La Teoría del Alma en Platón: Dualismo y Funciones del Alma

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La Teoría del Alma en Platón

Teoría del alma. Platón traslada el dualismo metafísico a su interpretación del ser humano y comprende a este formado por dos grandes estructuras: el cuerpo (corruptible, mortal y material) y el alma (incorruptible, inmortal e inmaterial). Podríamos fácilmente ver un paralelismo con la hipótesis de los dos mundos: sensible e inteligible, es decir, del cuerpo y del alma, respectivamente.

El alma es principio de vida, movimiento y conocimiento en el hombre. Para explicar su teoría del alma, Platón recurría muchas veces a mitos y alegorías, como la del carro alado. En esta alegoría, Platón señala la presencia de dos grandes fuerzas o impulsos que dominan nuestra conducta: los impulsos negativos, representados por un caballo negro, y los impulsos positivos, representados por un caballo blanco. Nuestra alma es el auriga, el conductor del carro tirado por esos caballos, y ha de procurar establecer la armonía en el tiro para que la conducción vaya por buen camino y sea serena.

Otras Alegorías y Mitos

Además de esta alegoría del carro alado, Platón emplea otros mitos, como el de la caída y ascensión del alma (en Fedro) o el mito de Er (en República) para persuadir de sus teorías sobre la inmortalidad y reencarnación del alma. Pero lo más significativo de la doctrina platónica sobre el alma se encuentra en la exposición que hace de sus funciones.

Funciones del Alma según Platón

Platón distingue tres funciones (o partes) del alma:

  • Racional: Esta función se equipara con la inteligencia (nous) o razón (logos) y Platón insiste en el carácter divino de la misma, situándola en el cerebro.
  • Irascible: Sería la fuente de las pasiones nobles y residiría en el tórax corporal.
  • Apetitiva: Esta otra sería la fuente de las pasiones innobles y quedaría situada en el abdomen.

Lo importante de esta clasificación es que parece fruto de un esfuerzo por recoger las distintas experiencias y motivaciones que están presentes en nuestra vida psíquica. También es importante aclarar que, según Platón, no todos los individuos disponen de un equitativo reparto de estas funciones y que no en todos impera la misma función: en unos, seguramente los más sabios, la preponderancia del alma racional es manifiesta; otros, en cambio, verán gobernada su vida psíquica, es decir, su alma, por otro tipo de funciones.

De ahí que en unos individuos domine una virtud y en otros otra distinta: por ejemplo, en aquellos individuos de alma racional, la virtud que en ellos domina es la prudencia y sabiduría. En quienes gobierne el alma irascible, serán virtudes destacadas la fortaleza y el valor. Por último, los más atados al alma apetitiva tendrán que esforzarse por alcanzar la templanza como régimen de vida virtuosa.

Armonía entre el Alma y la Sociedad

De igual manera que Platón establecía una correspondencia armónica entre las partes de la sociedad y las virtudes de los ciudadanos, también disponía la necesidad de armonizar las partes del alma con aquellas virtudes y tareas sociales que les fueran más propicias.

En resumen, la armonía ha de presidir nuestra conducta individual o ética de la misma forma que ha de ser ley en nuestra vida política. Pero esa armonía o equilibrio solo se logrará mediante un notable esfuerzo de formación de todos los ciudadanos y, de manera especial, de los gobernantes, de conocimiento de las ideas y de dominio racional sobre nuestras pasiones.

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