablecerse el descenso de la natalidad.

3 El Régimen Demográfico Actual (a partir de 1975)

El régimen demográfico actual se extiende desde 1975 hasta la actualidad. Se caracteriza por bajas tasas de natalidad y mortalidad, y por un escaso crecimiento natural.

Natalidad

La natalidad descendió a partir de 1975 hasta situarse en cifras bajas. En esta situación se distinguen dos momentos:

  • Entre 1975 y 1998: tuvo lugar un brusco descenso de los nacimientos. Las causas fueron los cambios económicos y socioculturales. La situación económica retrasó la edad del matrimonio, con el consiguiente acortamiento del periodo fértil de la mujer, primero como resultado de la crisis de 1975, y desde 1980 por la precariedad laboral y el alto precio de compra y alquiler de vivienda, que dificultan la emancipación de los jóvenes y prolongan su formación y su permanencia con los padres. La sociedad española experimentó cambios de mentalidad y valores desde la transición a la democracia (1975) que contribuyeron al descenso de la natalidad. Disminuyó la influencia religiosa; se despenalizaron y difundieron los anticonceptivos, y se legalizó el aborto en ciertos supuestos. Las mujeres se incorporaron de forma creciente al trabajo fuera del hogar y retrasaron la maternidad hasta consolidar su situación laboral, de modo que la mayoría de los nacimientos se producen en el grupo de los 30-34 años. Además, muchas mujeres tienen dificultades para conciliar la vida familiar y laboral, ante la escasez de guarderías a precios asequibles y el mantenimiento de comportamientos sexistas en el reparto de tareas domésticas y en el cuidado de los hijos. Por otra parte, han ganado importancia las relaciones de pareja no reproductoras y de cuidado de los hijos, y han surgido formas distintas del matrimonio y menos prolíficas (cohabitación, hogares monoparentales de divorciados, maternidad en solitario).
  • Desde 1998: la natalidad ha experimentado una ligera recuperación debido a la inmigración. La inmigración contribuye al aumento de la natalidad, sobre todo por el incremento de mujeres en edad fértil, dado que su fecundidad, inicialmente más alta, tiende a acercarse a la española. Así, el número de hijos por mujer de las extranjeras ha pasado de 2,3 en 1996 a 1,80 en 2006.

Mortalidad

La mortalidad general se mantiene en cifras bajas, aunque la tasa asciende ligeramente desde 1982 debido al envejecimiento de la población. Se trata de un aumento «aparente» causado por el incremento del número de ancianos. Las causas de la mortalidad general han cambiado: disminuye la importancia de las enfermedades infecciosas y aumentan las enfermedades cardiovasculares, el cáncer y los accidentes de carretera. Además, están creciendo enfermedades como el Alzheimer o la demencia senil, y las llamadas «enfermedades sociales», como el alcoholismo, el tabaquismo y la drogadicción. La mortalidad infantil es hoy muy baja y principalmente neonatal.

Esperanza de Vida

La esperanza de vida ha aumentado gracias a los progresos de la medicina. No obstante, presenta diferencias entre sexos, grupos de edad y estatus social.

  • Por sexos: la esperanza de vida es mayor para las mujeres. Éstas tienen mayor fortaleza biológica por motivos hormonales e inmunológicos. En cambio, los hombres han tenido tradicionalmente un estilo de vida con mayor riesgo.
  • Por edad: las mayores esperanzas de vida se dan en los ancianos (70-80 años), y las menores en jóvenes (18-35 años), en quienes la esperanza de vida bajó por el incremento de los accidentes de carretera, la aparición y difusión del sida y la extensión de la drogadicción.
  • Por estatus social: la esperanza de vida es más alta para las profesiones más cualificadas, que tienen menor mortalidad laboral, y para las clases sociales más adineradas, que pueden acceder a más servicios sanitarios y mejores.

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