La Tentación, Caída y el Protoevangelio en el Relato Bíblico

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La Tentación, la Caída y el Protoevangelio

La serpiente era considerada en el folclore popular como un animal maligno, astuto y traidor por excelencia. En muchos pueblos antiguos era objeto de culto como diosa de la fecundidad. El autor, para apartar a Israel de esta aberración, la escoge aquí como figura de un ser inteligente y malhechor, enemigo de Dios y del hombre, y que la revelación posterior (cuando es castigada a arrastrarse de por vida), y la tradición cristiana han identificado con el demonio. La acción de la serpiente es una clara personificación (figura que consiste en atribuir a las cosas inanimadas o abstractas, o al ser irracional, vida, acciones o cualidades propias del ser racional); en este caso se le atribuye a la serpiente habla e inteligencia.

Se nos narra el proceso de la tentación con un conocimiento de la psicología humana verdaderamente admirable, a través de los siguientes pasos:

Por parte de la serpiente

  • Exagera la prohibición de Dios "... de todos los árboles del jardín...", tratando de despertar el orgullo humano.
  • Hace desear el conocimiento de una ciencia superior "... se abrirán vuestros ojos y seréis como dioses...", poniendo en tela de juicio la rectitud de la intención divina: "¡No, no moriréis!"
  • Con ello tiende a destruir la confianza en Dios y el temor a sus amenazas, y así el objeto prohibido ejerce libremente su seducción.

Por parte de la mujer

  • Da oídos a la tentación, pues se detiene a explicar y a aclarar la situación a la serpiente.
  • Va perdiendo seguridad: "Vio entretanto la mujer que el árbol era apetitoso para comer..."
  • Y, en la misma proporción, a medida que va considerando al objeto prohibido lo va deseando más: "... agradable a la vista"
  • Se siente plenamente atraída por él, pues lo cree la llave de la felicidad: "... y deseable para adquirir sabiduría," lo que se corresponde con las palabras tentadoras de la serpiente "seréis como dioses, conocedores del bien y del mal".

La tentación se extiende al hombre que también come del fruto (la serpiente tienta a la mujer, y la mujer al hombre).

En la contemplación del árbol por parte de la mujer, tenemos imágenes gustativas y visuales.

Al pecar se realizan las promesas de la serpiente pero de muy distinto modo de como ellos esperaban, ya que se cumple que adquieren sabiduría, pero esta, lejos de hacerlos sentir como dioses, los hace avergonzarse de sí mismos, de su propia desnudez, de lo que hasta ahora no eran conscientes, ya que no tenían prejuicios y vivían en un estado de pureza espiritual.

El Juicio Divino y el Protoevangelio

"Oyeron después los pasos de Yavé Dios ..." vemos otro antropomorfismo de la figura de Dios (nos da idea de que camina). Dios actúa aquí como un juez inquisidor, ya que pregunta acusando al hombre: "¿Dónde estás?, ¿Quién te ha hecho saber que estabas desnudo?, ¿No habrás comido del árbol del que te prohibí comer?".

El hombre dice haber sido tentado por su mujer y esta lo reconoce diciendo haber sido engañada por la serpiente, pasándose la culpa y no aceptando responsabilidades.

Inmediatamente Dios emite sus sentencias, actuando como un verdadero juez con la serpiente, la mujer y el hombre (los culpables). En la pena impuesta a la serpiente hay que distinguir entre la expresión externa acomodada al animal-símbolo (serpiente = demonio) y el contenido que va directamente contra el demonio tentador: "Yo pongo enemistad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo". "Te arrastrarás sobre tu vientre...": la expresiva imagen está tomada de las características de la serpiente y de la espontánea aversión que hacia ella se siente (es un animal que produce una sensación extraña entre el desagrado y el miedo).

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