Transformaciones Agrarias en España: El Impacto Decisivo de los Factores Humanos
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Factores Humanos en la Agricultura Española
Aunque los factores físicos han sido determinantes durante muchos años para la realización de las actividades agropecuarias en España, los factores humanos resultaron decisivos hasta mediados del siglo XX. Esta situación se debía a la presencia de una numerosa población activa en el sector agrario, a la coexistencia de la pequeña y la gran explotación extensiva (con escaso desarrollo tecnológico) y al hecho de que los rendimientos, como consecuencia del autoconsumo y el proteccionismo del mercado interior, eran bajos.
Algunas actividades antrópicas son responsables del incremento de los efectos negativos que el clima, el relieve o los suelos imponen a las actividades agrícolas en España. Entre estos factores destacan principalmente las condiciones de las explotaciones y la propiedad agraria, la elevada media de edad de la población activa del sector, así como la implantación de determinadas políticas agrarias llevadas a cabo en nuestro país.
La Explotación y la Propiedad Agraria en España
Las explotaciones agrarias son las unidades fundamentales a través de las cuales se gestionan los espacios agrarios. Son empresas dedicadas al cultivo de productos agrícolas, generalmente de carácter familiar o cooperativo y que, a menudo, incluyen la comercialización al por mayor de sus productos. Tradicionalmente, en España, las explotaciones agrarias han utilizado una abundante mano de obra, con sistemas de cultivo extensivos, escasos medios tecnológicos y poca mecanización. Esto se traducía en la obtención de bajos rendimientos y una producción destinada principalmente al autoabastecimiento o circunscrita al mercado interno español. Además, la gran mayoría de las explotaciones agrarias eran de pequeño tamaño o estaban excesivamente parceladas —los minifundios—, lo que dificultaba la mecanización.
Transformaciones Agrarias desde los Años Setenta
A partir de la década de 1970, las explotaciones agrarias españolas experimentaron importantes transformaciones, hasta llegar a la situación actual caracterizada por:
- La progresiva mecanización de la práctica totalidad de las labores agrícolas.
- El aumento significativo de los rendimientos debido al uso de abonos y fertilizantes.
- La disminución del número de explotaciones y el aumento de su tamaño medio.
- La mayor incorporación de avances tecnológicos (cultivos bajo plástico, riego por goteo, etc.).
La producción se ha vuelto cada vez más especializada y se destina, principalmente, a la comercialización. Este cambio se ha visto muy favorecido por el desarrollo de la agroindustria, que se basa en la transformación de todo tipo de productos procedentes de la agricultura, la ganadería, la pesca y la explotación forestal.
Otro cambio significativo es la agrupación y el aumento del tamaño de las parcelas mediante la concentración parcelaria. Este proceso supone el agrupamiento en parcelas de mayor extensión de muchas de las parcelas de una sola propiedad que antes estaban diseminadas dentro de un término municipal. Esto favorece la existencia de parcelas de mayor tamaño y facilita su explotación y mecanización.
Desafíos: La Parcelación Excesiva y la Concentración Parcelaria
Uno de los problemas más importantes de las actividades agrarias en España es la excesiva parcelación de gran parte de las explotaciones. Esto se debe, sobre todo, a que en la mayoría de las regiones la transmisión hereditaria de las propiedades consiste en dividir la superficie agraria en partes iguales para cada descendiente, de modo que las propiedades se dividen en parcelas cada vez más pequeñas. Para corregir este problema, se llevó a cabo —a partir de la década de 1960— una política de concentración parcelaria, muy demandada y que ha tenido resultados desiguales en las distintas regiones.
Distribución de la Propiedad Agraria en España
Las grandes propiedades agrarias predominan en Andalucía y Extremadura, mientras que las pequeñas y medianas explotaciones predominan en la España atlántica y en las tierras de regadío del litoral mediterráneo.
El origen de esta distribución de las propiedades agrarias se encuentra en la necesidad de adaptación a los factores naturales (orográficos, principalmente) pero, sobre todo, es consecuencia de los distintos procesos de ocupación del territorio y su evolución histórica.