Transformación y Compromiso: El Camino del Discípulo de Jesús

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El Seguimiento de Jesús: Transformación y Compromiso

Tras el encuentro con Jesús, a los primeros discípulos y a Pablo les cambia la vida. Cada persona que se encuentra con Jesús y siente su llamada se siente atraída por su palabra y acepta seguirle. Esto significa que, a partir de ese momento, Jesús es el punto de referencia para sus propias decisiones y opciones. Esta es la característica central de la vida de la persona cristiana. De la misma manera que hay personas que admiran a otras e intentan imitarlas porque creen que así serán felices, la persona cristiana se fija en Jesús y busca identificarse con él. Este proceso siempre ocurre después del encuentro con Jesús. En ese encuentro, Jesús se manifiesta como alguien que llama a una nueva forma de vivir centrada en la relación con él.

Jesús se convierte en alguien con quien se establece una relación y un diálogo en todos los momentos de la vida. Jesús se convierte en el modelo de persona que el cristiano quiere encarnar en su propia vida. El encuentro con Jesús y su seguimiento son dos experiencias fundamentales en la vida del cristiano.

La Vida Moral del Discípulo de Jesús

Se llama discípulo a todo aquel que sigue y aprende de un maestro. Así, hablamos de los discípulos de pintores como Velázquez o de músicos como Mozart. Jesús también fue maestro y, como tal, tiene también discípulos. El objetivo fundamental del discípulo consiste en seguir al maestro, imitarle e identificarse con él y con su causa. De esa manera, la persona discípula de Jesús cambia su escala de valores para asumir e imitar la del maestro.

Esto es lo que le sucedió a Pablo: lo que antes del encuentro con Jesús era importante para él (perseguir a los cristianos y ganarse una buena fama por ello) deja de serlo. Lo dice el mismo Pablo en su carta a los cristianos de Filipos: "Todo eso que para mí era ganancia, lo considero pérdida a causa de Cristo".

El encuentro y seguimiento hace que la persona abandone antiguos ideales, deseos y valores, para que sus nuevos valores e ideales coincidan con los de Jesús. Por eso, la vida moral del cristiano cambia abriéndose a nuevos valores, que son los valores de Jesús:

  • La cercanía de Dios
  • La afinidad con los que sufren
  • El perdón
  • La misericordia
  • La entrega

La Experiencia Fundamental de Jesús: El Amor del Padre

Jesús vive toda su vida basándose en una experiencia fundamental: Jesús se siente amado por Dios Padre y dedica su vida a cumplir su voluntad. Constantemente, a lo largo de su vida, Jesús hace referencia al amor del Padre. Y tal como dice a sus discípulos en sus palabras de despedida: él los ha amado como el Padre lo ama a él.

El amor que Dios ofrece a Jesús, Jesús lo manifiesta en el amor que tiene a sus discípulos y lo comparte con ellos. Jesús siente que el Padre lo ama, y él transmite ese amor del Padre a los demás. En Jesús, el amor a Dios y al prójimo es el mismo amor. Por eso, a lo largo de su vida, Jesús se retira muchas veces a orar solo, pero no es para huir de su compromiso por los demás, sino para cultivar ese amor de Dios que le impulsa a la entrega.

El amor que Dios Padre le tiene, Jesús lo libera, lo saca de sí mismo, estando siempre pendiente de quien lo necesita: el enfermo, el pecador, sus propios discípulos y toda persona que pueda precisar de su ayuda y cercanía.

Un Mandamiento Nuevo: El Amor Inseparable

Los mandamientos son normas o preceptos que las personas interiorizamos y que nos llevan a actuar de una determinada manera. Ya conocemos los diez mandamientos que los cristianos han heredado de la tradición judía: el Decálogo.

Pero Jesús, siguiendo esa tradición, además habla del mandamiento más importante para el cristiano: "Amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo". Y, ¿dónde está la novedad? ¿Por qué Jesús dice que es un mandamiento nuevo si todas las religiones tienen como mandamiento amar y respetar a Dios?

La diferencia que Jesús establece es que el amor a Dios es completamente inseparable del amor a los demás. Por eso, no hay dos mandamientos sino uno solo, tal como lo explica san Juan en su primera carta. El cristiano, como discípulo y seguidor de Jesús, adopta este mandamiento, lo incorpora a su vida y procura siempre permanecer en el amor de Jesús, que es la raíz de su conducta. Y, como Jesús, cultiva el amor a Dios y el amor al prójimo.

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