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2.4 Existencia De Dios y existencia del mal. (Objeciones y respuestas).

Santo Tomás se plantea la existencia del mal con la existencia de Dios en la primera de las objeciones por las que parece que Dios no existe.
Si Dios es un ser perfectísimo al que le pertenecen todas las perfecciones posibles, debe ser un ser omnisciente (que lo conoce todo), omnipotente (que puede hacer cualquier cosa) y sumamente bondadoso, el bien absoluto (lo cual es evidente, puesto que ha creado todo lo bueno que hay en el mundo libremente).
La objeción que Santo Tomás se plantea parte de que, además del bien, existe también el mal en el mundo, lo cual parece querer decir que Dios no existe, pues si existiese ese bien absoluto no habría lugar para el mal, ya que todo sería bueno. O, dicho de otro modo, si existiese ese Dios omnipotente y sumamente bondadoso no permitiría que existiese el mal en el mundo y, puesto que el mal existe, hemos de suponer que Dios permite que exista el mal y eso quiere decir que no es el bien absoluto o bien que no puede evitar que se produzca el mal en el mundo, pero esto querría decir que no es omnipotente.
La respuesta de Santo Tomás a esta primera objeción por la que parece que Dios no existe se basa en San Agustín y viene a decir que el hecho de ser omnipotente y sumamente bondadoso de ninguna manera permitiría que existiese el mal en el mundo. Así́ que Él no sería el creador del mal que existe en el mundo “a no ser que del mal sacara un bien”. Santo Tomás nos quiere decir es que el mal no tiene como el bien existencia sustancial, no existe por sí mismo. Lo único que fue creado por Dios es el bien; mientras que el mal, que no fue creado por Dios, es sólo una falta o ausencia de bien. Es decir, el mal para su existencia necesita de la existencia previa del bien, porque algo es malo tan sólo en la medida en que no es bueno; sabemos que algo es malo al compararlo con el bien. Al crear el Universo, por tanto, Dios no deseó los males que contiene, porque no podría crear lo que se opone a su infinita bondad.


Por lo que se refiere a la segunda objeción por la que parece que Dios no existe, la razón de la existencia de todo lo que existe no se encontraría en Dios sino que los seres naturales serían producto de la naturaleza. La primera respuesta es que la naturaleza no podría darse a sí misma una finalidad (no podría decidir sus objetivos) ya que no tendría conciencia ni libertad para decidir por sí misma lo que desea hacer. Sería necesario que alguien la dirigiera y el ser que la dirige es Dios. ¿quiere esto decir, que Dios es el responsable del mal que puede producirnos la naturaleza mediante un desastre natural?
No, porque el mal natural existe, según Santo Tomás, a pesar de que Dios, debido a su suma bondad, no lo creara y, como todas las cosas creadas forman parte del mundo material y, por tanto, están sometidas al paso del tiempo, por eso, son imperfectas y existen males naturales como el envejecimiento, la enfermedad, la muerte o los desastres naturales. La naturaleza no tendría la capacidad decidir lo que hace y necesitaría alguien que la dirigiese. Sin embargo, la tradición cristiana considera que el ser humano es libre y sí decide lo que hace, de modo que sus actos son intencionados.
La segunda respuesta es que también lo hecho a propósito tendría una causa superior que no es la razón y ni la voluntad humana, porque estas también son imperfectas. El ser humano es tan imperfecto como cualquier ser del mundo material y, por tanto, no es omnisciente y, en muchos casos, aunque su intención sea hacer el bien se equivoca y acaba cometiendo el mal. Podemos concluir que Dios no desea que exista el mal y orienta al ser humano hacia el bien, pero permite que exista el mal con el fin de obtener un bien mayor: que el ser humano sea libre para elegir por sí mismo hacer el bien y servir a Dios. El mal no proviene De Dios  sino del ser humano que hace un mal uso de su libertad.


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