Transformación Industrial: De la Agricultura a la Fábrica, un Recorrido por su Evolución y Legado

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La Revolución Industrial: Un Cambio de Paradigma

La Revolución Industrial marcó el paso gradual de una sociedad basada en el trabajo agrícola a una con predominio del sector industrial. Sus rasgos fundamentales fueron:

  • La sustitución del trabajo manual, propio de los talleres artesanales, por el trabajo realizado en las fábricas por máquinas y obreros (era del maquinismo).
  • El uso de fuentes de energía procedentes de combustibles fósiles, como el carbón.
  • El aumento de la producción de bienes y su comercialización en todo el mundo gracias al desarrollo de los transportes.
  • El surgimiento de la clase obrera.

Las causas iniciales de la Revolución Industrial fueron las nuevas necesidades económicas suscitadas por los cambios agrarios y el gran crecimiento demográfico. Otros factores que incidieron en este proceso fueron el protagonismo de la burguesía, motor de la expansión comercial e industrial, así como la acumulación de capitales, que permitía invertir, y el inicio de un avance tecnológico que no ha cesado hasta la actualidad.

La industrialización no se produjo a la vez en todos los países. El ritmo dispar de modernización de la economía generó la división del mundo en dos grupos: los países desarrollados o industriales, y los países no desarrollados. Esta división sigue vigente hoy día.

Primera Revolución Industrial

El Despegue Industrial: La Industria Textil

El primer país en industrializarse fue Inglaterra, a comienzos de la década de 1750. Su despegue industrial obedeció a la demanda creciente de tejidos por parte de una población en aumento. Por eso, la industria textil resultó pionera.

La lana, materia prima hasta entonces habitual para confeccionar la ropa, fue sustituida por el algodón importado de la India y de Estados Unidos. Para aumentar la producción surgieron inventos que mecanizaron todas las etapas de la fabricación textil. Así, las primeras máquinas, accionadas mediante energía hidráulica, fueron pronto sustituidas por telares mecánicos (Cartwright, 1785), impulsados gracias a la máquina de vapor.

La industria siderúrgica fue el otro sector industrial característico de la Primera Revolución Industrial. Su desarrollo vino impulsado por la demanda de instrumentos y maquinaria de hierro para los sectores agrario y textil. Numerosos avances aumentaron la productividad de los altos hornos y mejoraron la calidad del hierro, especialmente la sustitución de la madera —un recurso escaso— por el carbón de coque como combustible.

La Máquina de Vapor

La demanda creciente de carbón para la industria siderúrgica tropezó con el problema de que las minas de carbón iban agotándose y había que buscar el mineral en vetas cada vez más profundas, en las que afloraba el agua. Newcomen desarrolló una máquina que funcionaba con vapor para achicar el agua de las galerías en las minas.

James Watt la mejoró con la construcción, en 1763, de una máquina de vapor revolucionaria, pues introdujo la energía mecánica procedente del vapor en sustitución de la energía animal o humana. Esta máquina usaba la energía química del carbón y la madera para producir movimiento, a través de la presión del agua hirviendo. En consecuencia, se sustituía la fuerza animal y humana por la energía obtenida del carbón. La máquina de vapor se adaptó a numerosos usos: máquinas textiles y agrícolas, ferrocarriles, barcos, etc.

Segunda Revolución Industrial

Entre 1870 y 1914, el nuevo modelo alcanzó un crecimiento espectacular. Los nuevos avances se aplicarían en casi toda Europa y fuera de ella. Destacaron como nuevos países punteros Alemania, Estados Unidos y Japón.

Los progresos que caracterizaron esta nueva etapa fueron los siguientes:

  • El petróleo comenzó a utilizarse como nueva fuente de energía. El primer pozo petrolífero había sido perforado en Estados Unidos en 1859. Aunque no desplazó por completo al carbón, que siguió siendo muy utilizado, el nuevo combustible pronto fue empleado para la industria, el transporte y la iluminación.
  • La electricidad sustituyó a la energía mecánica de la máquina de vapor. Esta nueva forma de energía benefició a aquellas zonas industriales que carecían de carbón. En 1879, Thomas Alva Edison perfeccionó la lámpara incandescente o bombilla y, muy pronto, las ciudades se iluminaron. También se instalaron los primeros tranvías eléctricos.
  • La industria siderúrgica experimentó un avance espectacular, desde 1856, gracias al convertidor de Bessemer, que en un tiempo reducido lograba transformar grandes cantidades de hierro, con menos impurezas, en acero. La fabricación de barcos, ferrocarriles, puentes y edificios fue más fácil gracias al acero. También la obtención de acero inoxidable y de aluminio fue una novedad de esta etapa.
  • La industria química se especializó en productos sintéticos que sustituían a los naturales. Se generaron nuevas industrias de abonos, colorantes, explosivos, condimentos, fármacos y perfumes. Alemania pasó a ser el primer fabricante mundial de productos químicos. En la Segunda Revolución Industrial se desarrollaron nuevas industrias para la fabricación de motores eléctricos, armas, automóviles, alimentos, papel.
  • Los transportes experimentaron un avance espectacular: El ferrocarril conectó cada vez más territorios. Entre 1850 y 1914, en Europa se construyeron más de 400 000 km de red ferroviaria. En Estados Unidos, el tren transcontinental enlazó la costa atlántica con el Pacífico y se convirtió en el medio de colonización del Oeste americano. Veloces barcos con casco de acero facilitaron la expansión del comercio mundial de productos agrícolas, ganaderos e industriales. La navegación marítima incorporó la propulsión por hélices; más tarde, los motores de vapor sustituyeron a la antigua navegación a vela. El automóvil con motor de gasolina, aplicado por Benz en 1886 a este transporte, incorporó mejoras y avances progresivos (neumáticos, marchas…) hasta generalizarse en el siglo XX. Esta época también inauguró la era de la aviación.
  • La reorganización del trabajo contribuyó al aumento de la productividad industrial. En Estados Unidos, a finales del siglo XIX, F. W. Taylor desarrolló un nuevo método de organización del trabajo. Este método, denominado taylorismo, asignaba a cada obrero una única tarea en la elaboración de un producto industrial, imponiendo así la división del trabajo como modelo productivo. Décadas después, Henry Ford aplicó este principio a la cadena de montaje de sus fábricas de automóviles. El capitalismo se adaptó a las necesidades de la industrialización. Creó bancos que guardaban el dinero de los ahorradores y daban créditos a las empresas industriales y ferroviarias.

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