Transformación Agraria en España: Productividad, Comercio y Desarrollo Económico
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El Sector Agrario Español: Claves de su Evolución y su Impacto Económico
El crecimiento de la producción por hectárea en la agricultura española se atribuyó a las modificaciones en el uso del suelo, específicamente al paso de formas extensivas a intensivas. Estos cambios permitieron una circulación más eficiente de productos intermedios y repercutieron positivamente en el producto por trabajador, lo que implicó una mayor diversificación productiva.
Los movimientos de la población y la especialización productiva indujeron el aumento del producto por trabajador, junto con la amplia difusión de los arados de vertedera. Sin embargo, la baja productividad por trabajador en la agricultura española se debía a rendimientos característicos de países con formas extensivas de uso del suelo.
Factores Restrictivos y la Mano de Obra
La alta dotación de mano de obra en el sector agrario español se atribuyó a la política aduanera proteccionista, que dificultaba la conexión de la población rural con los mercados de trabajo, tanto interiores como exteriores. Dada la debilidad de la industrialización española y el incremento del crecimiento natural de la población, solo la demanda externa de trabajo podría permitir una reducción sustancial de la mano de obra disponible en el campo, lo que a su vez induciría a modificar sus modos de uso y a aumentar la productividad.
La evolución de la población activa agraria dependió de múltiples factores:
- El desarrollo de otros sectores productivos.
- El crecimiento natural de la población.
- La coyuntura agraria.
- El tipo de sociedad rural predominante.
Entre 1880 y 1910, se produjo una estabilidad en la mano de obra agraria. Donde dominaban las explotaciones familiares, los ingresos dependían tanto de la actividad agraria como de otras actividades laborales ajenas a ella. Cuando se sucedían crisis comerciales, recurrían a la emigración o al trabajo en otros sectores. Mientras hubiera tierras disponibles para la expansión de este modelo de explotaciones, el sistema se sostendría.
Diferencias con Europa y el Contexto Global
Las diferencias entre España y Europa radicaban en las condiciones de dotación de recursos, la flexibilidad institucional y la profundidad y fuerte crecimiento de los mercados para los productos agrarios. En las sociedades agrarias hubo procesos de cambio tecnológico relevantes. Sin embargo, en las zonas rurales se encontraron características que pudieron frenar el desarrollo industrial de esas regiones, como la limitación del aprovechamiento de las potencialidades del medio natural con la tecnología disponible para ser aplicada.
Durante el siglo XIX se produjo una creciente apertura al exterior, tendencia que se mantuvo durante el primer tercio del siglo XX. En la evolución productiva, destaca la persistencia del sistema cerealista extensivo como núcleo del sistema productivo agrario. La agricultura fue el principal soporte para la captación de divisas y tuvo la responsabilidad principal del abastecimiento del mercado interior.
La entrada en el mercado europeo de crecientes cantidades de productos agrarios procedentes de otros continentes hizo descender los precios en los mercados internacionales. En España, esta situación se mitigó con el crecimiento de las exportaciones de minerales y mediante la elevación selectiva de la protección aduanera.
Obstáculos al Desarrollo y Transformación
Las restricciones medioambientales y comerciales frenaron la capacidad de la economía española para reducir su desfase respecto a los países del entorno. La limitada capacidad productiva obstaculizó el desarrollo económico español, y la baja productividad actuó como un factor restrictivo del crecimiento.
Las economías rurales crecieron, pero su acceso al mercado exterior se vio limitado por la dificultad de competir con sistemas productivos más evolucionados y con redes comerciales ya establecidas. A pesar de estos desafíos, el sector agrario se estaba transformando y conectando crecientemente con los demás sectores y con la economía exterior.
La industrialización requirió importaciones de bienes de capital y de experiencias empresariales de otros países. En este contexto, la capacidad exportadora del sector agrario facilitó la entrada de capital extranjero. Las distintas sociedades rurales se transformaron. El medio natural limitaba las opciones accesibles, mientras que el medio social abría y cerraba alternativas.
La existencia de una sociedad rural que se mantuvo y se adaptó, aunque dejó secuelas de profundos desequilibrios sociales y regionales, influyó en la persistencia del crecimiento de la economía española.