Teoría Crítica de la Escuela de Frankfurt

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Presentación: Breve Historia de la Escuela de Frankfurt

Contexto Histórico

En Frankfurt, se formó un grupo de intelectuales de izquierda que vieron en el marxismo y en una teoría crítica de la economía política la mejor herramienta intelectual. Su objetivo era revisar los principios teóricos del marxismo para su aplicación práctica. Esta tarea requería independencia política, económica y financiera, lo que les confirió un sello elitista y generó polémicas con algunos movimientos de izquierda. La creación del Instituto de Investigación Social en 1923 aseguró su independencia académica y financiera. En 1932, fundaron la Revista de Investigación Social, que reflejaba su interdisciplinaridad, abarcando filosofía, sociología, psicología, historia, economía, etc. Entre los colaboradores se encontraban Eric Fromm, Walter Benjamin, Ernest Bloch y Hannah Arendt. Como miembros principales destacan Max Horkheimer, Theodor Adorno, Herbert Marcuse (primera generación), Jürgen Habermas y Karl-Otto Apel (segunda generación).

Teoría Crítica

La Escuela de Frankfurt propone una teoría crítica referida a la praxis, en un contexto marxista amplio. En su elaboración concurren la filosofía, las ciencias sociales y las artes, buscando la conexión entre teoría y praxis. Su fidelidad a los ideales de la Ilustración los llevó a oponerse al cientificismo, que reduce el saber al conocimiento científico empírico. La mayoría de los fundadores provenían de familias judías burguesas, lo que los puso en peligro con el ascenso del nazismo. En 1933, el Instituto se trasladó a Ginebra y luego a la Universidad de Columbia en EE. UU. En este periodo americano, buscaron preservar la cultura alemana y se familiarizaron con los métodos empíricos de las ciencias sociales. Entre 1945 y 1950, la mayoría regresó a Frankfurt, excepto Marcuse. El contexto había cambiado: los aliados, incluida la Rusia de Stalin, no habían combatido el nazismo por ideales, el proletariado se había integrado al sistema industrial, y el socialismo en el Este se había vuelto un instrumento de manipulación. La crítica ya no se centraba en la economía burguesa, sino en la racionalidad de la sociedad industrializada, tanto liberal como socialista, como se expresa en la Dialéctica del Iluminismo de Horkheimer y Adorno. Las discrepancias internas fueron constantes: Marcuse se convirtió en líder de la nueva izquierda estudiantil de los 60, mientras que Horkheimer, Adorno y Habermas se distanciaron de la izquierda activista, siendo criticados por elitismo y conservadurismo.

Teoría Tradicional y Teoría Crítica

A partir de los 60, la Escuela de Frankfurt fue identificada con la teoría crítica. Esta teoría busca reemplazar la teoría tradicional del conocimiento basada en el modelo sujeto-objeto de las ciencias naturales, considerado inadecuado para los hechos sociales. La teoría crítica adopta un método filosófico inspirado en la dialéctica hegeliana para captar la historicidad. Sin embargo, rechazan la premisa hegeliana de que “todo lo real es racional y todo lo racional es real”, que justifica el orden existente. Para la Escuela de Frankfurt, lo negativo es el motor de la historia, y Adorno propone la dialéctica negativa como antisistema.

Theodor Adorno (1903-1969): Dialéctica Negativa y Estética

Tres núcleos fundamentales en su obra son: la crítica de la Ilustración, la dialéctica y la estética.

Crítica de la Ilustración

En Dialéctica de la Ilustración (1947), escrita con Horkheimer, critica el concepto tradicional de Ilustración, viéndola no como liberación racional, sino como imposición de la razón instrumental. Plantean una visión crítica de la Ilustración, considerándola el triunfo de un modelo de razón que busca la dominación. Proponen un nuevo concepto de razón ilustrada con carácter crítico. Este ensayo exige un pensamiento dialéctico que recupere el valor emancipador de la Ilustración. Adorno busca un nuevo sentido de razón en un nuevo concepto de dialéctica, el desarrollo de la filosofía crítica y la estética.

Estética

La filosofía debe ser crítica, no legitimadora. Adorno busca un nuevo sentido de la filosofía crítica para desenmascarar los rasgos de la sociedad, complementando esto con sus reflexiones sobre estética. Desde sus primeras reflexiones sobre música, veía la estética como un camino para entender la sociedad críticamente. En su Teoría Estética (1970), plantea que el arte llena el abismo entre sujeto y objeto, tiene connotación social, y se opone a la alienación. Adorno afirma que el arte tiene una finalidad en sí misma, oponiéndose a la razón instrumental. Plantea la tesis de que el arte es una prolongación de la teoría. El análisis del arte debe ir unido al análisis de la teoría y la crítica de la sociedad, una lección que influirá en el pensamiento futuro, con la crítica estética como ejercicio de una nueva racionalidad, una idea ya presente en Walter Benjamin.

Hannah Arendt (1906-1975): El Análisis del Poder y el Ideal de Vida Política

Filósofa judía alemana, estudió con Heidegger y Jaspers. Su relevancia en la teoría de la sociedad es indiscutible. Huyó de Alemania en 1933, estableciéndose en EE. UU. en 1940. Su aportación a la filosofía social combina la perspectiva filosófica (influenciada por Heidegger, Jaspers y la Escuela de Frankfurt) con el análisis político. Tres temas centrales: el análisis del totalitarismo, el ideal de vida política, y el estudio de las revoluciones modernas.

Los Orígenes del Totalitarismo

En Los orígenes del totalitarismo (1951), analiza los rasgos del totalitarismo, con el nazismo y el estalinismo como ejemplos. El poder totalitario busca asentar su dominio mediante la propaganda y la administración centralizada. El totalitarismo no tiene súbditos, sino víctimas, a las que priva de derechos y anula su identidad. La “víctima” es un objeto informe sometido al poder. En La condición humana (1958), describe un ideal de política como “actividad realizada entre iguales”, inspirada en la filosofía política antigua. Reflexiona sobre la conformidad y la ausencia de espíritu crítico. Diferencia entre “vida activa” (teórica) y “vida afectiva” (práctica), considerándolas artificialmente opuestas, ya que ambas son formas de actividad. Critica la sociedad capitalista avanzada, dominada por el poder y la alienación del trabajo. Reaparecen sus temas: la crítica del poder y la nostalgia de una vida política auténtica.

Herbert Marcuse (1898-1979)

Combinó las ideas de Hegel, Marx y Freud, realizando análisis de la sociedad contemporánea. Miembro del Instituto, emigró a EE. UU. Su crítica al capitalismo avanzado influyó en las revueltas de 1968. Obras destacadas: Eros y civilización (1955) y El hombre unidimensional (1964).

Eros y Civilización: El Ideal de una Civilización No Represiva

Ofrece una lectura marxista del psicoanálisis de Freud. Tesis fundamentales: 1. La represión sexual es un instrumento político de dominación. 2. Reconoce la necesidad de una represión básica para la civilización. 3. La liberación se logra mediante la abolición gradual de la represión sexual.

El Hombre Unidimensional: Crítica a la Sociedad Actual

El hombre unidimensional está integrado en el sistema, sin conciencia de su alienación ni posibilidad de oposición. Critica la sociedad capitalista avanzada por crear “hombres unidimensionales” apartados de la actividad creativa y contentos con su situación de dominados. En esta sociedad, se cultiva un bienestar vacío, donde la clase obrera no es revolucionaria, el trabajo no es creativo, y el placer se limita al consumo. El rasgo característico de la sociedad industrializada es su carácter totalitario: los intereses del sistema absorben la vida colectiva y neutralizan la oposición. A pesar de la aparente pluralidad, los individuos son uniformes, integrados en el sistema, que les ofrece bienestar y satisface “falsas” necesidades. A través del consumo y el bienestar, se perpetúa la dominación. El individuo, bajo la apariencia de libertad, asume las necesidades del sistema. El sistema se justifica con la racionalidad del progreso material, pero oculta la irracionalidad (alienación, destrucción de la naturaleza, guerras, manipulación). Para Marcuse, todo sirve a la dominación: arte, política, lenguaje, filosofía y ciencia. Todo busca domesticar y anular la crítica, incluso asimilándola al consumo. Se renuncia a lo utópico, a lo que debe ser, para conformarse con lo que es. Marcuse propone un proyecto histórico alternativo: la “pacificación de la existencia”, la reconciliación de los hombres entre sí y con la naturaleza. Las condiciones para el cambio existen en el desarrollo tecnológico, que debe orientarse hacia la liberación. La esperanza del “Gran Rechazo” reside en los marginados (subtrabajadores, minorías, jóvenes, mujeres, tercer mundo), los nuevos sujetos revolucionarios. Destaca la relevancia de los nuevos movimientos sociales frente a los partidos tradicionales. El hombre unidimensional conectó con las nuevas élites intelectuales de izquierda y mantiene su relevancia.

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