Transformaciones Políticas en Europa: Restauración, Liberalismo y Oleadas Revolucionarias (1815-1848)

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Europa de la Restauración (1814-1848)

Entre 1814 y 1815, los Estados vencedores de Napoleón se reunieron, a propuesta del canciller austriaco Metternich, en el Congreso de Viena. Su objetivo era poner fin a la expansión de las ideas liberales y garantizar la restauración del absolutismo monárquico en toda Europa. Tras reponer a los monarcas en sus tronos, las cuatro grandes potencias remodelaron el mapa europeo en su provecho. De este modo, se acordó el regreso de Francia a sus fronteras de 1792 y la división del Imperio napoleónico entre los vencedores.

En Viena también se establecieron los principios ideológicos de la Restauración:

  • Legitimidad de los monarcas absolutos.
  • Negación de la soberanía nacional.
  • Equilibrio entre las grandes potencias.
  • Derecho de intervención.

Con este fin, se creó la Santa Alianza (1815), un tratado de ayuda mutua entre los monarcas absolutos frente a cualquier amenaza de la revolución liberal. A pesar del retorno del Antiguo Régimen, las ideas de la Revolución Francesa habían dejado su huella en muchos países europeos. Así, la fuerza del liberalismo y del nacionalismo se demostró en tres grandes oleadas revolucionarias que, a partir de 1820, resquebrajaron el sistema de la Restauración.

Las Revoluciones de 1830

Tras la primera oleada de revoluciones liberales en 1820, se produjo una segunda explosión revolucionaria entre 1829 y 1835. Con un importante apoyo popular, estas revoluciones sustituyeron el absolutismo por sistemas políticos liberales. El movimiento se inició en Francia, donde se derrocó al monarca absoluto Carlos X y se proclamó una monarquía de corte liberal en la persona de Luis Felipe de Orleans. En 1831, estalló una revuelta en Polonia, que fue reprimida por el Zar de Rusia.

Las Revoluciones de 1848

La revolución de 1848 significó la aparición de los ideales democráticos y también el surgimiento de los trabajadores como fuerza política. En Francia, un levantamiento popular destronó a Luis Felipe de Orleans y proclamó la Segunda República. El nuevo régimen adoptó una serie de medidas democráticas. Sin embargo, la república evolucionó en un sentido conservador y Luis Napoleón Bonaparte acabó imponiendo su poder personal y proclamó el Segundo Imperio francés.

En el Imperio austriaco se produjeron numerosos estallidos revolucionarios. La revuelta tuvo un carácter liberal en Viena, donde la revolución obligó al canciller Metternich a dimitir. Pero también fue un levantamiento nacionalista contra el dominio imperial en Hungría, Bohemia, el Norte de Italia y la Confederación Germánica. Aunque la mayoría de estas revoluciones fueron finalmente sofocadas, las reformas democráticas y nacionales se consolidaron en la segunda mitad del siglo XIX.

Movimientos Nacionalistas

La expansión napoleónica había despertado los sentimientos nacionalistas de muchos pueblos de Europa. Además, el Congreso de Viena reordenó las fronteras del continente europeo en favor de los imperios autocráticos sin tener en cuenta la identidad nacional de los pueblos. Todo ello comportó que, en estos territorios, las revoluciones liberales fueran acompañadas de reivindicaciones nacionalistas.

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