Teoría General del Delito de Gottfredson y Hirschi (1990)

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EL SOCIOLOGISMO LN Criminología.— La Bio­ logía y la Sociología modernas quedaron constituidas en sus líneas generales en la segunda mitad del Siglo XIX. Los primeros logros de esas disciplinas llenaron de entusiasmo a sus cultores, al extre­ mo de que ellos perdieron una visión realista acerca de lo que se podía alcanzar con su ciencia, sobre todo en aquel momento. Se inclinaron a gcnen.Lizacioncs prematuras que luego la crítica de­ molíó, aunque, como es natural, no totalmente pues 110 todo lo que se hizo concluía en afirmaciones erróneas. Algunas exagera­ ciones perturbaron momentáneamente el desarrollo de la ciencia, pero casi siempre tuvieron el mérito de atraer la atención hacia problemas especiales. Lo anterior, como vimos, es aplicable al antropologismo; pero también al sociologismo y, en lo que nos concierne, a éste cuando fue aplicado al estudio de las causas del delito. Las tendencias sociologistas —englobando bajó tal denomi­ nacíón a todas las que afirman, en la determinación de la conduc­ ta humana, el predominio de los factores que provienen de la or­ ganización y funcionamiento de la sociedad, sobre los que se orí­ ginan en el individuo— fueron numerosas a fines del siglo pasa­ do y durante lo que va del presente. Eso se debe, entre otras ra­ zones, a la mayor integración actual del individuo en la sociedad, lo cual implica asimismo mayor dependencia. Hay otros hechos que contribuyen al auge del sociologismo. Por ejemplo, la influen­ Cía que en política y en economía han adquirido las corrientes so­ — 81 — cialistas, sobre lodo de tinte marxista, y el hecho de que muchos de los profesores e investigadores de Criminología provengah del campo de la Sociología, lo que es particularmente notorio en Es­ tados Unidos. Veremos luego que de este país provienen las teo­ rías más novedosas e importantes del sociologismo contemporáneo en Criminología. 2.— LA ESCUELA FRANCESA .— El primer brote sistemá­ tico de sociologismo en Criminalogía está representado por la de­ nominada escuela francesa, que surgíó paralelamente a las tesis de Lombroso. La denominación implica ciertamente una generali­ zación infundada, como aquella que llevó a tjue se diera el nom­ bre de escuela italiana a la corriente del antropologismo tambresiano, pese a que en Itaiia había notables sociologistas. Sin embar­ go, el nombre de escuela francesa es generalmente admitido para designar al conjunto de autores y doctrinas que, desde el PrimeCongreso de Antropología Criminal (1885). Se opusieron radical­ mente a las teorías de Lombrcso y sus seguidores. Hay que reco­ nocer que la mayoría y los más significativos de tales opositores eran de nacionalidad francesa. Como hace notar Bonger('), el hecho de que tas investiga­ dores franceses concedieran particular relieve a los factores am­ bientales era consecuencia de una larga tradición, afirmada espe­ cialmente por biólogos como Lamarck y Pasteur quienes habían comprobado la importancia del medio al estudiar la evolución de las especies y el origen de las enfermedades infecciosas, respecti­ vamente. Francia había sido, además, cuna de la Sociología cien­ tífica y de doctrinas políticas y económicas socialistas. No es, por tanto, contradictorio, que el jefe del sociologismo criminológico francés haya sido un médico forense: Laczi'-saguc. Su, teoría ha sido llamada microbiológica pues equipara a los de­ lincuentes con los microbios los que no dañan a menos que se en­ cuentren en el medio adecuado, se reproducen y actúan en el cal­ do de cultivo favorable. Así, dice: “Lo importante es el medio so­ cial. Permítaseme una comparación tomada de la teoría moderna. El ambiente social es el medio en que se cultiva la delincuencia; el microbio es el elemento delictivo que carece de importancia has­ ta el día en que encuentra el cultivo favorable a su multiplicación. Creemos que el delincuente, con sus carácterísticas antropométri­ cas y las demás, sólo tiene una importancia muy secundaria. Ade­ más, todas esas carácterísticas se pueden encontrar en personas ab­ solutamente honestas” (!). (11 V.: Introducción a la Criminología, p. 137. (2) Cit. Por Bonger, id. Id., p. 138. — 82 — De allí la célebre consecuencia: Las sociedades tienen los de­ lincuentes que merecen. Desde el primer momento, se hizo notar a Lacassagne que si bien el caldo de cultivo puede activar la multiplicación y toxicidad de los microbios, no los crea por generación espontánea sino que los supone ya existentes junto con una particular capacidad de dañar. Junto a Lacassagne, hay que tratar a Gabriel Tarde, uno de los críticos más enconados de Lombroso, con quien sostuvo polé­ micas durante cerca de un cuarto de siglo. Paifl Tarde, los facto­ res determinantes de la conducta humana provienen de la socie­ dad a través de 'a imitación. A esta palabra hay que darle un sig­ nificado más amplio que el que hoy tiene. En Tarde, la palabra imitación engloba todos los procesos de contagio y copia, se trate de ideas, de sentimientos o de acciones, procesos que ahora son llamados, respectivamente, sugestión, simpatía e imitación (strictu sensu). Para Tarde, toda la conducta social puede explicarse a través de los mecanismos de creación e imitación. La creación es propia de individuos especialmente dotados que son seguidos por la ma­ sa, la que copia, pero no siempre comprende las innovaciones. La vida social no da lugar sólo a procesos de repetición sino también de oposición y de adaptación. También el delito es resultado de la imitación, en lo funda­ mental. Eso explica nó sólo la limitación de las formas en que el delito se presenta y de los medios con que se comete sino la aparición de verdaderas olas de criminalidad. Las innovaciones son pocas, pero se difunden con gran rapidez. Es indudable que la teoría de Tarde tiene mucho de verda­ dero: diariamente se comprueba la importancia de la imitación en la determinación del delito y en la limitación de las formas en que aparece. Pero peca de exagerada. En primer lugar, no puede concederse a los fenómenos de creación y de imitación el carácter preponderante, casi único, que les da Tarde en .La vida social. En segundo lugar, no puede admi­ tirse que la imitación sea un proceso Je mera reproducción, fiel y mecánica del modelo, como creía el sociólogo francés, apoyado en la Psicología de su tiempo; es preciso tomar en cuenta la par­ ticular capacidad receptiva de cada sujeto. En tercer lugar — y este es el punto al que se reconoce mayor peso en el análisis dé los hechos— de que existan limitadas formas y medios delictivo» no se puede deducir que todo se deba a la imitación. Esta exisr: cuando la conducta de un individuo causa la de otro; pero esta re­ lación causal no se ve en muchas de las uniformidades citadas por Tarde; ellas pueden deberse, por el contrario, a que las conduc­ — 83 — tas similares tienen causas también similares, pero que operan de manera independiente según los individuos; por ejemplo, si va­ ríos delitos son cometidos por los mismos medios, eso puede de­ berse a imitación, pero también a que los delincuentes tienen a su disposición medios muy limitados en número (3). Los problemas del contagio social y, en especial, del crimi­ nal, fueron expuestos también por Gustavo Le Bon, al tratar de las multitudes de todo tipo, incluyendo las que cometen delitos (). Si, por uno de sus lados, la teoría de Tarde se opuso a la es­ cuela lombrosiana, por otro hizo lo mismo con las de su compa­ triota, el sociólogo Emilio Durkheim. Este admite como hecho so­ cial normal a todo el que aparece generalmente en la sociedad; por eso considera que el delito es un fenómeno social normal y no patológico, opinión que ha sido muy fértil en el nacimiento de po­ lémicas. Pero dondé mayores aportes dio a la Criminología fue en su estudio sobre las causas del suicidio. Este, para Durkheim, no de­ pende de causas individuales (enfermedades mentales, trastornos pasajeros, sentimientos contrariados, raza, herencia, etc.) sino de la estructura y funcionamiento de los grupos sociales. Para demos­ trarlo, utilizó estadísticas a las que sometíó a agudo análisis. De ellas resulta, por ejemplo, que los católicos dan menos suicidios que los protestantes y ambos, que los no creyentes. Es clara tam­ bién, dice Durkheim, la influencia del estado civil, pues los casa­ dos dan menos suicidios que los que pertenecen a otros estados. Las épocas de graves perturbaciones sociales son más propicias al suicidíb que las de- pa2 y prosperidad. En todos estos casos, lo im­ portante es la adaptación social y la integración; las personas que encuentran mayor posibilidad de adaptación y las que están más fuertemente integradas son las menos proclives al suicidio (5). Es­ te extremo sociologismo deja de lado los factores individuales y allí se encuentra su punto débil. 3.— V O N L IS Z T .— Alemania fue siempre poco propicia pa­ ra las teorías de Lombroso quien encontró allí pocos seguidores y (3) V. Sobre el contagio social, Tarde. L'opinión et la foule; sobre el problema criminológico. La criminalidad comparada y Filo­ sofía Penal. (4) V. Su obra Psicología de las Multitudes. Ella suscitó una larga polémica pues Sighele acusó a Le Bon de plagiario. A decir ver­ dad, el libro de éste fue anterior al de Sighele; pero, antes que ambas, el autor italiano había publicado un articulo en el cual expónía suscintamente muchos de los puntos que Le Bon am­ plió luego. (5) V. Durkheim, El suicidio. — 84 — ' de escasa importancia. Por el contrario, allí echaron fuertes raíces las corrientes sociologistas, sobre todo después de que se divul­ garon las doctrinas maptistas. Dentro de esta línea, el principal representante del sociolo­ gismo alemán en Criminología es von Liszt quien es también uno de los mayores juspenalistas de todos los tiempos. Von Liszt comienza afirmando, como lo hizo Ferri, que el delito es esencialmente un fenómeno de la vida social. Pero, en cuanto a las causas, rechaza la división tripartita del penalista ita­ liano y las distribuye en sólo dos grupos: individuales y sociales, las primeras tienen su centro en la persona, provienen de ella; las segundas se originan en el medio en que se vive. Ambos tipos de causas concurren a determinar el delito. “La observación nos en­ seña que cada delito particular resulta de la cooperación de dos grupos de condiciones: de una parte, de la propia naturaleza indi­ vidual del delincuente; de otra parte, de las condiciones exterio­ res, físicas y sociales, sobre todo económicas, que lo rodean” (6). De manera general, de entre estas causas, tienen mayor im­ portancia las de tipo social - económico. No existen tendencias inna­ tas al delito: depende “de las relaciones exteriores, de los destinos vítales de los hombres en su totalidad, el que la perturbación del equilibrio conduzca al suicidio, a la locura, a graves dolencias nerviosas, a enfermedades somáticas, a un modo de vida errante y aventurero o al delito” ('). Pero si lo anterior es verdad de modo general, en la masa de los delitos, von Liszt cree que el tipo de las causas que han tenido mayor peso en cada caso concreto, no puede ser determinado sino después de un análisis del mismo. Como resultado de sus estudios, von Liszt afirma que en algunos individuos priman las circuns­ tancias del momento, que empujan al delito: son éstos los delin­ cuentes llamados ocasionales. Pero, en otros, la criminalidad tie­ ne su fuente en profundas carácterísticas individuales, las que con­ dicionan una grave proclividad al delito: son los llamados crimi­ nales por tendencia. Entre éstos, hay que distinguir los corregí­ bles, de los incorregibles. Esta clasificación tiene en mira no sólo las causas del delito sino las medidas que deben adoptarse para combatirlo. 4.— EL SO C IO LO G ISM O ECONOM 1CISTA.— La mayor parte de los autores citados en este capítulo, tomaron en cuenta las condiciones sociales en conjunto. Pero ya en von Liszt se ad­ (6) Von Liszt, Tratada de Derecho Penal, T. II, pp. 10 -11. (7) Von Liszt. Cit. Por Mezger, Criminología, p. 139. — 85 — vierte particular énfasis en los factores económicos. Tal relieve es aún mayor en los autores inspirados en el socialismo marxista. Para ellos, “la sentencia de Lacassagne: ‘cada sociedad tiene los delincuentes que merece’ se debe leer, de acuerdo con la teoría de Marx, como sigue: ‘Cada sistema de producción (v. Gr. El feudal, el capitalista, etc.), tiene los delitos que merece’ " (). Si bien las concepciones criminológicas de tipo economicista comenzaron a surgir a mediados del Siglo XIX, adquirieron re­ lieve como reacción ante el lombrosianismo. Los autores que se citan enseguida, aunque se inspirarán en el marxismo, no se atu­ vieron estrictamente a ¿1. Turati, en su obra II delitto e la questione sociale (1883) atri­ buye mucha importancia a la pooreza, la codicia, la falta de fa­ cilidades materiales (v. Gr., la vivienda). Otro oponente a Lombro! J fue Napoleón Colajanni quien insistíó en las estrechas relaciones entre el delito y la mala orga­ nización económica. Esas relaciones se muestran especialmente en los estados sociales anormales, como la crisis, o en la aparición de instituciones antisociales, como la prostitución; o en la deforma­ ción del carácter personal a través de influencias psíquicas que provienen de la pobreza o de la riqueza excesivas. Quien ha estructurado una teoría más coherente, ya en este siglo, es el criminòlogo holandés Bonger quien afirma que el mo­ derno incremento de la criminalidad se debe esencialmente a m i ­ sas económicas. Según él, el hombre posee instintos egoístas y al­ truistas; unos se manifiestan más que otros de acuerdo a las opor­ tunidad e impulsos del medio ambiente. Si éste favorece el mayor desarrollo, el predominio de los instintos egoístas, no podrá menos que favorecer simultáneamente el incremento del delito. Eso es lo que hoy ocurre como consecuencia de las contraposiciones creadas por el sistema capitalista, en el cual el bienestar de uno resulta de los perjuicios ocasionados a los demás, en un medio favorable al cultivo del egoísmo. Tales contraposiciones son: a) Entre productores y consumidores; los primeros buscan im­ poner precios lo más altos posibles; los segundos desean comprar a los precios más bajos posibles. B) Entre productores; cada uno combate contra sus competí­ dores a los que trata de eliminar del mercado. C) Entre capitalistas y trabajadores; los primeros buscan au­ mentar sus ganancias disminuyendo los salarios; los segundos lu­ chan continuamente porque sus remuneraciones sean aumentadas. (8) Bonger, eb. D t. P. 14ft — 86 — d) Entre obreros, especialmente en tiempos de desocupación, cuando existen varios postulantes para el mismo puesto. Pero no se trata sólo de lo anterior. Bonger analiza varias otras causas favorables al delito. Por ejemplo, los niños se ven obliga­ dos a trabajar prematuramente; abandonan el hogar y escapan a su control, dejan sus estudios y concluyen en ambientes nocivos, desde el punto de vista moral, para el desarrollo infantil y juvenil, también las mujeres abandonan el hogar; aparecen, en los extre­ mos de la escala económica, dos grupos parasitarios que viven a expensas del resto de la sociedad: los excesivamente ricos y, por otro lado, los vagos y mendigos (). Es sumamente difícil conseguir datos e informes sobre la cri­ minalidad y la Criminología en los regíMenes comunistas. En 1966, aparecíó el primer tratado ruso de Criminología con autorización oficial. En 1967 sucedíó lo mismo con el primer tratado publica­ do en la República Democrática Alemana (,0). En ambos, se sos­ tiene que el delito es consecuencia de la organización burguesa; si persiste en las naciones comunistas actuales es porque quedan todavía remanentes del capitalismo burgués o hay desviacionismu ideológico o contagios de falsos modelos; “después de la realiza­ ción perfecta del socialismo, no habrá criminalidad, en contraste con la suposición de criminólogos burgueses que aceptan la cri­ minalidad como eterna en la sociedad” (n). Los métodos son los propios del materialismo histórico y la dialéctica. Las causas del delito son esencialmente sociales sin que se dé importancia a los factores individuales. Por eso, la obra ru­ sa dicí: “ Mientras,que la Criminología burguesa concentra su aten­ ción efi la personalidad delincuente con lo que,en la mayetía de los casos, deja a un lado las cuestiones relacionadas con las verda deras causas en la sociedad burguesa, o también, si se trata de las causas de la criminalidad, las analiza desligadas de la forma de ser del capitalismo como orden social, la Criminología soviética investiga la criminalidad como . . .Un fenómeno social” (12). 5.— LOS NORTEAM ERICAN O S.- SU TH ERLAN D Y MER­ T O N .— La mayor importancia reconocida a los factores sociales sobre los individuales, en los procesos delictivos, es ^común entre los criminólogos norteamericanos; las excepciones son pocas. No siempre se han producido teorías bien estructuradas para sostener una posición sociologista. Pero ésta se puede inferir fácilmente (9) ResúMenes de. Estas teorías, en Taft, Criminology, pp. 130- 133, y en Reckless, Criminal Behavior, pp. 168 - 170. (10) Para esto y lo que sigue, v. Goeppinger, Criminología, pp. 36 - 36. (11) Id. Id., p. 38. U2) Cit. En id. Id., p. 37. . . . S7 — revisando las obras, los temas que ellas tratan y la actitud cun que se encaran las diversas causas del delito. Por ejemplo, Clifford Shaw analizó las áreas de delincuen­ Cía o zonas donde se comete mayor cantidad de delitos, cuya cau­ sa se encuentra sobre todo en el medio ambiente. Bames y Teeters muestran la fundamental importancia que tienen la familia, la vecindad, la organización económica y sobre todo la naturaleza de la sociedad estadounidense actual como cau­ sas determinantes de especiales tipos delictivos. Asuman una po­ sición sumamente crítica ante las causas individuales. La obra de Tannenbaum contiene un despiadado y complete estudio sobre la forma en que la política estadounidense rcpeicute en ciertos tipos de delitos, como los resultantes de la existencia de caudillos políticos corrompidos y corruptores, de bandas cri­ minales y de funcionarios públicos inmorales ('). Consideración especial merecen las doctrinas de Sur herían^ seguidas por su discípulo Cressey, y de Robert Merton. Sutherland considera que la causa principal del delito se ha­ lla en la desorganización social y en los conflictos que dt ella re­ sultán. Aparecen modelos de conducta criminal que son seguidla por las personas que tienen una particular receptividad para ellos. A su vez, esa receptividad se halla determinad? Por otros agentes sociales como la familia, la educación escolar, las influencias de la vecindad, etc. Dentro de esta concepción adquieren particular relieve las organizaciones y prácticas criminales que existen en una sociedad. El criminal, de algún modo, se asocia a laiei- ten­ dencias antisociales y así comete su delito porque se pone en con­ diciones que son distintas a aquellas en que se encuentra Id peisona honesta. De ahí que la teoría haya sido denaminacl.I de la asociación diferencial. Sutherland da importancia a loj factores psíquicos (H), pero en la determinación de los mismos funda­ mental la sociedad de modo que son las influencias de ésta las que sirven para explicar la conducta delictiva. La tendencia profunda de esta teoría se-destaca más si se tiene en cuenta la forma crítica en que encara, por ejemplo, los factores hereditarios y otros de tipo biológico O . (13) Esta tendencia general de la Criminología en Estados Unidos depende, en buena medida, de los campos de que provienen los autores principales. Taft, Teeters. Sutherland, Barnes, Cantor, Gillln, son profesores de Sociología; Tennenbaum, especialista en historia. La Criminología es generalmente admitida como cien­ Cía social. (14) Por eso. Goeppinger —Criminología, p. 48— coloca la tesis de Sutherland entre los "enfoques de orientación primordialmen te social • psicológica". (15) V. Sutherland y Cressey, Principles of Criminology, pp. 74 - 95. 88 — Como todas las anteriores, esta concepción tiene el defecto Jo considerar el factor individual, por ejemplo en lo que toca a ta predisposición implícita en la elección de una situación social de entre las varías que optativamente ofrece el grupo en que se vive. Parece indudable que tal predisposición tiene por lo menos una de sus bases en la herencia y en los caracteres biológicos. Robert Merton es uno de los más notables representantes de las teorías que hablan de la anomia como causa del delito. La cam­ biante situación social hace cada vez más difícil que los individúe s se adapten a las normas del grupo. Esas normas o ideales de con­ ducta — incluyendo las normas penales— son propios de cada so­ ciedad; pero la estructura de la sociedad no brinda los caminos, los medios y las oportunidades para llegar a tales ideales. Actualmen­ te, se advierte una ruptura entre las normas o ideales y la estruc­ tura social. Del choque pueden resultar, en los individuos, distin­ tos tipos de reacción. Ellos son; Conformidad que es la más común y que garantim la conti­ nuidad de la sociedad. Innovación; en general, se aceptan las normas sociales, pero para realizarlas se utilizan medios novedosos y frecuentemente con­ trarios a otras normas sociales; por ejemplo, se emplean recursos ilegales o inmorales para conseguir éxito económico. Ritualismo. “Implica el abandono o la reducción de los altos objetivos culturales del gran éxito pecuniario y de la rápida mo vilidad social a la medida en que pueda uno satisfacer sus aspira­ ciones” (16). Esta actitud resignada no ueja de tener sus peligros. Retraimiento de quienes viven en la sociedad, pero no con ella pues no se integran a ella. Esta actitud se halla entre “los psicóticos, los egotistas, los proscritos, los errabundos, los vagabundos, los vagos, los borrachos crónicos y los drogadictos” (17). Rebelión, es decir, conflicto con las normas vigentes y deseo de sustituirlas porque son inaceptables. Para Merton, la presente situación social es sumamente fa­ vorable a estos conflictos que, entre sus formas de manifestación, tienen ?A que nos interesa: el delito. Las descripciones de Merton corresponden en buena medida a defectos de la sociedad estadounidense y, más en general, de las sociedades industrializadas, pero dejan de lado condiciones posi­ tivas y no consideran — pero no porque el autor las haya desco­ nocido, sino por el tema que enfoca— las causas individuales

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