Transformaciones en la Arquitectura del Siglo XIX: Historicismo y la Influencia de la Revolución Industrial

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La Arquitectura del Siglo XIX y su Relación con la Revolución Industrial

El siglo XIX fue una época de profundas transformaciones. La Revolución Industrial modificó tanto la economía como la demografía, las relaciones sociales y la cultura. Las consecuencias de la Revolución Industrial sobre la arquitectura se apreciaron tanto en las nuevas tipologías como en las nuevas formas de construir, los materiales empleados y la función de las construcciones. Se recuperaron elementos de estilos artísticos anteriores, junto a una corriente de arquitectura innovadora, en la que se usaban materiales como el hierro y el cristal.

La Arquitectura Historicista

La arquitectura historicista, de carácter ecléctico, durante la primera mitad del siglo XIX está inmersa en el movimiento romántico, con su gusto por lo legendario y exótico, lo que induce a imitar la arquitectura de épocas pasadas, llegando a entremezclarse el estilo neogriego, neobizantino y neogótico. La gran cantidad de información sobre países lejanos lleva a la utilización del estilo neoegipcio. Por su parte, el neoindio triunfa en Inglaterra junto al neochino. Destaca la obra El Pabellón Real de Brighton de John Nash.

Pero las grandes corrientes historicistas son los estilos neoárabe, neorrománico y neogótico, que enlazan bien con el espíritu romántico de exaltación de la Edad Media. A partir de los años 30 del siglo XIX, se produce el auge del estilo neogótico. En Inglaterra se restauraron y mejoraron edificios como el colegio de Cambridge y el castillo de Windsor. Augusto Pugin decoró el Parlamento de Londres. La figura más destacada es el francés Viollet-Le-Duc. Este proponía una arquitectura regionalista y funcional, por lo que recomienda la utilización del hierro. A lo largo del siglo XIX, la forma se va subordinando a la función.

El neobarroco fue otro de los estilos historicistas, y fue el estilo empleado para la construcción de la Ópera de París de Charles Garnier, edificio prototípico de la burguesía parisina. En España predominó el estilo neomudéjar. Se construyeron monumentos tales como plazas de toros. Destaca Eduardo Adaro, autor del Banco de España, San Manuel y San Benito, y las Escuelas Aguirre. Paralelamente al neogótico y a las nuevas corrientes, se mantiene una arquitectura que permanece fiel al pasado clásico.

La Arquitectura de los Nuevos Materiales: Hierro y Cristal

La aparición de los nuevos materiales implicó cambios sustanciales en el modo de construir. El hierro, el hormigón armado, el cristal y el acero permitieron crear un nuevo tipo de arquitectura. Se imponen nuevas necesidades constructivas. Aumenta la necesidad de vías férreas, puentes, estaciones de ferrocarril, etc. Se necesita construir mucho, deprisa y a precios moderados.

Las primeras obras suelen ser puentes, como el puente sobre el río Tweed, obra de Brown en Inglaterra, y el puente de Clifton sobre el río Avon en Bristol. Más tarde se construirían las estaciones ferroviarias, como la de Saint-Lazare en París, de Henri Labrouste. A mitad de siglo surgen ya grandes arquitectos capaces de levantar obras maestras sin ocultar el empleo de los nuevos materiales. El hierro, junto con el cristal y el hormigón armado, se usaron para mercados, museos, teatros y bibliotecas.

Hector Horeau será influenciador de otros arquitectos. Henri Labrouste construye parte de la biblioteca de Saint Geneviève, pero su obra maestra es la Biblioteca Nacional, en la que destacan la sala de lectura y de reserva. En cuanto al vidrio, se pudieron construir, junto con el hierro, grandes superficies de paredes y techos transparentes, así como ventanales. A España también llega esta corriente, observable en el mercado del Born o el de San Miguel en Madrid. También se construyeron estaciones de ferrocarril, como la de Atocha. En Inglaterra y Estados Unidos destaca James Bogardus, que comienza a usar elementos prefabricados.

Las Exposiciones Universales

Las exposiciones universales se convirtieron en el marco idóneo para el triunfo y difusión de la nueva arquitectura frente a los postulados historicistas. La Primera Exposición Universal se celebra en Londres en 1851. El concurso lo ganó Joseph Paxton, que sorprendió porque el edificio era desmontable y cada una de sus partes eran elementos prefabricados realizados en serie.

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