Transformación Agraria en España durante el Siglo XX
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Los problemas del campo español
La situación del campo español en el siglo XX seguía marcada por la desigualdad en la estructura de la propiedad de la tierra. La existencia de zonas de latifundio y también de zonas de marcado predominio del minifundio incidía de forma notable en los bajos rendimientos, dificultando la implantación de nuevas técnicas de cultivo.
Los propietarios de los grandes latifundios tenían gran aversión al riesgo e interés escaso en el cultivo eficiente de sus tierras. En estas zonas, la población poseía condiciones de vida próximas a las de subsistencia. Las diferencias entre las condiciones de vida de la minoría de propietarios y los agricultores provocaron una conflictividad social. La protesta campesina estuvo unida a las malas cosechas, que reducían las necesidades de trabajo en la recolección y elevaban los precios de los alimentos. Con el progreso de las organizaciones, la movilización fue vinculándose a la necesidad de una reforma agraria que permitiera el acceso de los agricultores a la propiedad de la tierra y que propusiera un cultivo efectivo de tierras insuficientemente cultivadas como consecuencia del absentismo de sus propietarios.
La existencia de minifundios en Galicia, combinada con la mala calidad de la tierra, impidió generar beneficios y modernizar las explotaciones, aunque aumentó la cantidad de los cultivos en términos suficientes para la subsistencia. Esto asustó a los pequeños agricultores, llevándolos a emigrar.
Los intentos de solución
Los diferentes gobiernos españoles fueron conscientes del retraso del campo español, de los obstáculos que se desprendían para el crecimiento económico del país, de los conflictos sociales que se derivaban de la distribución desigual de la propiedad y de la situación que afectaba a los agricultores.
El aumento del regadío era un elemento imprescindible para superar las condiciones climáticas. En 1920 se aprobó un plan de obras que estimulaba la implantación de regadío en zonas tradicionalmente de secano. Se amplió con la concreción de las confederaciones hidrográficas durante la dictadura de Primo de Rivera y el Plan de Obras Hidráulicas promovido por la Segunda República en 1933.
El problema principal era la cantidad de agricultores sin tierras. Una ley de 1907 permitió la colonización de miles de hectáreas otorgadas a pequeños propietarios. En 1917, otra ley facilitó el reparto entre los agricultores, pagando un 20% del valor. Aquellas medidas fueron insuficientes. La presión de los grandes propietarios agrícolas impidió la reforma agraria, que no se llevó a cabo hasta 1932 (Segunda República).