Transformación Económica en el Siglo XIX: Desafíos Agrarios e Impulso Industrial
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El Sector Agrario: Desafíos y Transformación
El decenio 1870-1880 fue una época próspera para la agricultura, y los rendimientos del campo alcanzaron el máximo del siglo. Sin embargo, a partir de los años ochenta, mientras la industria mantenía su ritmo ascendente de progreso, la agricultura, con un crecimiento mucho más pausado, se fue distanciando. Lo que disminuyó fue la rentabilidad agrícola, lo que se tradujo en el descenso de las rentas agrarias y en el valor del suelo. La verdadera causa de esta depresión fue la incapacidad de la agricultura para adaptarse a las nuevas condiciones creadas por la economía urbana y por el desarrollo industrial...
En algunos casos, la baja de precios fue el efecto de una deficiente organización del mercado, pues se ha hecho observar que se manifestó principalmente en los cereales y no en otros productos agrícolas. La realidad es que, debido a la baja rentabilidad y la creciente competencia introducida por el desarrollo de los países extraeuropeos, los capitalistas rehuían invertir en la tierra. Gran parte de la economía agrícola permaneció al margen de la nacionalización y no participó de las ventajas de una economía de mercado.
Las consecuencias sociales y políticas de esta falta de armonía entre el progreso industrial, comercial y agrícola fueron ciertamente considerables y plantearon graves problemas a la política estatal.
El Desarrollo Industrial y las Innovaciones Tecnológicas
A partir de 1870, la industria adoptó nuevas manifestaciones en su estructura y en sus formas, hasta el punto de que algunos historiadores de la economía, para calificar la nueva época que entonces se abría, hablan de una Segunda Revolución Industrial. Es la época de la utilización de nuevas fuentes de energía (electricidad y petróleo), de grandes avances científicos (motor de explosión, teléfono, colorantes sintéticos) y de la concentración industrial.
Esta Segunda Revolución Industrial es el resultado del estrecho maridaje (unión) de la ciencia y de la técnica, del laboratorio y de la fábrica. Ahora, el nacimiento de las ciencias aplicadas y, propiamente hablando, de la tecnología, es consecuencia de las cambiantes condiciones de la organización capitalista del mercado. La creciente concurrencia condujo a la producción masiva a costos más bajos; en este proceso, la técnica tuvo una participación eficaz y el laboratorio se convirtió en pieza indispensable del complejo industrial que tenía que combinar el doble aspecto técnico y económico de la producción. El mercado competitivo fue el propulsor de la renovación técnica.