Transformaciones Demográficas en España (1850-1900): Urbanización y Flujos Migratorios
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Evolución Demográfica de España en la Segunda Mitad del Siglo XIX
Durante el siglo XIX, la mayoría de los países europeos experimentaron un aumento demográfico. España, aunque también creció, lo hizo a un ritmo diferente y más lento. A principios de siglo, desde el punto de vista demográfico, España presentaba un régimen demográfico antiguo, caracterizado por tasas de mortalidad y natalidad elevadas.
El Régimen Demográfico Antiguo y sus Características
La mortalidad era la más alta de Europa occidental, con una esperanza de vida al nacer muy baja, apenas 29 años. Las causas, que se relacionan con el documento 2, incluían: pésimas condiciones sanitarias, hambrunas, enfermedades contagiosas y epidemias en oleadas devastadoras (ya que se desconocía la cura), así como continuas guerras, tanto civiles como coloniales.
En cuanto a la natalidad, esta se mantuvo alta durante todo el siglo XIX, muy por encima de la de los países de Europa occidental. Sin embargo, factores como los altos precios y la carestía de las subsistencias, la guerra (que alejaba a parte de la población de sus hogares), las revoluciones y un número considerable de mujeres solteras, influían en la dinámica demográfica general, tal como se desprende del documento 2.
El crecimiento vegetativo fue muy bajo durante el siglo XIX, lo que consolidó la definición de un régimen demográfico típico del Antiguo Régimen.
Hacia la Transición Demográfica
Posteriormente, las tasas de natalidad y mortalidad comenzaron a reducirse, marcando el inicio del régimen demográfico de transición. Esta etapa se caracteriza por un descenso de la mortalidad y el mantenimiento de tasas de natalidad aún elevadas, lo que resultó en un crecimiento vegetativo considerable, apreciable en la tabla de datos estadísticos del documento 1.
Movimientos Migratorios: Internos y Externos
El crecimiento de la población, junto con las presiones económicas, provocó migraciones internas y externas, impulsadas por la necesidad de buscar nuevas oportunidades. Hasta 1853, la emigración estuvo prohibida, ya que la población se consideraba un recurso vital para el país, y su disminución afectaba tanto al ejército como a la economía. Sin embargo, ese año, canarios y peninsulares fueron autorizados a emigrar a América.
Posteriormente, la Constitución de 1869 reconoció el derecho a emigrar, lo que provocó un aumento significativo del traslado de población peninsular a Hispanoamérica. El ritmo migratorio se aceleró a principios del siglo XX, y finalmente se aprobó la primera ley que regulaba la emigración.
Por otra parte, las migraciones internas, especialmente el éxodo rural, se aceleraron durante la segunda mitad del siglo XIX, con campesinos abandonando el campo para trasladarse a las ciudades. Por el contrario, las regiones del centro peninsular perdieron población, con la notable excepción de Madrid. Este éxodo rural potenció significativamente el proceso de urbanización.
Impacto en la Estructura Económica Española
El lento crecimiento de la población española a lo largo del siglo XIX determinaría, en gran medida, la estructura económica del país. Por un lado, no se produjo un traspaso efectivo y masivo de la población del campo a la ciudad, lo que impidió la formación de una base de obreros abundante que impulsara la revolución industrial. Por otro lado, la pobreza generalizada en el siglo XIX limitaba la demanda de productos industrializados.