La Transformación Educativa en la Segunda República Española (1931-1933)

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La Educación en el Primer Bienio de la Segunda República Española (1931-1933)

El Primer Gobierno Republicano (1931-1933) concibió la educación como el pilar fundamental para el progreso y la modernización de España, así como un medio para consolidar los ideales de la nueva forma de gobierno.

Desafíos y Expansión de la Infraestructura Educativa

En 1931, España enfrentaba un alto porcentaje de analfabetismo. Existían 32.680 escuelas, pero se estimaba la necesidad de construir 27.000 centros adicionales para escolarizar a 1.5 millones de niños que carecían de acceso a la educación. A pesar de la grave crisis económica de la época, derivada del Crack del 29, los presupuestos destinados a educación no solo se mantuvieron, sino que incluso se incrementaron. Sin embargo, estas asignaciones resultaron insuficientes para la magnitud de la reforma necesaria.

Para impulsar esta transformación, se solicitó un préstamo de 400.000.000 pesetas. Como resultado, el 9 de junio de 1931, se aprobó un decreto que establecía un plan quinquenal para la construcción de 5.000 escuelas anualmente. Sorprendentemente, durante el primer año de implementación, se lograron crear 7.000 nuevas escuelas.

Dignificación y Formación del Profesorado

El 23 de junio de 1931, se decretó un ambicioso plan para la contratación de 5.000 maestros al año. Sin embargo, este objetivo no se cumplió plenamente debido a la persistencia de la crisis económica y al posterior cambio de orientación ideológica impulsado por la CEDA. A pesar de ello, durante el primer bienio republicano se contrataron 13.580 profesores. En el segundo bienio, la cifra descendió a 2.535, mientras que en el tercer bienio, bajo el gobierno del Frente Popular, se incorporaron más de 6.000 nuevos docentes.

Para dignificar la profesión, se implementó un aumento salarial, estableciendo el salario mínimo anual de un profesor en 4.000 pesetas (frente a las 2.000 pesetas anteriores). Se consideró esencial mejorar la formación del profesorado, lo que llevó a la promulgación del decreto de reforma de las Escuelas Normales el 29 de septiembre de 1931. Este decreto establecía:

  1. Los aspirantes a maestros debían poseer, como mínimo, el título de bachillerato.
  2. La formación constaría de tres años de estudio teórico, seguidos de un año de prácticas remuneradas. Al finalizar, los egresados podían ejercer directamente, sin necesidad de oposición.

Asimismo, se promovió la no separación entre escuelas de formación para chicos y chicas, una medida que generó fuertes críticas y reprimendas por parte de los partidos más conservadores y de la Iglesia. Esta última, a través de la encíclica del Papa Pío XI, Divini Illius Magistri, condenó explícitamente la coeducación. Posteriormente, cuando la CEDA accedió al poder, intentó impulsar una ley para reformar el plan de formación del profesorado, aunque esta iniciativa no llegó a materializarse.

Filosofía Educativa y Conexión Social

Para la República, la escuela no podía concebirse al margen de la sociedad; el maestro debía estar plenamente vinculado e inserto en ella. Con esta visión, se implementaron diversas iniciativas:

  • Las Misiones Pedagógicas: Su objetivo era llevar la escuela y la cultura a cada rincón de España, empleando una metodología basada en la diversión, la experiencia y el intercambio cultural (a través de actividades como cine, teatro, etc.).
  • Creación de Consejos Universitarios: Buscaban acercar la universidad a la escuela, fomentando un estímulo cultural mutuo.
  • Establecimiento de Consejos Provinciales y Locales: Aspiraban a ser órganos de coordinación entre las distintas escuelas, delegando funciones del Estado a organismos más cercanos para una respuesta más eficaz y ágil.
  • Implementación de Consejos Escolares: Concebidos como el principal medio de comunicación entre la escuela y su entorno más próximo, su actividad fundamental sería asegurar el correcto funcionamiento de los centros.

El Pilar de la Laicidad en la Enseñanza

Otro gran pilar de la reforma educativa republicana fue la laicidad de la escuela, entendida como libertad religiosa.

El 6 de mayo de 1931, se decretó que la escuela en España sería aconfesional. La enseñanza de la religión solo se impartiría a aquellos alumnos cuyos padres la solicitaran expresamente.

Este decreto marcó el inicio del laicismo en la enseñanza, principio que quedó plenamente reflejado en la Constitución de 1931. En su artículo 3, se establecía que el Estado era aconfesional, y en el artículo 26, se prohibía a las órdenes religiosas impartir cualquier tipo de enseñanza, consolidando así la separación entre Iglesia y educación pública.

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