Transformación Social y Gasto Público: Perspectivas y Críticas Fundamentales
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La Visión de L. Wagner sobre la Transformación Social y el Gasto Público
Según L. Wagner, la transformación de la sociedad tradicional en una sociedad industrializada implica una sustitución de la actividad privada (familiar o grupal) por la pública. Esto se manifiesta en la oferta de bienes públicos esenciales, la regulación económica, la corrección de externalidades y la administración de monopolios naturales. Las actividades comunitarias y las economías de subsistencia del medio rural tradicional deben ser sustituidas por otras en el medio urbano industrializado.
Críticas a la Perspectiva de Wagner
Se plantean dos críticas principales a esta visión:
Crítica 1: Complejidad Social y Vínculos Colectivos
No es realista afirmar que las sociedades industrializadas y urbanas son más complejas que las tradicionales rurales. Las sociedades rurales a menudo poseían una cultura más diversa y una organización comunal más compleja, en contraste con las urbanas, que tienden a ser más homogéneas y donde se pierden los vínculos colectivos, lo que lleva a un crecimiento del individualismo y la desconfianza hacia el "de fuera".
Crítica 2: Sustitución de la Actividad Privada
Se observa la sustitución de la actividad privada familiar (en la sociedad grupal-tribu o comunidad) por la privada empresarial, la cual requiere del Estado para su desarrollo. Un ejemplo claro es el sector de la vivienda: antes, las viviendas se autoconstruían; ahora, están fuertemente intervenidas públicamente, con una fiscalización rigurosa y altos precios, lo que sitúa al sector inmobiliario en manos del sector financiero o especulativo.
Críticas a la Evaluación del Gasto Público (GP)
La evaluación del Gasto Público (GP) ha sido objeto de varias críticas fundamentales:
Enfoque Parcial y No Sistémico de la Realidad
Simplificar la realidad a alternativas mercantiles cuantificables mediante indicadores de productividad asignativa implica ignorar otros aspectos cruciales para la vida social y biofísica. A través del Gasto Público, el gobierno a menudo impulsa este reduccionismo, como se observa en sectores como la alimentación o la educación, que terminan sirviendo a intereses privados en lugar de los públicos.
Identificación con el Sujeto Modelo del Análisis
El análisis del Gasto Público no se corresponde con los comportamientos de cada individuo y sus circunstancias, sino con un "individuo mediano" (representativo, pero que en realidad no existe). Esto impide la formulación de leyes universales de gestión del Gasto Público aplicables a todos los países democráticos e individuos.
Análisis Cuantitativo vs. Aspectos Cualitativos
Aunque el análisis se base en datos cuantitativos, no siempre resulta más riguroso, ya que los aspectos cualitativos son determinantes en el comportamiento humano. Las cuestiones de eficiencia en el sector privado productor se miden por referencias cuantitativas, buscando maximizar el beneficio. Sin embargo, ¿es este el referente adecuado en el Sector Público?
- Sí: Si el Sector Público se concibe en la esfera del mercado.
- No: Si consideramos el contenido que le damos a lo público. En una sociedad democrática, el Sector Público debe estar orientado exclusivamente al servicio social. La motivación del burócrata no es maximizar el beneficio, sino el servicio social, lo que implica un sector público diverso e inclusivo tanto en la oferta como en la demanda. El Sector Público debería estar formado por agentes basados en la función pública prestada, y no por su condición de autoridad.
Problemas Técnicos y Operativos, Manipulación Política
Estas metodologías de decisión del Gasto Público plantean en la práctica problemas técnicos y operativos, siendo susceptibles de manipulación y sujetas a intereses políticos. Si estas teorías de análisis del Gasto Público, basadas en los Errores de Mercado (EM) y Errores de Estado (EE), son tan relevantes, ¿por qué no se utilizan más? ¿Se debe a la falta de pragmatismo, a la inconveniencia de los resultados, o a ambas?
Este reduccionismo, al buscar únicamente la eficiencia económica, lleva a que los Estados se conviertan en impulsores de oligopolios a escala global y generadores de dependencias de los sistemas financieros, con procesos de destrucción social y ecológica. Por ejemplo, la evaluación de la Política Agrícola Común (PAC), desde una perspectiva de mercado, apunta a una alta contribución a la productividad y eficiencia. Sin embargo, esta conclusión no se sostiene si consideramos sus efectos sociales y ecológicos. No solo los fines sociales son mal identificados, sino que además los recursos son mal valorados al tomar como referencia los precios de mercado y no sus valores sociales o ecológicos.