Transformación Geográfica de España: Huella Humana y Características Hidrográficas
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Impacto Humano en el Paisaje Geográfico Español
La vegetación y la fauna representan una adaptación intrínseca a las condiciones del medio ambiente. Sin embargo, gran parte de la superficie terrestre está desprovista de su vegetación originaria debido a la intensa intervención humana, que ha dejado una huella palpable en el entorno y ha provocado notables repercusiones en la fauna.
Transformación de los Bosques Caducifolios
Por ejemplo, en el bosque caducifolio, la destrucción parcial de los bosques de hayas y robles, o su disminución por la pérdida de usos tradicionales de la madera (debido a la sustitución de la leña por el gas) y por los incendios forestales para conseguir pastos, dio paso a la introducción del castaño y, posteriormente, a su sustitución por el pino. Esto representó un claro intento de orientar el bosque hacia la explotación maderera.
En la actualidad, la repoblación forestal se realiza con especies de rápido crecimiento (como pinos y eucaliptos) que, si bien ofrecen un buen aprovechamiento económico (madera, celulosa, resina), empobrecen el suelo (causando acidificación) y arden con facilidad. Asimismo, la degradación de los bosques caducifolios atlánticos origina la aparición de un matorral muy tupido, compuesto por una amplia familia de brezos y otras especies arbustivas, a las que denominamos landas. La eliminación de bosques y landas ha dado lugar a la formación de prados.
Alteraciones en el Bosque Mediterráneo
El bosque mediterráneo también se encuentra muy mermado por los incendios y por la pérdida de su uso tradicional (el carboneo). En muchos lugares, ha sido sustituido por pinos en repoblaciones forestales. Dada su enorme extensión original, el bosque mediterráneo es el ecosistema forestal que más ha retrocedido en España.
Hoy día, el encinar y gran parte de los alcornocales se aprovechan como dehesa, un sistema de explotación agroganadera y forestal caracterizado por un bosque aclarado y disperso.
Características de la Red Hidrográfica Española
1. Disimetría de la red fluvial
Se refiere a la falta de simetría que presenta la red fluvial en relación con el soporte geográfico. Existe una notable disimetría entre la superficie peninsular que vierte sus aguas hacia el océano Atlántico y la que lo hace hacia el mar Mediterráneo, con porcentajes del 69% y 31% respectivamente.
2. Adecuación al relieve
Esta característica se debe a la gran longitud de los ríos que discurren por las llanuras y depresiones, que pueden oscilar en torno a los 1000 km, y al corto recorrido de los ríos de montaña, que no suelen sobrepasar el centenar de kilómetros. Los ríos de la Meseta destacan por su escasa pendiente y la lentitud de sus aguas, mientras que aquellos que drenan los rebordes montañosos o los sistemas exteriores, a su escasa longitud, suman la altura de las cumbres en su nacimiento, lo que resulta en un desnivel y una pendiente que confieren a sus aguas gran velocidad y fuerza erosiva.
3. Paralelismo
La red hidrográfica peninsular es reconocible a simple vista por el paralelismo que, con la excepción del río Ebro, presentan los grandes ríos entre sí. Sus cauces están relativamente equidistantes y regularmente distribuidos sobre el territorio.
4. Alternancia entre cursos de agua y sistemas montañosos
Esta característica está favorecida por la disposición paralela del relieve. De hecho, los grandes ríos españoles se sitúan entre dos sistemas montañosos, y su curso fluvial es más o menos paralelo a los ejes de las cordilleras, desde las cuales descienden los afluentes transversalmente hacia el cauce principal. Así se explica que los ríos que discurren por zonas de pocas precipitaciones puedan tener un caudal considerable gracias al agua procedente de las montañas.
5. Intensa relación con la ocupación del territorio
Esta relación se manifiesta en el emplazamiento de ciudades antiguas junto a importantes cursos de agua (como Córdoba, Mérida, Zaragoza, Toledo, entre otras) o en la utilización de los valles fluviales para el establecimiento de vías de comunicación. No se puede olvidar, incluso, la relación que pudo existir entre los ríos peninsulares y la Reconquista, cuyos grandes avances consistieron en la incorporación sucesiva de las cuencas hidrográficas a los reinos cristianos.