Tensiones y Conciliación: Relaciones Internacionales en el Periodo de Entreguerras (1920-1929)

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Las Relaciones Internacionales Tras la Primera Guerra Mundial (1920-1929): Tensiones y Conciliación

El periodo de 1920 a 1924 se caracterizó por las tensiones derivadas de la aplicación de los tratados de paz y la conflictividad de posguerra. Los Tratados de París y el nuevo mapa de Europa no lograron una paz estable y duradera. Persistieron problemas como:

  • El problema de las nacionalidades, derivado de la disolución del Imperio austrohúngaro (la Pequeña Entente, formada por Checoslovaquia, Yugoslavia y Rumanía, con el apoyo de Francia, buscaba hacer frente al revisionismo húngaro).
  • Las nuevas fronteras polacas (Polonia había incorporado la Alta Silesia, territorio con 1,5 millones de alemanes, y el "corredor de Danzig"). Rusia rechazaba las resoluciones del Tratado de Riga de 1921.
  • Las reivindicaciones italianas sobre Istria y Dalmacia.

La Cuestión del Ruhr (1923-1924)

El punto culminante de estas tensiones fue la Cuestión del Ruhr, vinculada al pago de las reparaciones de guerra. Alemania alegó que las cargas impuestas eran insostenibles, opinión compartida por norteamericanos y británicos, y defendida teóricamente por Keynes. Francia, la principal beneficiaria, exigía el cumplimiento de lo pactado y amenazó con ocupar la zona desmilitarizada del Ruhr como garantía.

La Conferencia de Cannes de 1922 intentó resolver el problema. La crisis monetaria alemana obligó a retrasar los pagos, y en 1923, ante la hiperinflación, se suspendieron. Tropas franco-belgas ocuparon entonces el Ruhr, a pesar de la oposición británica. Frente a la resistencia pasiva de los obreros alemanes (huelgas, sabotajes...), Francia expulsó a cerca de 200.000 personas y las reemplazó por franceses, lo que acentuó la crisis y desató un fuerte sentimiento nacionalista.

En 1924, la mediación norteamericana e inglesa logró que Francia aceptase el Plan Dawes, que permitía a Alemania pagar las reparaciones hasta 1929. Tras la crisis de 1929, las reparaciones se regularon definitivamente mediante el Plan Young, que alivió aún más la carga alemana.

El Espíritu de Locarno (1925-1929): Hacia un Nuevo Orden Internacional

Un clima de conciliación y entendimiento se había iniciado años antes con gestos como la Conferencia de Génova (1922), el ascenso de Stressemann al poder en la República de Weimar (1923) y la firma del Plan Dawes (1924). Este clima culminó en la Conferencia de Locarno de 1925.

La conferencia reunió a los principales dirigentes europeos: Briand (Francia), Chamberlain (Inglaterra), Stressemann (Alemania), Vandervelde (Bélgica) y Mussolini (Italia). Se fijaron las fronteras de Francia y Bélgica con Alemania, y se obtuvo el compromiso de renunciar a la guerra para modificarlas, aceptando el arbitraje de la Sociedad de Naciones (SDN).

A iniciativa de Briand, Alemania fue admitida en la Sociedad de Naciones como miembro permanente del Consejo desde 1926. Este clima de distensión, conocido como el espíritu de Ginebra, permitió la firma en 1928 del Pacto Briand-Kellogg (entre el ministro francés y el Secretario de Estado norteamericano), por el que se renunciaba expresamente al uso de la guerra y se llegaba al compromiso de resolver las diferencias mediante el arbitraje de la SDN. Fue suscrito por sesenta y tres países, incluidos Alemania y la URSS.

Briand propuso la idea de una federación europea en un discurso ante la Asamblea de la SDN en Ginebra en 1929, pero el problema de los desarmes y el resurgir de los nacionalismos frustraron la iniciativa.

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