Teresa de Cartagena: Defensa Intelectual Femenina en el Siglo XV
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Teresa de Cartagena: Una Voz Feminista en la Edad Media
Una existencia desgraciada, marcada por la enfermedad física, es lo que conduce a Teresa de Cartagena a la escritura de la Arboleda de los enfermos. Su segunda obra, Admiración de las obras de Dios, es una réplica a quienes cuestionaron que ella fuese la autora real de la Arboleda y, por tanto, es también una reivindicación del derecho de la mujer a la escritura y una defensa de la capacidad intelectual femenina.
Contexto y Primeros Estudios
Lo que interesó a los primeros comentaristas y estudiosos de Teresa fue su ascendencia judía, su posible relación con los Cartagena, célebre familia de conversos con gran protagonismo en la vida cultural y política del siglo XV. La primera en incluir a Teresa entre las escritoras místicas y en destacar la reivindicación del intelecto femenino como aspecto fundamental de la Admiración de las obras de Dios fue Margarita Nelken.
Lewis J. Hutton, responsable de una de las ediciones contemporáneas de la Arboleda de los enfermos y la Admiración de las obras de Dios (1967), no tardará en afirmar que Teresa de Cartagena fue la primera mujer de la historia de España que defendió el derecho femenino a la escritura y que la Admiración es una “apología de las mujeres escritoras”.
Análisis de la Obra y la Crítica
Hutton se limita a señalar las coincidencias de la Arboleda con el Libro de las consolaciones de la vida humana de don Pedro de Luna. Hutton parece más interesado en desentrañar las fuentes de los tratados de Teresa que en profundizar en la apología de la escritura femenina presente en la Admiración. Juan Marichal vio también enseguida en la Admiración “una intensa defensa del derecho a la voz literaria de la mujer”. Marichal lo utiliza para negarle a Teresa la condición de escritora.
Quien sí proclamó la condición feminista de la Admiración de las obras de Dios fue Alan D. Deyermond. Deyermond no parece albergar ninguna duda al respecto. Destaca de este tratado para la historia del pensamiento literario español de la Edad Media. Deyermond rebate el dictamen de Juan Marichal y tiene la valentía de admitir que se suelen emplear criterios diferentes para juzgar a hombres y a mujeres. Deyermond se ocupa además del origen hebrero de Teresa pero lo hace para subrayar el aislamiento en el que vivió, motivado tanto por condición de judía como por su sordera.
La Perspectiva Feminista
Andando el tiempo, la crítica feminista insistirá a menudo en la triple marginación que padeció Teresa de Cartagena: por mujer, por sorda y por judía. Lo que más ha interesado a la crítica feminista ha sido la reivindicación del derecho femenino a la actividad intelectual que Teresa de Cartagena pergeña en la Admiración a las obras de Dios. Carmen Marimón Llorca, en la primera monografía amplia publicada sobre las Prosistas medievales castellanas (1990), no duda en destacar la originalidad de las tesis de Teresa que a veces van más allá de la proclamación de la igualdad entre los sexos.
Marimón Llorca sitúa la Admiración en el contexto de la querella de las mujeres, pero Teresa, a diferencia de los escritores profeministas del momento, no escribe ni por “gratitud”, ni por “ejercicio literario”, sino por una “causa concreta y personal” que la impulsa a responder en nombre propio y en el del “estado femenil”, y que la convierte en el “primer caso de la historia de la literatura castellana de una mujer que se defiende ella misma de los ataques de los hombres”.
Teresa de Cartagena y la Querella de las Mujeres
También Milagros Rivera Garretas considera que con la Admiración Teresa de Cartagena participa “plenamente” en la querella de las mujeres, junto a escritoras como la francesa Christine de Pizan o la italiana Laura Cereta. A Rivera la figura de Teresa le sirve para señalar la importancia de las relaciones entre mujeres a lo largo de la historia, ya sean de carácter familiar, de amistad, de magisterio o de mecenazgo, como en el caso de Teresa de Cartagena con Juana de Mendoza.
El hecho de que Teresa le dedique la Admiración a Juana, y de que la Arboleda tenga también una interlocutora femenina cuya identidad no se desvela, es para Rivera Garretas una muestra de lo que denomina “escritura en relación”. Rivera sugiere que esta escritura femenina en relación no debía estar muy bien vista, que le perjudicó a Teresa, y fue una de las causas que motivaron la acusación de plagio tras la aparición de la Arboleda.
Una existencia desgraciada, marcada por la enfermedad física, es lo que conduce a Teresa de Cartagena a la escritura de la Arboleda de los enfermos. Su segunda obra, Admiración de las obras de Dios, es una réplica a quienes cuestionaron que ella fuese la autora real de la Arboleda y, por tanto, es también una reivindicación del derecho de la mujer a la escritura y una defensa de la capacidad intelectual femenina. Lo que interesó a los primeros comentaristas y estudiosos de Teresa fue su ascendencia judía, su posible relación con los Cartagena, célebre familia de conversos con gran protagonismo en la vida cultural y política del siglo XV. La primera en incluir a Teresa entre las escritoras místicas y en destacar la reivindicación del intelecto femenino como aspecto fundamental de la Admiración de las obras de Dios fue Margarita Nelken. Lewis J. Hutton, responsable de una de las ediciones contemporáneas de la Arboleda de los enfermos y la Admiración de las obras de Dios (1967), no tardará en afirmar que Teresa de Cartagena fue la primera mujer de la historia de España que defendió el derecho femenino a la escritura y que la Admiración es una “apología de las mujeres escritoras”. Hutton se limita a señalar las coincidencias de la Arboleda con el Libro de las consolaciones de la vida humana de don Pedro de Luna. Hutton parece más interesado en desentrañar las fuentes de los tratados de Teresa que en profundizar en la apología de la escritura femenina presente en la Admiración. Juan Marichal vio también enseguida en la Admiración “una intensa defensa del derecho a la voz literaria de la mujer”. Marichal lo utiliza para negarle a Teresa la condición de escritora. Quien sí proclamó la condición feminista de la Admiración de las obras de Dios fue Alan D. Deyermond. Deyermond no parece albergar ninguna duda al respecto. Destaca de este tratado para la historia del pensamiento literario español de la Edad Media. Deyermond rebate el dictamen de Juan Marichal y tiene la valentía de admitir que se suelen emplear criterios diferentes para juzgar a hombres y a mujeres. Deyermond se ocupa además del origen hebrero de Teresa pero lo hace para subrayar el aislamiento en el que vivió, motivado tanto por condición de judía como por su sordera. Andando el tiempo, la crítica feminista insistirá a menudo en la triple marginación que padeció Teresa de Cartagena: por mujer, por sorda y por judía. Lo que más ha interesado a la crítica feminista ha sido la reivindicación del derecho femenino a la actividad intelectual que Teresa de Cartagena pergeña en la Admiración a las obras de Dios. Carmen Marimón Llorca, en la primera monografía amplia publicada sobre las Prosistas medievales castellanas (1990), no duda en destacar la originalidad de las tesis de Teresa que a veces van más allá de la proclamación de la igualdad entre los sexos. Marimón Llorca sitúa la Admiración en el contexto de la querella de las mujeres, pero Teresa, a diferencia de los escritores profeministas del momento, no escribe ni por “gratitud”, ni por “ejercicio literario”, sino por una “causa concreta y personal” que la impulsa a responder en nombre propio y en el del “estado femenil”, y que la convierte en el “primer caso de la historia de la literatura castellana de una mujer que se defiende ella misma de los ataques de los hombres”. También Milagros Rivera Garretas considera que con la Admiración Teresa de Cartagena participa “plenamente” en la querella de las mujeres, junto a escritoras como la francesa Christine de Pizan o la italiana Laura Cereta. A Rivera la figura de Teresa le sirve para señalar la importancia de las relaciones entre mujeres a lo largo de la historia, ya sean de carácter familiar, de amistad, de magisterio o de mecenazgo, como en el caso de Teresa de Cartagena con Juana de Mendoza. El hecho de que Teresa le dedique la Admiración a Juana, y de que la Arboleda tenga también una interlocutora femenina cuya identidad no se desvela, es para Rivera Garretas una muestra de lo que denomina “escritura en relación”. Rivera sugiere que esta escritura femenina en relación no debía estar muy bien vista, que le perjudicó a Teresa, y fue una de las causas que motivaron la acusación de plagio tras la aparición de la Arboleda.