Transformaciones de la Historiografía en el Siglo XX: Escuelas, Crisis y Nuevos Enfoques
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Evolución de las Escuelas Históricas y Nuevas Perspectivas en la Historiografía del Siglo XX
Contexto Post-Segunda Guerra Mundial y Diversificación Nacional
La diferente evolución de los países hizo que las escuelas históricas mostraran rasgos ligeramente diferenciados en cada una de sus respectivas tradiciones nacionales, que habían llegado casi intactas a la Segunda Guerra Mundial. Así pues, la escuela de los Annales consiguió renovarse gracias a un oportuno relevo generacional, pero continuando fiel a la tradición racional y deductiva francesa; los historiadores británicos optaron por la vía del materialismo histórico, y parte de la historiografía norteamericana se dejó seducir por los métodos cuantitativos.
Auge y Confianza en las Historiografías Totalizantes (Década de 1960)
A lo largo de la década de 1960, el auge de las historiografías totalizantes, promovidas tanto por la escuela de los Annales como por la hegemonía indiscutida de la Historia Social, confirió a la disciplina histórica una autoconfianza casi sin límites.
Consolidación y Crisis de un Paradigma (Década de 1970)
Dicha autoconfianza se afianzó aún más en la década de 1970. Este fue un período de gran fe en las posibilidades de la historia como una disciplina técnica, precisa, fundada en las ciencias sociales y análoga a las ciencias experimentales, empíricas y analíticas. En tal sentido, una porción considerable de los seguidores de Annales, los denominados cliometristas y los historiadores inspirados por el materialismo histórico marxista, se movían conjuntamente en la dirección de un lenguaje historiográfico esquemático, cuantitativo y absolutizador.
Sin embargo, esta extendida creencia entre los historiadores en la ciencia, el progreso y la modernidad empezó a tambalearse a lo largo de la década de 1970. Fue entonces cuando se puso fin a una larga trayectoria de prosperidad, derrumbándose progresivamente las viejas certezas y aflorando las protestas sociales frente al poder establecido. Los optimistas presupuestos de la civilización occidental, asentados a su vez en los de la Ilustración, comenzaban a conmoverse en sus más hondos fundamentos.
El Quiebre de las Certezas y la Emergencia de Nuevos Enfoques
El cambio comenzó a gestarse a partir de la década de 1960. Las grandes corrientes historiográficas comienzan a perder su supremacía; su sustento comienza a tambalearse. Es a partir de esta década cuando los historiadores comienzan a dejar de creer en los postulados del progreso; se derrumban las viejas certezas. En esta coyuntura afloran protestas sociales, quizá simbolizadas y catalizadas en el Mayo del 68 francés.
Asimismo, el afloramiento de la crítica de los modelos estructurales, científicos y materialistas que se apoderó de buena parte de la historiografía occidental durante la década de 1970 traducía, a su vez, la estrecha conexión existente entre el pensamiento histórico, las concepciones políticas e ideológicas y el cambio social.
Nuevos Sujetos y Objetos de Estudio
Todo ello tuvo su expresión en una renovada visión de la historia. Aparecieron por doquier nuevos enfoques que trasladaron el centro de atención desde las élites hacia otros segmentos de la población, como los pobres, los marginados y las clases populares. Asimismo, el estudio de las grandes estructuras (económicas, sociopolíticas o ideológicas) dio paso al estudio de aquellas manifestaciones más livianas o escurridizas de la vida diaria de los seres comunes. Emergieron visiones alternativas sustanciadas en el estudio de la vida cotidiana, la historia de las mentalidades, la cultura popular, la microhistoria o la historia cultural.
Transformación de Estrategias y Conceptos
Las grandes conceptualizaciones historiográficas dieron paso a planteamientos menos ambiciosos, aunque tal vez menos apriorísticos. Las estrategias de la investigación cambiaron porque dejaron de apoyarse en las disciplinas tradicionales de la economía, la sociología o la ciencia política, para comenzar a pivotar sobre la antropología, la lingüística o la semiótica.
Los conceptos de modernización, industrialización o urbanización, que sustentaron la construcción de un gran número de monografías históricas hasta la década de 1970, se vieron debilitados. En esto último influyó la crisis económica, la amenaza nuclear, las catástrofes ecológicas o el agotamiento del modelo de crecimiento que había prevalecido desde el final de la Segunda Guerra Mundial.